Después de un año y medio de pandemia, y casi 10 meses de escuelas cerradas en este período a causa de las restricciones para frenar los contagios de Covid-19, es difícil medir en números las secuelas educativas derivadas de esta situación epidemiológica extraordinaria.
Sin embargo, la percepción es que la educación remota y la intermitencia (una semana en el aula y otra en casa) están generando retrasos emocionales en algunos niños que comienzan el proceso de alfabetización y, también, un estancamiento en los estudiantes secundarios.
En un informe publicado ayer por la periodista Mariana Otero, se dio cuenta que en los consultorios y en las escuelas, psicólogos y docentes advierten sobre regresiones” en niños pequeños, vinculadas a la angustia, el miedo y la falta de socialización, y también, a la escasez de recursos tecnológicos y culturales para acompañar el proceso de aprendizaje. Además, se está detectando un aumento en el consumo de sustancias en adolescentes.
Este año hemos observado que hay numerosos chicos de 7 u 8 años que están en segundo grado pero que no han podido adquirir conocimientos y habilidades de lectura y escritura que se aprenden en el inicio de la escolaridad. Debido a la situación de aislamiento de 2020 no lograron esos aprendizajes”, explicó Bibiana Amado, directora del proyecto de extensión universitaria de la Facultad de Lenguas de la UNC Propuesta de alfabetización en red en el marco de la pandemia/pospandemia”. Amado subrayó que, en muchos casos, las familias no contaban con los dispositivos necesarios o con conectividad para que sus hijos asistieran virtualmente.
En otros, podían conectarse a las clases virtuales, pero no se sentían motivados. La psicóloga Patricia Depetris, docente en el Centro Independencia, una entidad formadora en coordinación y terapia de grupo, avalada por el Colegio de Psicólogos, también observó regresión emocional en los niños de 3 a 6 años, que inician su etapa de escolarización.
Dejaron de usar pañal y ahora vuelven al pañal, manifiestan terrores nocturnos o angustias que los papás no saben cómo resolver. Lo que ven como berrinches es la imposibilidad de comunicar lo que les pasa”, indicó Depetris. En los adolescentes, se observa falta de motivación y síntomas depresivos. También aparecen dificultades para expresarse y decir lo que sienten; se advierte una creciente pobreza lingüística.