Según el Indec, el valor de una Canasta Básica Total (CBT), que cubre el 100% de las necesidades básicas de una familia de cuatro personas, alcanzó en enero los $ 596.823. Mientras tanto, la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (Ripte), reportada por la Secretaría de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, ascendió en enero de este año a $ 555.269.
Esto significa que los empleados formales estables tienen, en promedio, ingresos inferiores al costo de una CBT, situándolos por debajo de la línea de la pobreza. Incluso, al considerar el salario neto, después de descuentos, que en enero fue de $ 460.873, la situación empeora aún más, quedando por debajo del costo de una CBT correspondiente a una familia de solo tres personas ($ 475.140).
En un contexto donde casi 3.000.000 de personas con empleo buscan activamente otro ingreso, ya sea para reemplazar el que tienen o para sumar una segunda fuente ecónomica, la situación se torna aún más alarmante. Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos, señala que esta situación deprime el consumo y tiende a potenciar la recesión, además de acelerar los tiempos políticos y sociales.
Tiscornia destaca la importancia de mantener la disciplina fiscal para contener la inflación y propiciar una eventual recuperación económica. Por su parte, el economista José Vargas advierte que, a pesar de la desaceleración de la inflación, el salario real sigue perdiendo terreno, lo que se reflejará en un crecimiento importante en el nivel de pobreza.
Por su parte, la consultora Empiria, liderada por Hernán Lacunza, muestra una evolución divergente entre el poder adquisitivo del salario promedio y el costo de la CBT, con los sueldos por debajo de esta última desde diciembre del año pasado. Esta situación, inédita desde que el Indec retomó la medición de la CBT en 2016, evidencia un preocupante desajuste económico que demanda medidas urgentes para revertir la situación y garantizar condiciones dignas para los trabajadores.