En los últimos meses, varios países de América Latina han levantado las alertas por un incremento en los decomisos de fentanilo médico. Aunque este fenómeno presenta riesgos, tiene amplias diferencias con respecto al fentanilo ilícito, que ha generado una crisis en EEUU y México. Autoridades de varios países se han puesto en alerta y la expansión de esta droga sintética -conocida también como “la droga zombi”- representa un peligro en seguridad, salud y convivencia.
El fentanilo, una sustancia que es hasta 100 veces más potente que la heroína, pertenece a la familia de los opiáceos. Su capacidad para interactuar con los receptores de opioides en las células del cerebro lo convierte en una droga extremadamente poderosa. Aunque en su origen tuvo un propósito médico legítimo, su potencial adictivo y su toxicidad han llevado a una crisis de proporciones devastadoras.
El fentanilo puede inyectarse, esnifarse, fumarse, tomarse por vía oral en forma de pastillas o comprimidos, y pincharse en papel secante. El fentanilo producido ilícitamente se vende solo, o en combinación con heroína y otras sustancias, y se ha identificado en pastillas falsas, que imitan a fármacos, como la oxicodona.
Se abusa de los parches de fentanilo extrayendo su contenido de gel e inyectándoselo, o ingiriéndolo a continuación. Los parches también se han congelado, cortado en trozos y colocado bajo la lengua o en la cavidad de la mejilla. El fentanilo es altamente adictivo y tiene el potencial para que los grupos criminales generen grandes ganancias con pocas cantidades.
El informe World Drug Report 2023, de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito señala que EEUU contabilizó 80.000 muertes por sobredosis de opioides en 2021, con lo que mantuvo la tendencia de aumento interanual. La oficina explica que unas 70.000 de estas muertes están asociadas al consumo de opioides sintéticos (principalmente fentanilos), y que las mujeres fueron cerca del 30% de todos los fallecidos por sobredosis atribuidos a esta droga en ese país.
En términos generales, el consumo de drogas mantiene en alerta a las autoridades sanitarias en el planeta, luego de que reportara un incremento del 23% entre 2011 y 2021. Es así como el número estimado de consumidores pasó de 240 millones en 2011, a 296 millones en 2021, lo que equivale al 5,8% de la población mundial de 15 a 64 años.
Según indicó el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, “las drogas sintéticas son la principal causa de muerte entre los estadounidenses de 18 a 49 años. El año pasado se produjeron casi 110.000 muertes por sobredosis; en más de dos tercios de ellas un opioide sintético como el fentanilo estuvo implicado en la muerte”, reconoció.
Según cifras del gobierno mexicano, se han decomisado más de 1,4 millones de toneladas de precursores, 7,6 toneladas de fentanilo, y han sido destruidos casi 2.000 laboratorios clandestinos en lo que va del sexenio en México. La implicación de los cárteles mexicanos, como el de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, en la producción ilegal de fentanilo y de comprimidos con base en esta sustancia, dirigidos al mercado estadounidense, estarían incidiendo la expansión del negocio al resto de Latinoamérica.
“Los cárteles mexicanos están buscando subsidiarias para producir en cada país y elaborar esta droga tan agresiva que va a crear zombies a nivel mundial”, dijo el ex ministro de seguridad de Costa Rica Gustavo Mata. Los decomisos de fentanilo médico han aumentado en diversas presentaciones en varios países latinoamericanos, incluyendo Argentina, Colombia, Panamá, Ecuador, Brasil, Honduras y Venezuela. Esto ha generado preocupaciones entre las autoridades, debido a que las sobredosis por este opioide sintético han cobrado cientos de miles de vidas durante la última década.
En julio de 2023, las autoridades argentinas decomisaron 500 ampollas de fentanilo mientras eran transportadas por un servicio de paquetería en Misiones. En Colombia también se han presentado decomisos de ampollas de fentanilo Medellín, Bogotá, Tuluá y Cúcuta. En Brasil parecen involucrarse grupos más sofisticados: si bien el fentanilo proviene de desvío hospitalario, parece haber una vinculación con redes productoras de drogas, pues en dos de las tres incautaciones realizadas, el fentanilo médico fue manipulado en laboratorios clandestinos. En un esfuerzo por combatir el incremento del tráfico y el consumo del fentanilo y sus efectos, Aduanas, en la Argentina, anunció la creación de un nuevo registro para regular las operaciones de importación y exportación de esta sustancia peligrosa, así como sus ventas derivadas.
