A falta de una semana para las elecciones en Estados Unidos, la ventaja de la vicepresidenta Kamala Harris sobre el ex mandatario Donald Trump en las encuestas nacionales empieza a ser muy escasa. En general, la candidata demócrata lidera por menos de un punto porcentual, según el promedio de encuestas de The New York Times.
Es su menor ventaja desde mediados de agosto y muestra, en realidad, un empate técnico. Aun así, los sondeos de la semana pasada ofrecieron un resquicio de esperanza para la demócrata: a nivel estatal no parecían inclinarse hacia Trump, aunque sí lo hicieran las encuestas nacionales. Los estados más disputados siguen estando extraordinariamente reñidos, y ningún candidato tiene una ventaja significativa en los siete estados con más probabilidades de decidir la presidencia.
En ese marco, Trump, respondiendo en algunos de los términos más directos hasta ahora a las crecientes acusaciones de que es un fascista, declaró: “Soy lo contrario a un nazi”. La extraordinaria declaración sigue a un creciente coro de advertencias sobre cómo podría gobernar el ex presidente si es elegido para un segundo mandato. La vicepresidenta Kamala Harris dijo la semana pasada que está de acuerdo con las evaluaciones de que Trump es un fascista después de que su ex jefe de gabinete dijera al New York Times que Trump gobernaría como un dictador y que, mientras estaba en el cargo, dijo que Adolf Hitler “hizo algunas cosas buenas.” Trump ha negado haber hecho los comentarios.
El candidato presidencial republicano se ha referido en repetidas ocasiones a sus oponentes políticos como el “enemigo desde dentro”, incluso durante un mitin que organizó el domingo en el Madison Square Garden, donde sus teloneros hicieron comentarios racistas y sonó el himno confederado “Dixie”. Algunos demócratas, entre ellos el gobernador de Minnesota Tim Walz, candidato a la vicepresidencia, establecieron paralelismos entre ese acto y un mitin nazi celebrado en 1939 en el mismo lugar.
Los ataques parecen haber tocado la fibra sensible de Trump, que dijo el lunes que sus oponentes se han referido a él como cualquier cosa, desde estúpido hasta un genio loco que pretende dominar el mundo. Los oradores que han intervenido en sus últimos actos se han referido a estas afirmaciones con frecuencia y con indignación, utilizando las etiquetas para galvanizar a sus multitudes y provocar indignación de la misma manera que los partidarios de Trump se unieron contra el comentario de Hillary Clinton de “cesta de deplorables” en 2016.
En paralelo, el fiscal de distrito de Filadelfia, Larry Krasner, presentó una demanda para impedir que Elon Musk y su organización de apoyo a Trump, America PAC, sigan con su sorteo diario de un millón de dólares en Pensilvania, calificándolo de plan de lotería ilegal para influir en los votantes en las elecciones presidenciales. El sorteo de Musk, que ya había llevado al Departamento de Justicia a advertir que podría violar la ley federal, pretende recompensar “al azar” a los votantes registrados en siete estados en disputa que firmaron una petición conservadora de America PAC, que está movilizando a los votantes para apoyar a Donald Trump.
“America PAC y Musk están engañando a los ciudadanos de Filadelfia -y a otros en la Commonwealth (y otros estados clave en las próximas elecciones)- para que renuncien a su información de identificación personal y hagan una promesa política a cambio de la oportunidad de ganar un millón de dólares”, decía la demanda.