Por Analía Martoglio
El Comité Nacional de Salud Infantil y Ambiente de la Sociedad Argentina de Pediatría publicó el pasado miércoles 07 de julio, el informe Efecto de los Agrotóxicos en la Salud Infantil”, un documento que recopila toda la información que se ha generado sobre la problemática en los últimos diez años.
Dicho informe es el resultado del trabajo de un equipo multidisciplinario encabezado por la pediatra Maria Gracia Caletti, que recopiló información científica actualizada, generada local y mundialmente sobre pesticidas y salud infantil, tema que tiene un fuerte impacto en la salud colectiva de los argentinos y de los niños en particular.
En la introducción del documento de 171 páginas, la doctora Gracia Caletti manifiesta que nuestro país tiene una actividad agrícola de las más extensas del mundo y como consecuencia, el uso de agrotóxicos es generalizado con una tendencia que aumenta sostenidamente con el tiempo.
En esa línea, el doctor cordobés Medardo Ávila Vázquez, coordinador de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados, explicó que hay pocos países donde la exposición de las personas y de los niños a los agrotóxicos es tan intensa como la que se da en los pueblos de las áreas agrícolas argentinas. En esas zonas la contaminación del aire, del suelo y del agua es muy intensa y va creciendo porque las dosis de aplicación de agrotóxicos se multiplica año a año”.
El fenómeno mundial adquiere una especial significación en Argentina debido a la enorme extensión de tierras destinadas a la actividad agropecuaria, la cual se implementa con criterios principalmente económicos y encuentra en el país una serie de deficiencias que impiden el control de uso de los agrotóxicos y en consecuencia, la protección de la salud de la población.
Entre ellas está la falta de leyes, el incumplimiento de las existentes, la ausencia de personal de salud capacitado en el tema, falta de concientización de la población, falta de educación comunitaria, ausencia de registros médicos adecuados y ausencia de estadísticas que permitan medir la magnitud del problema.
Los efectos perjudiciales de los agrotóxicos sobre la salud humana tienen una sólida fundamentación científica y la mayoría de los países desarrollados tiene legislación restrictiva sobre su uso. Actualmente México, y otros como Francia, que tiene una legislación que obliga a disminuir cada 5 años, el 30% de agrotóxicos utilizados hasta dejar de usarlos en el año 2035.
Particularmente, los efectos en la salud de los niños están demostrados por pruebas y trabajos científicos en los que se muestra que entre un 40% y un 50% de los infantes que viven en pueblos agrícolas tienen síntomas de asma, sobre todo en los meses de aplicación de agrotóxicos que son octubre, noviembre y diciembre. En cambio, en las ciudades grandes como Rosario, Córdoba, Mar del Plata o Buenos Aires, solamente el 12% de los niños sufre cuadros asmáticos y necesita broncodilatadores en aerosol.
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Además, la cantidad de bebés que nacen con malformaciones es entre dos y tres veces más frecuente que la que naturalmente existe en las poblaciones humanas. Esto ocurre por contextos de madres o embarazadas que viven en ambientes donde se respiran agrotóxicos, los cuales actúan sobre las estructuras genéticas de los embriones produciendo malformaciones graves.
Pero lo preocupante y llamativo en este informe es la demostración de que los agrotóxicos en general, y el glifosato en particular, tiene el efecto de inhibir la multiplicación de las ramificaciones de las neuronas.
Nuestras células cerebrales deben estar interconectadas para contar con nuestras amplias capacidades intelectuales, sensitivas y emocionales. Esto se ve disminuido en los lugares con una carga grande de glifosato. Las neuronas en estos contextos no se ramifican o lo hacen mínimamente comparándolo con las neuronas normales”, subrayó Ávila Vázquez.
Según destacó el médico, el año pasado se publicaron extensos estudios epidemiológicos en EEUU, donde se demostró que las madres que vivían en zonas cercanas a los campos donde se aplicaban agrotóxicos, tenían más del doble de riesgo de que sus hijos tengan problemas intelectuales, en el aprendizaje, en la capacidad del habla o incluso autismo.
Teniendo en cuenta que las escuelas rurales del país son fumigadas masivamente por aviones o equipos terrestres sin ningún tipo de consideración y con los niños incluso dentro de ellas, los especialistas coinciden en que lo imprescindible es avanzar en un sistema de producción que disminuya la utilización de agrotóxicos para proteger a los niños de esta exposición.
En ese sentido, destacan que cada día crece la evidencia sobre la existencia de formas agrícolas de producir que no requieren pesticidas contaminantes, formas productivas que sostienen los rendimientos y que mantienen la ganancia de los productores.
En conclusión, en nuestro país debemos solicitar políticas de reducción en el uso de agrotóxicos que ya se desarrollan con éxito en otras regiones del mundo. «Necesitamos decisiones políticas en ese camino, pero también que los pediatras garantes de los Derechos del Niño los reclamemos con firmeza”, puntualizó Ávila Vázquez.