La OTAN asiste a Ucrania en prácticamente todos los ámbitos posibles, desde el suministro de armamento y de información sobre objetivos rusos y el vuelo de los bombarderos enemigos a la formación de miles de tropas ucranianas en Europa.
Pero hasta que el presidente francés Emmanuel Macron no lo sugirió, nadie se había atrevido a plantear que soldados de la Alianza Atlántica entraran en acción para frenar al Kremlin en su invasión. Macron no solo abrió un debate, sino que sus palabras también sirvieron para confirmar que ya hay militares de países de la OTAN en suelo ucraniano, aunque sin tomar parte en operaciones de combate.
El ministro de Exteriores polaco, Radoslaw Sikorski, aseguró que “ya hay soldados de la OTAN en Ucrania, y quiero agradecer a las embajadas que han asumido este riesgo”. Quien aún se rehúsa es el canciller alemán, Olaf Scholz, quien argumentó que su Gobierno no aportaría a Kiev sus misiles de largo alcance Taurus porque requeriría enviar técnicos militares.