En las últimas cuatro décadas, Argentina ha registrado un significativo aumento en la inversión educativa, pero la meta del 6% del PBI solo se alcanzó en contadas ocasiones. A pesar de este crecimiento, la brecha en el financiamiento entre los distintos niveles educativos sigue en aumento, con una marcada preferencia hacia la educación superior.
Según el informe “Evolución del financiamiento educativo” del Observatorio de Argentinos por la Educación, que analiza el período 1980-2022, el financiamiento de la educación superior creció un 226%, mientras que la educación básica experimentó un incremento del 163%. Esto representa una diferencia acumulada de 63 puntos porcentuales a favor de la educación superior.
El informe fue elaborado por Alejandro Morduchowicz, Leyre Sáenz Guillén y Víctor Volman, especialistas en políticas educativas.
Evolución del gasto educativo: un análisis en profundidad
El análisis revela que, en los últimos 42 años, el gasto público consolidado en educación ha aumentado tanto en porcentaje del PBI como en términos reales. No obstante, la inversión no ha sido homogénea: mientras que las provincias aumentaron su aporte en un 292%, la Nación solo incrementó su inversión en un 30%. Actualmente, el 78% del gasto educativo proviene de las provincias, a diferencia del 55% en 1980.
Además, el estudio resalta momentos de caída en la inversión educativa, como en los años ’90 y durante las crisis de 2002 y 2003. A partir de 2004, la inversión comenzó a recuperarse, impulsada por la Ley de Financiamiento Educativo y la Ley de Educación Nacional, que fijaron un objetivo del 6% del PBI para la inversión educativa. Sin embargo, esta meta sólo se cumplió en 2009, 2013 (incluyendo Ciencia y Tecnología) y en 2015 (exclusivo para educación).
Educación superior: el nivel más favorecido
Desde la ley de transferencia de los servicios educativos en 1992, cuando las provincias asumieron la responsabilidad de las escuelas, la inversión en educación superior ha superado ampliamente a la de los niveles inicial, primario y secundario. Esta diferencia se profundizó entre 2006 y 2022, alcanzando su punto máximo en 2018, cuando la inversión en educación superior fue 105 puntos porcentuales mayor que en la educación básica.
Ivana Templado, economista de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), advirtió sobre las implicancias distributivas de este patrón. «El mayor aumento del financiamiento en el nivel superior pone en entredicho cuestiones de equidad, ya que los niveles obligatorios de educación son los que deberían llegar a toda la población, mientras que la educación superior está orientada a los estratos más favorecidos».
Descentralización y desigualdades territoriales
El proceso de descentralización ha generado también profundas inequidades territoriales, especialmente en los niveles inicial, básico y medio. Javier Curcio, investigador del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) de la UBA, subraya que “es crucial que el Estado nacional asuma un rol activo para reducir estas disparidades y reforzar el rol de movilidad social que las universidades deben desempeñar”.
Perspectivas a futuro
El informe sugiere que el financiamiento educativo en Argentina ha seguido una tendencia procíclica: aumenta en tiempos de bonanza y se reduce durante las crisis. Alejandro Morduchowicz, uno de los autores del informe, afirma que “esta inestabilidad en los recursos dificulta la planificación a largo plazo de políticas educativas”.
El desafío de mejorar la calidad y la equidad educativa en un contexto de restricciones presupuestarias exige una distribución eficiente de los recursos, especialmente en los niveles básicos que impactan directamente en la mayor parte de la población.
La evolución del financiamiento educativo en Argentina muestra importantes avances en términos de inversión, pero plantea dudas sobre la eficiencia y la equidad en la distribución de los recursos, poniendo de relieve la necesidad de una revalorización de las prioridades a nivel educativo.