La probable relación surge de un estudio realizado por investigadores del Conicet que robustece la hipótesis surgida en 2015 de que la yerba mate (Ilex paraguariensis) podría tener efectos benéficos en relación al desarrollo y la progresión de esa enfermedad del sistema nervioso.
El trabajo dirigido por el investigador adjunto del Consejo en el Departamento de Fisiología, Biología Molecular y Celular de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEN, UBA), Juan Ferrario, mostró que la yerba mate tiene la propiedad de prolongar la vida de las neuronas dopaminérgicas en cultivo.
«Las neuronas dopaminérgicas, relacionadas con control de la locomoción, además de ser las primeras en verse afectadas en los pacientes con Parkinson, son también las que mueren con mayor rapidez en las condiciones de cultivo que nosotros realizamos – entre los 10 y los 15 días-, justamente, por ser más proclives a sufrir daño celular. Nosotros testeamos el efecto de administrar un extracto de yerba mate sobre dicho modelo de neuronas dopaminérgicas en cultivo y vimos que el mate tiene un efecto neuroprotector poderoso –incluso mayor al de otros neuroprotectores conocidos como el Trolox- que enlentece el momento de su muerte», explicó el especialista.
Una vez caracterizado el extracto de la yerba mate desarrollado por el equipo de investigadores y establecidos los efectos sobre las neuronas dopaminérgicas en cultivo, los especialistas quisieron ver qué es lo que ocurría al tratarlas con algunos de sus componentes por separado.
«Pudimos establecer que dos de los compuestos principales de yerba mate, la teobromina y el ácido clorogénico, individualmente también actuaban como neuroprotectores, aunque en ambos casos su efecto protector fue ligeramente más bajo que el del extracto de yerba mate en su conjunto. Sin embargo, en sendos casos la neuroprotección fue más potente que la brindada por otros compuestos neuroprotectores ya conocidos como la cafeína, la nicotina y el antioxidante Trolox», señaló Ferrario.
Los experimentos realizados sobre las neuronas dopaminérgicas en cultivo por Alejandra Bernardi y Pedro Ballestero, ambos del Instituto de Investigaciones Farmacológicas, mostraron que la yerba mate además de postergar su muerte puede estimular el crecimiento de sus axones y dendritas. Al probar los componentes principales individualmente, los investigadores notaron que el ácido clorogénico tenía un efecto similar, mientras la teobromina no afectaba el tamaño de las proyecciones neuronales.
«Lo interesante es que la yerba mate es uno de los principales proveedores naturales de ácido clorogénico y la ingesta de los tomadores de mate es entre tres y cinco veces mayor que la de los tomadores de café. En este trabajo pudimos demostrar también que este compuesto por sí sólo es un poderoso agente neuroprotector», comentó el investigador.
Ferrario destacó que si bien las conocidas propiedades antioxidantes de la yerba mate hacían esperable que brindara cierta protección sobre las neuronas dopaminérgicas, lo sorprendente es que tanto la planta como el ácido clorogénico tengan un efecto neuroprotector más poderoso que un antioxidante reconocido como el Trolox, lo que hace pensar que el efecto biológico no sólo se debe a las propiedades antioxidantes del mate sino que involucrarían mecanismos celulares aún por descubrir.
«Aunque resta mucho trabajo por hacer, nuestro trabajo presta por primera vez evidencia sobre el efecto protector que la yerba mate puede brindar sobre la neuronas dopaminérgicas que se ven afectadas en el desarrollo de la enfermedad de Parkinson», concluyó el investigador.