“Planeamos todo en la vida pero nunca pensamos cómo nos gustaría pasar nuestros últimos años”, dice, en tono reflexivo, la hermosísima Jane Fonda, que hoy anda por los 86 años. El diálogo pertenece a la película “¿Y si vivimos todos juntos?”, del año 2011. La trama es la siguiente: cinco amigos toman la decisión de vivir juntos, evitando con su vitalidad comunitaria, que sean llevados por sus familias a centros para ancianos, en los cuales de alguna forma se pone en riesgo la continuidad de una amistad grupal que encierra una gran riqueza de vivencias, anécdotas y experiencias compartidas. A este grupo se une un joven estudiante de antropología, que convive con ellos en pos de escribir su tesis de grado.
Lo que más sorprende y diferencia a esta película de otras similares es su alto contenido sexual. Desde hace años se pretende erradicar el tabú del sexo entre ancianos y esta película pone su granito de arena de la manera más natural y cómica posible. Sí, hay una escena de sexo entre dos de nuestros protagonistas, pero el director huye de la típica broma del abuelete resoplando, los dolores y las lesiones derivadas de pretender una edad que ya no se tiene y deja claro lo que debería ser obvio: entre dos personas que se saben mayores no hay posturas extrañas, hay lo que hay y se disfruta igual que cuando uno es joven.
Pero quisiera volver al disparador de estas palabras: la reflexión de Jeanne (Jane Fonda). Surgen los interrogantes, saltan para todos lados. Un signo de pregunta rebota entre las ollas de la cocina, otros contra las cortinas, un par más se meten debajo de mis pies y me hacen cosquillas. No los ahuyento. Espero que se serenen y los escucho: me escucho. ¿En dónde y de qué manera viviré mis últimos años? Es la misma pregunta que se hace Jeanne y la misma que se hacen muchas personas. Otras: ¿En dónde vivirán mis viejos cuando sean más grandes de lo que son? ¿Quién cuidará de ellos? ¿Podré hacerlo yo? No tengo ninguna respuesta. Hago doble click en el link del futuro y no se abre ninguna ventana. Error 404.
El tema de la vivienda y de los cuidados de las personas mayores tiene que estar en el centro de la agenda política. Josefina Lanzi, de La Nación, realiza un nota donde se destaca el crecimiento de inquilinos en la franja etaria de las personas mayores de 60 años: “Los datos de la Encuesta Permanente de Hogares del primer trimestre de 2024, revela que de los 4.965.057 individuos que conforman la población mayor de 60 años en la Argentina, 359.754 son inquilinos. Esto representa “el 7,25% de la población adulta mayor y el 6,58% del total de inquilinos a nivel nacional”.
Ser propietario de una vivienda hoy en este país es difícil, mucho más para un segmento de la población cuyos ingresos son exiguos. En noviembre se aplicó un aumento a los haberes jubilatorios del 3,47%. De este modo, la jubilación mínima queda en $252.798,48. ¿Qué se puede alquilar con ese monto?
María Eugenia Pochat (2022) realizó un informe titulado: “La problemática de vivienda para los adultos mayores: Cómo incluyen las políticas de vivienda y hábitat a este segmento de la población”, que es parte de su tesis de Maestría en Economía Urbana, de la Universidad Torcuato Di Tella. Dicho informe analiza la problemática habitacional de las personas mayores en la Ciudad de Buenos Aires entre 2014 y 2020. Señala que, aunque entre el 75 % y el 80 % de los mayores de 65 años son propietarios de sus viviendas, muchas de estas presentan problemas cualitativos significativos, como barreras arquitectónicas, deterioro estructural y servicios deficientes. Además, destaca que las políticas habitacionales en Argentina suelen enfocarse en la población joven y no contemplan suficientemente las necesidades específicas de este grupo etario. Por ejemplo, los requisitos de edad de programas como Procrear suelen excluir a personas mayores, lo que limita su acceso a créditos para adquirir o adaptar viviendas.
