Las lluvias de estos días no alcanzaron para modificar la profunda crisis hídrica que afecta desde hace un mes a la localidad de Villa Yacanto, en el valle de Calamuchita. Si bien las dificultades de provisión de agua son históricas, hicieron pico durante la ola de calor de enero, con el pueblo repleto además de turistas.
Con los arroyos donde se extrae agua prácticamente secos, desde los primeros días de enero camiones deben extraerla y llevarla del río San Miguel, a ocho kilómetros, e inyectarla a la cisterna principal de 500.000 litros. Con ese paliativo, y cortes rotativos, se sostiene el servicio en los hogares y emprendimientos turísticos. A la vez, cuarteles de bomberos voluntarios de diferentes puntos de la provincia suman una mano más enviando sus camiones cargados.
La solución provisoria pero más inmediata es que al fin llueva de forma abundante. La naturaleza puede reactivar el caudal de los ahora flacos arroyos. El pueblo, de notable crecimiento en la última década, tiene cerca de 4.000 habitantes, que en temporada alta de turismo se duplican. La cooperativa de servicios tiene unos 1.400 socios conectados al servicio de agua. Pero por la topografía de montaña y lo disperso del ejido urbano, también hay viviendas o emprendimientos que generan desde sus propios pozos.
Las perforaciones tampoco están dando respuesta por el bajo caudal. En este contexto, la cooperativa y el municipio encararon dos perforaciones más, como paliativo. Para afrontar la crisis, se realizan cortes rotativos y se solicita a los usuarios que cuiden al máximo el recurso, reveló ayer en un informe la periodista Carina Mongi.
Lo que haría falta
Para buscar una solución más definitiva, el presidente de la Cooperativa de Obras y Servicios Públicos, Pablo Musumeci (hermano del intendente Oscar Musumeci) subrayó que hay gestiones iniciadas ante la Nación y la Provincia. La idea sería para instalar un nuevo sistema de extracción que tome agua del río San Miguel, con una nueva planta potabilizadora y un acueducto. Pero el costo no bajaría de los 200 millones de pesos, imposible de asumir por las instituciones locales. “Necesitamos la bendición de la naturaleza”, lanzó el dirigente, una expresión de deseos para salir de la crisis actual.
El intendente declaró el 3 de enero la emergencia hídrica por cuatro meses, periodo en el que no se brindarán nuevas autorizaciones de obras. “Nos encontramos en una situación crítica que nos preocupa, hoy todos los usuarios de la cooperativa cuenta con el servicio, pero pedimos el cuidado del agua, el uso responsable, no regar, no llenar piletas, empatía por el otro”, apuntó Pablo Musumeci.
Desde sectores opositores y grupos de vecinos, aseguran que además de la sequía y la ola de calor, la raíz del problema se origina en la falta de obras de infraestructura que acompañaran el crecimiento de la localidad. El pueblo creció más rápido que su infraestructura de servicios. La situación provocó que un grupo de vecinos pidieran explicaciones días atrás al intendente, que gobierna la localidad desde hace 18 años.
Otras localidades con problemas
Decenas de localidades cordobesas padecen dificultades crónicas con el abastecimiento de agua potable de red. Durante enero, con la ola de calor, se acentuaron en esos casos. Un ejemplo se vive en Salsipuedes (Sierras Chicas), donde desde hace años hay barrios a los que se les debe proveer agua con camiones, casa por casa. Este verano, esa situación de emergencia crónica se agravó y expandió. Cosquín (en Punilla) también suma reclamos. El martes pasado hubo una protesta de vecinos en su plaza San Martín, bautizada “marcha de los bidones vacíos”, ante las dificultades con el servicio en varios barrios. Que tampoco son nuevas, pero se acentuaron ahora.
En otras localidades del valle de Punilla se dan similares situaciones. En el árido noroeste son numerosas las localidades con problemas. En los últimos días, se hicieron visibles, por caso, las dificultades en Chancaní (departamento Pocho), y otras comunas cercanas. También en el norte hay localidades con dificultades.