El presidente colombiano, Gustavo Petro, manifestó en el marco de la 78 sesión de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas que “el fentanilo, que ya no mata a 4.000 sino a 100.000 jóvenes al año, es el gran resultado de la prohibición de las drogas”. Petro reconoció que “puede haber intentos” de producir fentanilo en Colombia y que por lo tanto el país debe tener una política de prevención en salud para consumidores, “que incluso ni saben qué es lo que están consumiendo”. Su hipótesis es que los opioides estarían desplazando a la cocaína. Colombia ha sido históricamente un enclave geopolítico importante en materia de narcotráfico en todas sus aristas. El negocio del narcotráfico ha generado mucha violencia, muertes, un narcoestado, paramilitarismo, desplazamiento de población local, tráfico de armas, personas. Recientemente, Petro, en su cuenta de X (ex Twitter) escribió que “ha cambiado la estructura del mercado de la cocaína. Las áreas de cultivo de plantas de coca y la localización de laboratorios buscaban trazar rutas hacia el norte por el océano Pacífico o hacia el Caribe. Las rutas recorrían Centroamérica, las islas del Caribe y México hacia EEUU. Estas rutas de manera progresiva comienzan a cambiar. Ahora van hacia el sur. Abandonan las costas y penetran al otro lado de la cordillera de los Andes hacia la selva amazónica”, señaló.
Hoy la mayor zona cocalera no se ubica en Tumaco, en el Pacífico, ni en el Catatumbo: la nueva zona de mayor producción de cocaína del mundo se ubica en una franja de 10 kilómetros a lo largo de la frontera colombo-ecuatoriana, del lado colombiano. Desde esta zona alejada del mar se trazan las nuevas rutas por los ríos, hacia el sur. Hacia Brasil, para llenar el mercado brasileño, y para pasar al África, y de allí a Europa. Hacia Ecuador y Perú para pasar al Asia oriental, a Japón y Australia. ¿La razón?: el mercado de la cocaína se desplomó en EEUU, reemplazado por uno peor: el del fentanilo.
Es por esta razón por la que cae el precio de la hoja de coca en las áreas dedicadas a la exportación hacia EEUU, y las organizaciones armadas asentadas allí reemplazan la pérdida de ganancias de la cocaína por oro ilícito, extorsión y secuestro contra la misma población de la zona.
Es por esto que las rutas de la marihuana y la cocaína ahora se bañan de sangre en el sur. Es por esto que, de ser un país pacífico, Ecuador ha superado en violencia a Colombia, y quizás es por esto que asesinaron al candidato presidencial Fernando Villavicencio.
Es probable que, con la nueva geografía del mercado de la cocaína, mafias paraguayas y uruguayas busquen construir una economía ilícita en Bolivia, y es posible que ahora los laboratorios de cocaína se ubiquen en Europa para competir con calidad ante la invasión de las drogas químicas y el fentanilo.
Cambia la geografía, pero sigue el fracaso de la guerra antidrogas, empeorando el panorama. Quizás Colombia, ante su incapacidad industrial para producir fentanilo -por carencia de precursores- pueda escaparse de esta geografía narcotraficante; escape que para los países del sur sería la paz.
Al fentanilo lo esconden en otras drogas para garantizar la adicción del consumidor. “De la marihuana del capitalismo del bienestar y sus juventudes rebeldes, pasamos a la cocaína, la droga de la competitividad y el neoliberalismo. Y ahora entramos a la droga de la muerte, el fentanilo: la droga del capitalismo de la crisis climática y la guerra”, señaló mandatario colombiano.
Ya que de geopolítica y fases del capitalismo hablamos, no olvidemos que EEUU ha financiado tropas e invasiones a través del narcotráfico. Tal es el caso de la “Contra” en Nicaragua. Las oleadas de drogas han coincidido históricamente con guerras en el mundo: hoy, Ucrania, Israel, Medio Oriente.