La capital de Ucrania amaneció de luto ayer tras los bombardeos rusos que dejaron más de 30 muertos y destruyeron el mayor hospital pediátrico del país, un balance que amenaza con aumentar a medida que se despejan los escombros.
El bombardeo del hospital infantil de Okhmatdyt conmocionó a Ucrania tras más de dos años de una guerra que empezó con la invasión rusa en febrero de 2022. El ataque también fue condenado por los aliados occidentales de esta ex república soviética.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, indicó que 38 personas murieron en todo el país, incluidos cuatro niños, y 190 resultaron heridos por los casi 40 misiles lanzados por Rusia. Al menos 31 personas murieron en Kiev, donde los bombardeos golpearon un hospital, una clínica privada y edificios residenciales.
El papa Francisco expresó su “profundo dolor” por los ataques a estos dos centros médicos, informó el Vaticano ayer en un comunicado.
En paralelo, el primer ministro de la India, Narendra Modi, paseó junto al presidente ruso, Vladimir Putin, bajo los árboles en la residencia suburbana del líder ruso mientras se ponía el sol.
La escena abrió el viaje de dos días del líder indio a Rusia e ilustró una realidad: a pesar del intento de Occidente de aislar a Rusia, otras naciones persiguen sus propios intereses con respecto a Moscú, ayudando a Putin a apuntalar la economía de Rusia.