En un mundo donde las redes sociales dictan las reglas de interacción y participación, un fenómeno psicológico se ha ido apoderando de millones de personas a nivel global: el FOMO, o “Fear of Missing Out” (miedo a perderse algo). Este término describe el temor constante de no estar viviendo experiencias tan emocionantes o importantes como las que otros comparten en sus redes sociales, lo que genera ansiedad y una necesidad compulsiva de estar siempre conectado.
El FOMO afecta especialmente a jóvenes y adolescentes, quienes se ven atrapados en un ciclo que les impide desconectar y vivir plenamente el momento presente. Incluso en TikTok y X, muchos usuarios han compartido experiencias derivadas de esta tendencia, donde comentan tanto buenos como malos momentos que vivieron tras asistir a lugares o eventos solo por miedo a perderse de algo interesante, pese a no haber tenido ganas de ir.
María Bruno, psicóloga especializada en psicoterapia cognitiva, explicó a HOY DÍA CÓRDOBA que el FOMO no es solo una respuesta emocional, sino también un comportamiento que involucra tanto pensamientos obsesivos como acciones compulsivas. “Este fenómeno tiene dos componentes fundamentales. Por un lado, un componente cognitivo y emocional que tiene que ver con pensamientos constantes sobre el temor a perderse algo, y por otro lado, el factor conductual, que se expresa en estrategias de conducta que la persona genera para aliviar ese temor o ansiedad que surge de sentirse excluidos, esto es la verificación compulsiva de redes sociales y notificaciones”, explicó.
Las redes sociales han transformado la manera en que nos relacionamos y nos percibimos. Si bien brindan muchas ventajas, como la posibilidad de establecer conexiones, compartir ideas y acceder a información valiosa, también generan efectos adversos cuando se usan de manera excesiva.
En ese sentido, Bruno aseguró: “El mal uso de las redes sociales interfiere de manera muy profunda y negativa en nuestra capacidad de tolerancia a la frustración, de concentración y de espera. Se altera de alguna manera los circuitos de recompensa de nuestro cerebro ya que cada vez que entramos a las redes y recibimos notificaciones, el cerebro libera dopamina, generando una sensación de placer momentáneo de muy corta durabilidad, lo que lleva a la persona a querer seguir entrando a las redes para experimentar nuevamente esa sensación”.
El FOMO está fuertemente relacionado con la insatisfacción y el sentimiento de exclusión. Las publicaciones de famosos, amigos o incluso desconocidos que muestran eventos, viajes, celebraciones o logros personales pueden desencadenar la sensación de que estamos perdiendo algo valioso. “Esto no significa que las redes sociales sean inherentemente malas, pero sí que el uso excesivo o poco consciente puede afectar nuestra salud emocional”, comenta Bruno.
Realidades idealizadas
Es importante tener en cuenta la presión social implícita que hay sobre saber lo que pasa en las redes sociales. Pero estas presentan una versión romantizada de la vida de los demás: lo que se muestra en las publicaciones es solo una pequeña parte de la realidad, y rara vez se refleja la vulnerabilidad o las dificultades que enfrentan las personas en su día a día. Esta idealización puede llevar a una constante comparación, que es una de las principales causas de ansiedad y estrés en quienes sufren de FOMO.
“Las redes sociales son una plataforma de comparación constante. Cuando vemos a otros viviendo lo que parece ser una vida perfecta, nos sentimos mal por no estar a la altura de esas expectativas, lo que genera una desconexión con la realidad y con lo que realmente estamos viviendo”, explicó Bruno.
La psicóloga subraya que es fundamental que las personas reconozcan que las redes sociales no son un reflejo exacto de la vida de los demás, sino una construcción cuidadosamente curada que busca mostrar solo lo mejor.
Como contraposición, el JOMO, la alegría de perderse algo
Recientemente, ha surgido un movimiento denominado JOMO, que significa “Joy of Missing Out” o “la alegría de perderse algo”. A diferencia de lo anterior, este concepto invita a las personas a desconectarse de la presión de las redes sociales y a abrazar la idea de que, al perderse lo que ocurre en línea, se está ganando algo mucho más valioso: el presente.
La idea detrás del JOMO es valorar la conexión con el mundo real, las personas a nuestro alrededor y nuestras experiencias personales, sin la constante necesidad de validación o de estar al tanto de todo lo que sucede en el mundo digital.
Sobre esto, la profesional indicó: “El JOMO es una invitación a reconectar con lo real. Es comprender que si me pierdo lo que está sucediendo en las redes no significa que me estoy perdiendo algo importante. Al contrario, significa que estoy prestando atención a lo que realmente importa: las personas con las que estoy, el lugar en el que estoy, el momento que estoy viviendo”.
Este enfoque promueve la desconexión voluntaria de las redes sociales y fomenta una vida más equilibrada, libre de la presión constante de estar disponible y ser parte de todo lo que sucede. Adoptar esta visión puede ser una estrategia eficaz para reducir el impacto negativo del FOMO y al mismo tiempo mejorar nuestra salud emocional.
Estrategias para regular el FOMO
Bruno menciona varias estrategias que pueden ayudar a las personas a manejar el FOMO y reconectar con su presente. Algunas de estas prácticas están relacionadas con la autorregulación del uso de redes sociales, mientras que otras están enfocadas en fortalecer la atención plena y la conexión con el entorno físico.
Desactivar las notificaciones
Una de las principales recomendaciones de la psicóloga es silenciar todas las notificaciones de las redes sociales. “El sonido de una notificación activa una urgencia que nos hace dejar lo que estamos haciendo para chequear qué me acaba de llegar. Si desactivamos las notificaciones, somos nosotros quienes controlamos el dispositivo, y no al revés”, dice Bruno.
Establecer límites de tiempo
Otra estrategia efectiva es establecer límites de tiempo para el uso de redes sociales. Utilizar temporizadores para restringir la cantidad de horas que se pasan en las aplicaciones puede ayudar a controlar el comportamiento impulsivo y evitar el uso excesivo.
Practicar mindfulness
El mindfulness, o atención plena, es una técnica que puede ayudar a reducir la ansiedad y aumentar la conciencia del presente. La psicóloga sugiere: “Practicar mindfulness nos permite estar más atentos a lo que estamos viviendo en este momento. Pasa muchas veces que interrumpimos conversaciones o dejamos en stand by a quienes tenemos al frente, que son parte de lo real, para ver la notificación que entró o responder mensajes. Ese, por ejemplo, es un buen momento para practicar el mindfulness”.
Conectar con la naturaleza
Pasar tiempo al aire libre, lejos de las pantallas, puede ser una forma efectiva de reducir el FOMO. “La naturaleza tiene un poder curativo y puede ayudarnos a desconectar de la ansiedad que genera el uso constante de redes sociales”, concluye Bruno.
El FOMO es un fenómeno que refleja las tensiones y las presiones propias de una era digital que parece no detenerse. Si bien las redes sociales pueden ofrecernos muchas oportunidades, es importante aprender a manejarlas de manera saludable y consciente para evitar que interfieran con nuestra salud mental. El verdadero desafío no es evitar lo que sucede en las redes, sino aprender a disfrutar de lo que realmente vivimos, sin comparaciones ni presiones externas.