Consumo de carne y de lácteos en pisos históricos, saltos en el uso de la tarjeta de crédito para llenar el changuito o para cargar nafta; aumento en la cantidad de autos que circulan sin seguro debido al encarecimiento de las pólizas, y también un incremento llamativo en la afluencia de pacientes que acuden al sistema público de salud. En los medios se suceden indicadores de cambios de hábitos entre los sectores medios argentinos y todos siguen un hilo común: el avance general del empobrecimiento.
Ese proceso está reconfigurando la estructura de la sociedad argentina a lo largo y ancho del país, Córdoba incluida. Flamantes datos oficiales revelan que aquí, este año, la clase media se achicó a su menor tamaño desde 2016 y tocó el mínimo de la serie histórica que registra desde ese año el Indec: en este 2024, equivale sólo al 37,5% de la población.
El porcentaje fue estimado a pedido del diario La Voz del Interior por el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) a partir de los microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), publicados hace días por el Indec. A partir de ese sondeo nacional, el organismo genera algunas de sus principales estadísticas en materia de empleo, de pobreza, etcétera.
Estos son los primeros números de 2024, relevados entre enero y marzo, y de ahí su interés. Aplican al Gran Córdoba, el lugar de residencia de 1,5 millones de habitantes. Idesa los cruzó con valores de canasta básica del Indec, es decir, con el monto de dinero neto mensual que una familia tipo (pareja y dos hijos) necesita para cubrir sus necesidades y en función del cual se la clasifica en los típicos segmentos: clase baja (indigentes y pobres), media baja, media tipo y alta.
Esa construcción estadística, que permite bocetar la “pirámide” o foto de la sociedad cordobesa en función a sus ingresos, da magnitud del deterioro. En ella, en el primer trimestre del año, la “clase baja” creció hasta englobar al 50,5% de la población. Son más de 800 mil cordobeses en hogares que no llegan a reunir un ingreso que cubra la canasta básica total, actualizada por Idesa a julio en $ 930 mil (para familia tipo de cuatro integrantes).
Ese 50,5% marca el valor más alto de toda la serie desde 2016, año bisagra para la estadística oficial: “Por entonces, el Indec realizó un ajuste en la EPH con el fin de reducir la subdeclaración de ingresos que tiene. Eso mejoró bastante la calidad de los datos. Por eso hacemos arrancar la serie ese año”, precisó Patricio Canalis, economista que realizó el cruce de números.
Vale aclarar que parte de la subdeclaración persiste, ya que se trata de una encuesta en la que son las personas las que informan sus ingresos mensuales. Se entiende que cuanto más altos estos son, mayor riesgo de sesgo hay. Igualmente, la EPH es el registro regular –valioso por eso a la hora de observar la evolución– sobre el cual, como se dijo, se calculan los datos oficiales de pobreza (semestrales), de desocupación y de muchos otros.
El número de pobreza en el Gran Córdoba coincide con el también estimado hace días por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (Odsa-UCA) a partir de la misma base de la EPH.
Continuando con la pirámide social cordobesa, el segmento social que se ubica sobre el universo de pobres es la llamada “clase media baja”: más de 156 mil cordobeses cuyo grupo familiar reúne cada mes hasta $ 1.163.000, un 25% extra sobre el nivel de la canasta básica. Equivalen al 10% de la sociedad cordobesa.
La clase media corresponde al hogar donde el ingreso es superior a $ 1.163.000 mensuales y hasta $ 3.722.000. A marzo último, ese segmento había sido reducido al 37,5% del total de la sociedad cordobesa, el menor porcentaje desde 2016.
En el vértice, se ubicó el 2% de la población con mayor nivel de ingresos: arriba de $3.722.000 netos mensuales por hogar.
Ante la fuerte erosión de ingresos, las familias del Gran Córdoba debieron apelar a distintas estrategias de supervivencia para lograr cubrir sus gastos habituales. Y una de las más utilizadas fue desprenderse de ahorros: los datos del Indec confirman que el 45% de los hogares aseguró haber tenido que gastar parte de ellos para llegar a fin de mes.
Un año de derrumbe social
¿Cómo era la foto de la sociedad cordobesa hace un año, en el primer trimestre de 2023? La comparación de aquella pirámide con la del primer trimestre de 2024 pone cifras al empobrecimiento general, asociado a la fuerte erosión de los ingresos: un desgaste de larga data que se profundizó a partir del último trimestre de 2023 y en este año.
La clase media pasó de equivaler casi a la mitad de la sociedad en el primer trimestre de 2023 (49%) a reducirse al citado 37,5% en igual lapso de este año. Algo antes, a fines de 2023, ya había decrecido al 42%.
El derrumbe registrado entre los inicios de 2023 y de 2024 implicó que más de 98 mil personas salieran de ese sector social y “bajaran” en materia de ingresos al sector medio bajo y bajo. Este último, el universo de pobres e indigentes, pasó de ser el 37% al 50,5% en un año, incorporando a más de 220 mil nuevas personas. Ese porcentaje supera incluso al pico del 49% marcado durante la pandemia.
Al cierre de 2023, ya alcanzaba al 41% de los habitantes del Gran Córdoba. El vértice mejor remunerado, hogares con mayores ingresos, también se redujo fuerte: del 4% al 2% del total de la sociedad.
El salto del empobrecimiento que muestran los datos del primer trimestre se da en un contexto de fuerte recesión, consecuencia del plan de shock implementado por la gestión Milei con el fin de estabilizar la economía luego del estado crítico al que llegó en noviembre/diciembre. Entre enero y marzo, el PIB cayó un 5,1%.
“A eso se sumó un rebrote inflacionario, asociado a la corrección de muchos precios relativos que se encontraban desajustados (combustibles, prepagas, alimentos, entre otros)”, enumera el economista Patricio Canalis. En ese período particular, los jubilados perdieron fuertemente, al igual que planes sociales, exceptuando AUH y la ex Tarjeta Alimentar.
“Como resultado, los hogares cordobeses perdieron un 19% de poder adquisitivo en un año. La principal explicación está en el aumento de la canasta básica (los precios de los alimentos en particular se encontraban controlados hasta 2023), en conjunto con un alto grado de informalidad en el mercado laboral. La fuente de ingresos primaria de muchos hogares se vio reducida en términos reales, haciendo que no pudiesen llegar a fin de mes de la misma forma en que lo venían haciendo”, analiza.
Respecto del contexto de la pandemia, vale destacar que este 2024 no operaron ayudas sociales como el IFE para informales y el ATP para asalariados, responsables de morigerar en algo la suba de la pobreza. Ahora, la asistencia se focalizó en los hogares con niños a través de la AUH y de la ex Tarjeta Alimentar.