El síndrome de fragilidad, una condición que afecta principalmente a adultos mayores, se caracteriza por debilidad muscular, pérdida de peso, falta de fuerza y malnutrición. Este cuadro progresivo condiciona las capacidades físicas de las personas, aumentando su vulnerabilidad y dependencia de otros, lo que puede derivar en un deterioro emocional significativo.
Según el Dr. Alejandro Amarilla, médico cardiólogo integrante de la Federación Argentina de Cardiología (FAC), esta condición puede complicar situaciones de salud como infartos, infecciones o cirugías, dificultando la recuperación y afectando el pronóstico de los pacientes.
La Federación subraya la importancia de la prevención y el diagnóstico temprano, ya que, aunque el síndrome de fragilidad es común, sus efectos pueden ser revertidos si se detecta a tiempo. «El entrenamiento físico y una nutrición adecuada, con un enfoque en el consumo de proteínas y nutrientes esenciales, son clave para mejorar la masa muscular y revertir los síntomas», explica Amarilla. Además, resalta que el apoyo emocional es fundamental, especialmente en personas aisladas o con movilidad reducida, quienes enfrentan mayores desafíos en su bienestar.
El Dr. Amarilla también enfatiza que el diagnóstico del síndrome de fragilidad puede realizarse fácilmente en un consultorio médico mediante simples pruebas, lo que permite intervenir de manera temprana y mejorar la calidad de vida del paciente.
Desde la FAC, recomiendan que quienes experimenten síntomas como cansancio excesivo o pérdida de fuerza consulten a su médico para un diagnóstico adecuado y, de ser necesario, iniciar un plan de tratamiento que incluya ejercicio, nutrición y apoyo emocional.
Con el aumento de casos en la población, el médico cardiólogo concluye que «el síndrome de fragilidad es cada vez más frecuente, pero puede revertirse si se actúa con rapidez, mejorando significativamente la calidad de vida de los pacientes».