Asimismo, el informe resalta que las políticas públicas habitacionales deben adoptar un enfoque interdisciplinario que contemple aspectos sanitarios, urbanos y económicos para garantizar viviendas adaptadas y accesibles. Los testimonios incluidos muestran cómo la falta de condiciones adecuadas impacta negativamente en la calidad de vida de las personas mayores, aumentando el riesgo de accidentes y afectando su autonomía. La autora subraya la importancia de fomentar soluciones como viviendas colaborativas, aunque estas aún resultan inalcanzables para la mayoría de los jubilados que perciben la mínima.
Existen algunos programas a nivel nacional y local que intentan dar solución al tema de la vivienda y de los cuidados de las personas mayores. La Secretaría de Desarrollo territorial, hábitat y vivienda, lleva adelante el programa Casa Activa. El mismo impulsa la construcción de viviendas para adjudicarlas en comodato a personas mayores de 60 años, distribuidas en Complejos Habitacionales, con equipamientos comunes y colectivos: áreas para realizar actividades educativas, deportivas y de recreación (biblioteca, pileta, parrilla, huerta) y Centros de Día con atención de salud primaria y terapéutica. Esta política habitacional tiene como objetivo principal potenciar el desarrollo humano desde una mirada solidaria, colaborativa e innovadora. Con este modelo de atención y cuidado comunitario se propone favorecer el desarrollo en sociedad y reforzar el sentido de pertenencia con un espíritu cooperativo para los adultos mayores.
Estos programas son importantes. Insuficientes, pero hay que celebrar su existencia y promover más y mejores acciones y planes estratégicos.
Alguien me toca la espalda, saco mis manos del teclado y me doy vuelta; es un signo de interrogación que me hace cosquillas, mientras el puntito de abajo se me cuela por el cuello de la remera: ¿en dónde viviré cuando sea más grande? ¿Podré cuidarme y cuidar de otros? ¿Tendré un par de paredes que me contengan? ¿Estarán los amigos y amigas con los que caminamos durante toda la vida? Quizás pueda llamarlos y les proponga que nos acompañemos. Contaremos las anécdotas de siempre y reiremos igual que siempre. De eso se trata la vida, reír, de jóvenes, de viejos, de niños y siempre.
Gringo Ramia, para El Club de la Porota
Cohousing
La experiencia de la película que nos servía de excusa para tratar la temática ya existe en distintas partes del mundo y aquí en Argentina también. En San Francisco, Córdoba, se está gestando un proyecto similar: Senior Living +60, en el Soho Park de dicha ciudad. Pudimos dialogar con Gabriel Zurvera, uno de los creadores del proyecto.
Desde lo conceptual, Gabriel planteaba lo siguiente: “pienso que primero habitamos en nuestra mente, habitamos en nuestro cuerpo, después habitamos con otros y luego habitamos los espacios arquitectónicos. Nosotros para cada uno de esos puntos tenemos una propuesta. Esto es un Senior Living, que significa que lo que vamos a proponer es que se transforma un hotel en una habitación que la persona puede adquirir a través de una membresía, o comprarse un departamento, pero que a su vez todo eso va rodeado de amenities, que hasta ahí es todo normal a cualquier lado. Pero después hay muchas herramientas de desarrollo personal para poder aprovechar a través de cursos, talleres y actividades que se van a proponer.
Que ahí está el tema de que, por ejemplo, si tenés uno de los servicios que es la cocina para comer bien, si tenés el profe de gimnasia que los agrupa según sus condiciones y los ayuda a desarrollar el cuerpo y si tenés para desarrollar la mente, si tenés para desarrollar las relaciones y bueno, es muchísimo más que una vivienda o un co-housing o con lo que lo quieras comparar”.
Un proyecto al cual estaremos atentos.
Para más información: https://seniorliving.com.ar/
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