En una Río de Janeiro blindada, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, recibió ayer a los líderes de la cumbre del G20, quienes asisten a la cita anual del foro que reúne a las mayores economías del planeta. Con poco más de una hora de retraso respecto a lo establecido, comenzó ayer la primera sesión de trabajo de la cumbre, dedicada a la discusión de la Alianza para luchar contra el hambre y la pobreza, bandera de la presidencia brasileña, además de los inevitables temas de la agenda global: clima, guerra y Donald Trump.
Los primeros mandatarios en arribar al evento fueron los primeros ministros de Singapur, Laurence Wong; Vietnam, Pham Minh Chinh y Noruega, Jonas Gahr Støre, que estuvieron precedidos por el secretario general de la ONU, António Guterres, y el presidente del Banco Mundial, Ajay Banga. También dieron presente el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, y los presidentes de Chile, Gabriel Boric; y de Paraguay, Santiago Peña. Se sumaron Joe Biden (Estados Unidos), Xi Jinping (China), Claudia Sheinbaum (México), Javier Milei (Argentina), Narendra Modi (India), Emmanuel Macron (Francia) y Olaf Scholz (Alemania).
“Nadie está en mejores condiciones que nosotros para cambiar el rumbo de la humanidad”, declaró Lula frente a los líderes de las mayores economías del mundo. En ese marco, abogó también por “revisar reglas financieras que afectan a los países en desarrollo” y por la aprobación de un impuesto universal a los llamados superricos.
Por su parte, Biden se refirió a las dos guerras en sus primeras palabras en el foro. “Estados Unidos apoya la soberanía y la integridad territorial de Ucrania y todos los que están en esta mesa también deberían hacerlo”, afirmó. Y agregó que “debemos aumentar la presión sobre Hamás para que alcance un alto el fuego en Gaza”. “Seguiremos presionando para acelerar un acuerdo de alto el fuego que garantice la seguridad de Israel, devuelva a los rehenes a casa y ponga fin al sufrimiento del pueblo y los niños palestinos”, subrayó Biden.
Acercamiento entre Starmer y Xi Jinping
El primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, expresó su inquietud por la situación de Jimmy Lai, editor y activista prodemocracia de Hong Kong que permanece detenido desde diciembre de 2020 bajo cargos de una controvertida ley de seguridad nacional impuesta por China.
Lai, de 76 años y ciudadano británico, podría enfrentar hasta cadena perpetua si es condenado. “Estamos preocupados por los informes sobre el deterioro de la salud de Jimmy Lai en prisión”, declaró Starmer ayer, al reunirse con el presidente chino Xi Jinping en la cumbre del G20 en Brasil.
Los periodistas fueron retirados de la sala al inicio de la reunión bilateral cerca del momento en que Starmer planteó el caso de Lai, reportó la agencia Press Association de Reino Unido.
Fue la primera vez que un mandatario británico se reúne con Xi en los últimos años, ya que las relaciones entre ambos países se deterioraron por preocupaciones de seguridad y derechos humanos y el apoyo de China a Rusia en la guerra en Ucrania.