Probablemente esta nota llegue a destiempo. Después de algunos meses de que la autora haya ganado el Premio Nobel de Literatura con La Vegetariana, y tras innumerables reseñas y análisis de la obra. Pero tiene la suficiente fuerza como para continuar hablando de él, aún más en el marco del mes de la mujer y esta sección que comenzamos a principios de marzo.
El Premio Nobel de Literatura 2024 fue para la escritora surcoreana Han Kang
La capacidad de Han Kang para abordar temas profundos y controversiales la condujo a ser una de las voces más influyentes en la literatura contemporánea. A través de sus libros, la escritora ofrece visiones tan crudas como conmovedoras de las complejidades humanas.
La Vegetariana, una de sus obras más destacadas y reconocida con diversos premios, logra desafiar las expectativas sociales sobre la identidad, el cuerpo y la libertad femenina. En este contexto, la protagonista de la novela, Yeonghye, se convierte en un símbolo de resistencia frente a las imposiciones de una sociedad conservadora que reprime tanto la individualidad como la autonomía femenina. El éxito de La Vegetariana marcó un hito importante en la literatura mundial, no solo por la originalidad de su narrativa, sino por la forma en que Kang combina lo psicológico con lo surrealista, planteando preguntas sobre la naturaleza del deseo, la violencia y la rebelión.
“Hubo lectores que me dijeron abiertamente que el libro era demasiado perturbador, que les molestaba. A las mujeres, en cambio, les gustó aunque les impactase. Comprenden mejor los sentimientos de Yeonghye”, confesó la escritora en una entrevista años atrás. En muchas reseñas, la protagonista ha sido catalogada como la antiheroína, sin embargo, Kang asegura: “Lo interesante es que muchos la ven muy débil, pero yo la escribí como una mujer fuerte y valiente”.
Ambientada en Corea del Sur, la novela aborda la lucha por romper con lo socialmente aceptable, aunque no siempre sea lo correcto. A través de una prosa sencilla de seguir pero algo perturbadora, la autora muestra cómo una elección aparentemente simple, como decidir ser vegetariano, puede desencadenar una serie de eventos trascendentales.
Es la historia de una mujer “común y corriente” en palabras de su esposo, que “nunca fue una persona especial” hasta que dejó de comer carne. Todo ocurre después de una sangrienta pesadilla, cuando la protagonista se levanta en medio de la noche para tirar toda la carne que encuentra en la heladera, y desde ese momento no vuelve a ingerir ningún producto proveniente de animales.
Pero la sociedad la juzga, sobre todo su entorno cercano. Su familia comienza a obligarla a comer carne y tras un violento episodio del que ella logra huir, llegan las consecuencias. “Se habían comportado como si fueran completos desconocidos e incluso personas hostiles”, describe un fragmento del libro sobre la actitud de su familia.
La realidad de Yeonghye se vuelve incluso peor. Las pesadillas la siguen atacando pese a haber dejado de comer carne, y es ahí cuando comienza una batalla insoportable: estar dormida implica tener sueños sangrientos y torturantes, pero estar despierta es una constante lucha contra su familia que la trata de loca, reflejo de una sociedad que sigue cuestionando las decisiones de las mujeres.
Los narradores
La novela se divide en tres capítulos muy extensos, cada uno narrado desde la perspectiva de quienes la rodean: su esposo, su cuñado y su hermana. A través de sus relatos, se conocen los cambios de la protagonista como tres estadíos, desde la decisión inicial y las primeras críticas hasta un diagnóstico triste e inevitable.
La primera parte, narrada desde el punto de vista de su esposo, el cual se muestra inicialmente confundido por la decisión de Yeonghye de abandonar la carne, establece el tono de la novela. Aquí, la protagonista comienza a recibir críticas de su entorno e incluso a ser agredida por su familia. Hasta antes de su giro hacia el vegetarianismo, su esposo la describe como una mujer común, sin grandes aspiraciones ni intereses. Las formas en que habla y piensa sobre ella llegan incluso a ser crueles: “¿Acaso no la había seleccionado con cuidado por ser la mujer más corriente del mundo?”, es solo una de las tantas frases que rebajan a su esposa.
La segunda parte está narrada desde la perspectiva de su cuñado, un artista obsesionado con el cuerpo humano, quien apenas entiende a Yeonghye y logra que exprese un poco de lo que siente haciéndola parte de sus expresiones artísticas. Pero la trama toma un giro inesperado que pone en tensión la fina línea entre el arte y el morbo.
Finalmente, la tercera parte, narrada desde el punto de vista de su hermana, la única de su familia que la acompaña, ofrece una visión más profunda sobre las consecuencias de la transformación de Yeonghye, así como un diagnóstico que ella no sufre por su progresiva desconexión con la realidad. A esta altura, la protagonista se compara con un árbol y desea abandonar su cuerpo para ser parte de la naturaleza: “Yo ya no soy un animal. Yo ya no necesito comer. Puedo vivir sin alimentarme. Me basta con el sol”.
A lo largo de la historia, vemos como la protagonista se debilita cada vez más, sin parecer importarle. Pero la contracara de un cuerpo flaco y desnutrido parece ser una mente fuerte y poderosa. El cuerpo de Yeonghye ya no responde como antes, pero su bienestar físico le resulta cada vez más irrelevante en comparación con los pensamientos y emociones que la dominan.
“Tu propio cuerpo es lo único a lo que puedes hacer daño. Es lo único con lo que puedes hacer lo que quieras. Pero ni eso te dejan hacer”, dice casi al final de la novela. Una frase que, así como la novela en general, logra que el lector entienda y a la vez rechace la actitud de la protagonista. Surge también la reflexión sobre lo que realmente significa el autocuidado y el autocastigo. Si nuestro cuerpo es lo único que realmente poseemos en este mundo, ¿por qué a veces nos parece tan difícil cuidarlo, alimentarlo y respetarlo?
La decisión de dejar de comer carne se convierte en un acto de resistencia, un rechazo a los imperativos sociales, familiares y culturales que la empujan a comportarse de una manera determinada.
La carne en la cultura coreana
Pero se debe tener en cuenta la posición que ocupa la carne en el contexto coreano, donde durante siglos ha sido considerada un manjar reservado para ocasiones especiales, y su consumo se asoció con una mayor riqueza y abundancia. En la cultura tradicional coreana, la carne no solo tiene un valor nutricional, sino que también representa el bienestar y la estabilidad.
Al ser un símbolo de estatus, es mal visto que alguien que pueda darse el lujo de comer carne decida no hacerlo. Y es que este tipo de decisiones sobre cómo vivir la vida resultan tan ajenas al resto que simplemente no pueden entenderse. Más allá del vegetarianismo, es una negación a los preceptos hegemónicos y al orden establecido.
A modo de advertencia, la novela trata temas complejos y perturbadores que podrían resultar intensos o difíciles de abordar para algunos lectores. Contiene escenas de violencia explícitas, autolesiones y violaciones. También se abordan temáticas en torno al aislamiento, los trastornos alimenticios y problemas psicológicos.
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