“Casa rodante” de Gustavo Oña
“Qué estoy haciendo con mi vida” es una pregunta recurrente que se hace el personaje central de “Casa rodante” (Lote 11 Ediciones, 2023), último libro de Gustavo Oña (Córdoba, 1980). Dicha pregunta es un interrogante que se podría hacer cualquiera; es tan universal que, por momentos, deja de ser percibida como la excepción de una persona ante una situación extraordinaria. Estos planteos son inherentes a todos; pero, al mismo tiempo, se convierten en los vericuetos que recorrerá el libro. Sin embargo “Casa rodante” contiene varias facetas, varias historias que lo componen como libro, como unidad.
Me gusta recordar cómo llegué a “Casa rodante”: fue por el comentario de Fabio Martínez, un gran escritor y editor, quien, entre varios aspectos, menciona tres que resultaron fundamentales a la hora de leer la novela: uno, es un libro hermoso (se refería al objeto editado por Lote 11); dos, es una novela familiar (particularmente enfocada en el padre, pero claramente es más que eso); tres, el libro intercala unos “Anexos” que comentan, a la vez que se está narrando, el proceso de escritura del libro. Con este panorama ingresé a la novela y efectivamente estaba todo lo anunciado. La forma en que se articula y se vuelve un libro es lo interesante.
El volumen que presenta Lote 11 Ediciones es hermoso, el diseño es despojado, sutil (la tonalidad del fondo de la tapa contrasta y absorbe a la vez el color naranja de la tipografía y la imagen), la tipografía y la disposición de cada apartado funciona y enriquece el libro. Y, efectivamente, el libro es dos libros.
Por un lado la historia uno, “Casa rodante” propiamente dicha, la novela que se irá desarrollando a lo largo de 23 capítulos numerados. En ella la historia se centra en un personaje que acaba de llevar a su padre, con demencia senil, a un geriátrico. Además el personaje vive una vida casi imperceptible para todos los que lo rodean, principalmente su esposa, su hijo y su hermano mayor. Restablecer el vínculo con el padre, acaso generarlo, a partir de unos viajes en la casa rodante y revisar la relación de pareja, son los disparadores de esta historia que con humor y sensibilidad irá atrapando al lector (habrá intrigas y un tesoro). “Casa rodante” podría leerse como una novela sobre la crisis de la mediana edad, como una novela de la crisis a secas.
Por otro lado está la historia dos del libro, los “Anexos”, que se irán intercalando con los otros capítulos y que efectivamente reflexiona sobre la escritura misma de la novela, sobre el proceso que llevó a escribirla. En un principio funcionan como una especie de bitácora del ejercicio de creación de la historia uno, hay una voz que escribe qué piensa mientras escribe una novela. Se humaniza al escritor, ahí hay otra historia que de a poco se irá ampliando a planos que exceden o completan el acto de escritura. Me gusta pensar (me hago cargo de que esto es una posibilidad de lectura) que los “Anexos” funcionan como ficción. Esta ficción es una parte que se integra y completa la historia uno. No solo se crea una novela, sino al autor que la escribió, los problemas que enfrentó al escribirla y luego, sin que lo notemos, estamos leyendo la historia de este nuevo personaje a la par de la otra. Una especie de juego, al estilo de Pessoa o Kaufmann.
Es el conjunto de estas dos partes lo que da fuerza a “Casa rodante”. Leer las dos historias como algo distinto pero inseparables. Leer lo que le ocurre a un tipo que busca moverse de lugar a partir de una casa rodante (la imagen es bastante precisa). Leer los “Anexos” no sólo como una bitácora de escritura, sino como otra novela en la que se profundizan otras cuestiones a la par que se habla de la creación de la novela y del proceso de escritura. El que escribe también tiene su historia, “escritura del qué se yo” se llamará en los “Anexos”. Me pareció fascinante, cruzar el límite de ficción y realidad, destapar una suerte de muñecas rusas que se contienen unas a otras. El énfasis está en la propuesta de lectura, en leer estas historias sin buscar mensajes, sin encontrarle una utilidad, sin ajustarse a pacto alguno. Transitar esos caminos, esos errores que depara la vida y la escritura es lo que construye la literatura de “Casa rodante”.
Dice Alan Pauls en el libro “Fallar otra vez”: “Pues bien, ese error en el que no dejamos de caer no es cualquier error. Es nuestro error, tiene la forma y la consistencia y el sabor y la temperatura y el ritmo de nuestro deseo, nuestra imaginación, nuestras alucinaciones, nuestras ideas descabelladas sobre escribir y sobre el mundo sobre el cual escribimos”. En principio podría pensar que la cita es una excelente síntesis de los “Anexos” de Oña, de la materia y el espíritu que los componen, pero definitivamente es una apreciación que le cabe al libro, a “Casa rodante” en su totalidad.