Es claro que nadie dejaría que un niño se acerque a un enchufe o juegue con algo peligroso. Ahora, cuando un familiar fumador, especialmente en estas épocas de cuarentena, sale a fumar un cigarrillo ¿se toma luego una ducha y lava toda su ropa? Es bastante improbable, y lo que seguramente no sabe es que está ingresando humo de tercera mano a su hogar y poniendo en riesgo la salud de los más pequeños de la casa.
El humo de primera mano es aquel inhalado por el fumador, que genera un daño local, en las vías áreas, y también general, en función de su absorción por forma sistémica. El humo de segunda mano, por su parte, es la suma del humo exhalado por el fumador más el producto de combustión de la colilla de cigarrillo. Éste contiene más de 69 partículas tóxicas cancerígenas, metales pesados y otras sustancias.
Entonces ¿qué es el humo de tercera mano? Corresponde a todas las partículas provenientes del humo de segunda mano a las cuales se le suman otras generadas mediante reacciones químicas entre la nicotina exhalada y productos del aire ambiental que se depositan en todas las superficies de los ambientes donde hubo tabaquistas.
Los niños son la población más vulnerable, porque suelen gatear o sentarse en el piso, tocan todo y se llevan las manos a la boca. Cuando un niño abraza a una persona tabaquista inhala y absorbe partículas del humo de tercera mano adheridos a la ropa, piel y pelo del fumador
¿Cuál es el daño a los niños que están expuestos al humo de segunda y tercera mano?
– Mayor prevalencia de muerte súbita, sabiendo que cuando los lactantes duermen boca arriba y viven en casas absolutamente libres de humo de cigarrillo disminuye significativamente el riesgo de muerte súbita.
– Más dificultades a nivel escolar que también se asocian con trastornos de conducta. Son chicos más irritables y excitados, más hiperactivos y agresivos.
– Mayor prevalencia de enfermedades oncológicas, especialmente leucemia, y mayor cantidad de caries, entre otras enfermedades.
– Mayor frecuencia y severidad de infecciones respiratorias por neumonías y bronquiolitis con mayor riesgo de ingresar a terapia intensiva.
– Mayor prevalencia de otitis y roncadores.
– Mayor cantidad de enfermedades alérgicas tanto a nivel de la piel como a nivel respiratorio.
– En el caso de los chicos con asma, se dificulta controlar la enfermedad, presentan más síntomas, requieren mayor cantidad de corticoides y, en general, el tratamiento controlador es menos eficaz.
El tema es complejo, porque el humo de tercera mano persiste más de 19 meses en la ropa, las telas y las distintas superficies cercanas donde una persona ha fumado.
Se ha demostrado que la cantidad de cotinina -una sustancia derivada de la nicotina que se utiliza para medir la exposición al humo activo y, sobre todo, al pasivo- en orina de niños cuyos padres no son fumadores es muchísimo menor que en el caso de padres fumadores. A su vez, la diferencia en casos de niños con padres que aseguraban fumar exclusivamente afuera versus aquellos que confesaban fumar dentro de casa fue escasamente menor.
De acuerdo con la 4° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, durante el lapso de casi 10 años, descendió de forma significativa (un 25%) el hábito de fumar en restaurantes y también en el ámbito laboral. Sin embargo en los hogares solamente bajó el 8.8%.
En esta cuarentena modificamos los hábitos de limpieza y hacemos nuestro mayor esfuerzo para evitar el ingreso del virus a nuestros hogares. Pero existe otro enemigo que podemos estar ingresando nosotros mismos, y una campera colgada en el perchero que pertenezca a un fumador, está dejando en ese ambiente humo de tercera mano que puede afectar al resto del núcleo familiar, especialmente a los más pequeños.