Guiado por la pregunta “¿Cómo se comienza a reparar un corazón roto?”, Bruno Pozo Lagiglia convirtió el desamor en un libro de relatos llamado “Simulacro”. La producción literaria se presentará el jueves en Bastón del Moro, en un evento gratuito y abierto al público
“Me inspira el haberme roto”, confiesa Bruno Pozo Lagiglia sin miedo a la vulnerabilidad, y el aire que lo envuelve, lejos de volverse tenso, se transforma en una oleada de sensibilidad habitable.
Bruno Pozo Lagiglia tiene 23 años, es oriundo de San Rafael (Mendoza) y actualmente vive en la ciudad de Córdoba. Es estudiante de arquitectura y también escritor. El jueves a las 19:30, en Bastón del Moro (Bv. Chacabuco 483) presenta su primer libro de relatos e ilustraciones, “Simulacro” (Para comprar el libro «Simulacro», hacer click aquí), editado por la productora local EMS Producciones y curado por la artista y editora Victoria Revol. El evento será abierto al público, con entrada libre y gratuita.
Cuatro años fueron los que necesitó el artista para construir su primer libro: “Arranqué a escribir ‘Simulacro’ en diciembre de 2017, sin la idea de que sea una obra como tal, sino como un ejercicio de volver a encontrarme en la escritura”, expresa.
“La escritura me enseñó cómo podía armarme yo emocionalmente para poder transitar ese duelo y aprender de eso”, expresa el autor.
El texto que definió el hilo conductor de la obra literaria (tanto que la tituló a su semejanza) fue “Simulacro”, un escrito en donde el autor recuerda los simulacros escolares que vivía de niño ante un posible terremoto y genera un paralelismo con “el intento programado que nos termina preparando para algo todavía más fuerte. Que nos hace menos doloroso el momento del impacto, justo antes que se desmorone todo, y no queden más que escombros como recuerdos”.
“Una parte fundamental del libro fue el texto ‘Simulacro’, para mí tenía mucha fuerza y relevancia y me generó cierta disciplina para escribir”, manifiesta el escritor.
El libro “Simulacro” refleja la crudeza del desamor y el desgarrador proceso de duelo, “A todos los amores y en especial a este”, expresa la dedicatoria del libro, pequeño adelanto de la dolorosa sinceridad que caracteriza cada uno de los textos que lo conforman. “El libro tiene una historia que fue real y sucedió. Todavía sigo viviendo un duelo, esa es la verdad, se hizo muy largo. Y la escritura, en ese sentido, me ayudó a entender qué iba sucediendo, etapa por etapa”, confiesa el autor y agrega “La escritura me enseñó cómo podía armarme yo emocionalmente para poder transitar ese duelo y aprender de eso”.
Pozo Lagiglia encontró en la escritura “un lugar seguro”, gracias a la técnica pudo comprender qué le sucedió como “individuo emocional”. También, en la simbiosis de tinta y papel descubrió que su mejor inspiración a la hora de escribir es cuando tiene el corazón roto: “Ahí salen cosas fantásticas”, reconoce.
Sensible y memorioso, el autor manifiesta que durante los cuatro años que duró el proceso de escritura de “Simulacro”, se dio “la oportunidad de crecer”. “A medida que fui creciendo se pusieron en juego muchas cosas que empecé a registrar, como por ejemplo, el modo que nos enseñaron cómo era el amor de chicos, y cómo se mostraba en las películas o los cuentos”, y recuerda que el primer libro que lo “flasheó” fue “Los ojos del perro siberiano”, ya que pudo conectar con “un texto o una poesía totalmente real”.
El oficio de escribir no es lineal, hay momento de lucidez, quienes utilizamos la escritura como herramienta de trabajo rogamos que sean eternos, y momentos de insoportables mesetas creativas, en donde la vida se pausa y parece nunca más encender su luz verde, es en este sentido que el autor cuenta que para superar esas crisis del oficio recuerda momentos donde se sintió querido: “Vuelvo a recordar el amor, a veces funciona, a veces no”.
Dentro de su neófito mundo de escritor, Bruno Pozo Lagiglia, marida sus palabras con la humildad y declara: “El proceso de escribir ‘Simulacro’ me enseñó a tomarme en serio como artista y como persona emocional, el resultado final, creo que fue, y lo sigue siendo, comenzar a confiar más en mí”, y sostiene, invocando de esta manera al agradecimiento, que para él fue muy importante encontrar a la gente indicada para llevar adelante su proceso literario y para “que todo funcione y que tengan la misma energía que uno”.
Si hay algo que Pozo Lagiglia aprendió en sus cuatro años de producción literaria es a respetar sus deseos. Deseó sanar el desamor, y “Simulacro” fue el punto de partida para comenzar a hacerlo. Aún está en carrera, y cada poema nuevo que escribe es un recordatorio de que a la meta sólo se llega poniendo los pies sobre la tierra, “Porque lo importante del simulacro es nunca dejar de correr, hasta no tocar suelo firme”, relata el segundo poema de su libro.
“Simulacro” es una invitación a rompernos, a presionar el dedo sobre la herida o tal vez a recordar que todos estamos atravesados por dolores tan orgánicos como los que suceden luego de un amor no correspondido, pues del desamor nadie se salva ni siquiera el que más corazas sostiene, y que lejos de deshacernos, nos desafían a construirnos inmersos en el tambaleante y desgarrador proceso de despedir un amor que ya no existe.