¡La pifiaron!
La condena de dos años de cárcel de cumplimiento efectivo a Ángel Leopoldo Cabrera recibió diferentes interpretaciones, aunque, la mayoría, de conformidad sobre lo ocurrido en la Cámara Segunda del Crimen. Al haberse verificado los dos hechos de violencia de género en contra de su ex pareja Cecilia Torres Mana, el veredicto deberá ser cumplido con al menos ocho meses de prisión en Bouwer.
Más allá de la apelación que presentará el avezado defensor, Carlos Hairabedián, los jueces de Ejecución Penal no están por estos tiempos demasiado dispuestos a liberar a maltratadores y golpeadores. Pero el problema mayor para el Pato” son las tres causas pendientes de las tres ex parejas que lo denunciaron: además de Torres Mana, Micaela Escudero y Silvia Escudero, madre de los hijos del golfista. El fiscal Cristian Griffi podría acumular todas las denuncias por coacción, desobediencia a la autoridad reiterada, amenazas, lesiones leves calificadas, y armar una sola causa que sería elevada a juicio en un par de meses.
Como dijo la fiscal Laura Battistelli de la Cámara Segunda, este primer proceso condenatorio es un árbol comparado con «el bosque» que se le viene. Evidentemente, el segundo juicio será bastante más complicado y la condena podría ser bastante mayor y, por supuesto, también de cumplimiento efectivo, con lo que tendrá que cumplir las dos terceras partes para aspirar a una excarcelación.
Dicho de otro modo, si alguien pensó que lo del Pato” Cabrera era soplar y hacer botella, se equivocó. Una modestísima conjetura nos permite pensar que, como mínimo, Cabrera estará alrededor de tres años recluido en prisión. Por lo tanto, si él y sus allegados pensaron que todo iba a ser trámite, la pifiaron mal.
Como una perpetua
En los pueblos y pequeñas ciudades, donde todos se conocen con casi todos, los hechos estridentes explotan como bombas. Despeñaderos, ubicado a solo 50 kilómetros al sur de nuestra ciudad, sufrió hace cuatro años un sacudón del que recién empieza a recuperarse. A mediados del 2019, la revelación de una perversa historia de abusos protagonizada por un «abuelo» mecánico pegó como un mazazo.
Hace algunos días, la Cámara Séptima del Crimen, condenó a Aníbal Francisco Oliva a 16 años de prisión, en un juicio abreviado en el que el depravado confesó y reconoció haber abusado con acceso carnal de su propia nieta, cuando la niña tenía entre 7 y 12 años. Pero la investigación demostró, que también se aprovechó de tres vecinitas de 5, 9 y 10 años, a quienes manoseaba y obligaba a masturbarlo en el taller mecánico de su propiedad.
Esta atrocidad se descubrió cuando la nieta de Oliva pudo contarle semejante infierno a su madre, lo que sirvió para que juntas hicieran la denuncia, cabalmente confirmada mediante la realización de una cámara Gessel. Durante la audiencia del juicio, no dejó de sorprender la valentía y fortaleza de esta adolescente, que logró emerger del calvario vivido. Inevitablemente recordamos a Sathya Aldana, quién sufrió abusos similares que la llevaron al suicidio, y que judicialmente desembocaron en una grave condena para su padre abusador Walter Insaurralde.
Tras la condena a Oliva, en Despeñaderos se respira alivio y conformidad, con la sensación de que esta condena de 16 años para este vecino abusador de 67 es como si fuera una perpetua.