Cuando observamos cómo nos distribuimos los trabajos, hombres y mujeres, pareciera que hubiera un orden “natural”, que en función de la biología determina que las mujeres se dedican mejor al cuidado y los hombres, a cualquier otra cosa.
Pero esto no siempre fue así. Es sólo una parte de la historia que se reescribe para mantener esta sensación de “natural” frente a una división sexual del trabajo, cuyo impacto es una desigual distribución de la riqueza. Mañana jueves 25 de abril se celebrará el Día Internacional de las Niñas en Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), y desde Grow-género y trabajo reflexionamos sobre su importancia en el mundo actual.
¿Ahora las mujeres trabajan?
Las mujeres siempre trabajaron y, en la medida de las posibilidades sociales y materiales, han realizado todo tipo de tareas. Hablo de “en la medida de lo posible” porque muchas veces esas libertades no existían. Por ejemplo, si una mujer quería ser médica o abogada, en el siglo XIX, tenía prohibida la entrada en la universidad. Los hombres a lo largo de la historia se encargaron, porque eran quiénes estaban en el poder, de decidir qué podían hacer, y qué no, las mujeres.
Sin embargo, hubo mujeres excepcionales, que crecieron en entornos privilegiados, cuyos familiares reconocieron su facilidad con las matemáticas y las ayudaron a desarrollarse y a mantenerse. Es el caso de Hipatia (siglo IV), Elena Cornaro Piscopia (siglo XVII), Maria Agnesi y Sophie Germain (siglo XVIII), Ada Lovelace y Sofia Kovalevskaya (siglo XIX), Emmy Noether (siglo XX). Contar con apoyo familiar implicaba que se invirtiera en su educación, que se les permitiera elegir si casarse o no, y en el caso de no hacerlo, de brindarles el apoyo económico para que continuaran con sus investigaciones, dado que si no podían acceder a la universidad, aún menos se les iba a pagar por investigar.
Seguro que hubo más, pero no las conocemos porque no hay registros de sus aportes, o porque no pudieron desarrollarse, dado que no tuvieron la oportunidad.
Esta pequeña muestra histórica nos desafía el concepto de derechos: ¿quiénes podían acceder? Por lo que vemos, únicamente mujeres brillantes, provenientes de familias acomodadas, podían acceder -de alguna manera- a los estudios que deseaban. El gran desafío del siglo XX y XXI ha sido y es ampliar esta posibilidad de acceso y desarrollo a cualquier mujer, independientemente de su contexto.
Por otro lado, es importante reconocer los desarrollos que nos hemos perdido como sociedad, porque un 50 por ciento de la población nunca pudo acceder a la educación o no fue escuchada. Tomemos el ejemplo de Florence Nightingale (siglo XIX), enfermera y estadista, que con su experiencia y análisis logró reducir el índice de mortalidad en los campos de guerra ingleses del 42 al 2 por ciento, identificando que la mayor causa de muerte se relacionaba a problemas prevenibles como la higiene.
Las mujeres en áreas STEM
Podríamos pensar que ya avanzados en el siglo XXI, con múltiples Convenciones y Foros de igualdad, las mujeres ya están representadas en todas las industrias, sin embargo, esto no es así. Dentro de las STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), las áreas educativas más dominadas por los hombres son las TIC y las ingenierías, donde la matriculación de mujeres es de 27 y 28 por ciento respectivamente (Unesco, 2018). Al ritmo actual, no se logrará alcanzar la paridad de género en STEM antes del año 2100. Es decir, tenemos 17 siglos de historia (desde Hipatia hasta nuestros días) sin solucionar este tema.
Al inicio les hablé sobre la “naturalización” de la división sexual de trabajo, y quiero que retomemos el concepto nuevamente. Aún entrado el siglo XXI, se continuaba justificando la poca presencia de mujeres en los ámbitos STEM por causas biológicas: la variación de las conexiones neurales entre mujeres y varones hacía que ellas tuvieran una preferencia por carreras humanísticas y ellos por carreras lógicas. Sin embargo, los estudios de los últimos años demuestran que no se trata de biología, sino de cultura: está tan presente la división sexual del trabajo que niñas y niños aceptan esta división como algo natural. Veamos unos datos de ONU Mujeres: 9 de cada 10 niñas entre 6 y 8 años asocia la ingeniería con habilidades masculinas. Mientras esto sea así, será muy difícil que logremos adolescentes que deseen estudiar estas carreras o desarrollarse en las industrias asociadas.
Si consideramos que para el año 2050, se espera que el 75 por ciento de los trabajos estarán relacionados con las áreas STEM, muchas mujeres que hoy están insertas en el mercado laboral podrían dejar de estarlo, si no se adaptan a los cambios que se vienen.
Es en este contexto, que desde 2010, el cuarto jueves del mes de abril, se celebra el Día Internacional de las Niñas en las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), con dos grandes objetivos: por un lado, alentar las vocaciones tecnológicas en las niñas y jóvenes, y por otro, disminuir la brecha digital de género.
Este día sirve para visibilizar una problemática compleja, que tendrá otros impactos en el futuro. Por un lado, habrá miles de trabajos vacantes si no formamos a las futuras personas que podrían ocuparlos. Y por el otro, si no promovemos estos ámbitos de estudios desde una perspectiva de género, quedarán fuera de este desarrollo millones de mujeres.
* co fundadora y directora de Grow- género y trabajo