Aunque siempre se reconoció el gran lazo afectivo y de respeto existente entre la máxima estrella cuartetera Carlos «La Mona» Giménez y el rock, nunca se había consolidado una alianza artística entre ambas partes hasta anoche, cuando por primera vez el ídolo cordobés pisó el escenario del Cosquín Rock en el cierre de esta nueva edición en Santa María de Punilla.
La Mona demostró que su show no desentona en el contexto de un festival rockero, algo que se materializa a partir del pulso sonoro de su banda y de su postura escénica, pero que además se reflejó en el hecho que lo hizo poco después de un demoledor set de Divididos y de la locura ricotera desatada por la Kermesse Redonda.
En una jornada en la que el rock había levantado bien altas sus banderas, también en formato más cancionero, resultado del feliz regreso al festival que había tenido en el crepúsculo del día Fito Páez, La Mona también señaló así caminos alternativos para intenciones similares.
Más allá de tratarse de un festival rockero, la leyenda del cuarteto se movió con total comodidad desde el inicio de un set plagado de grandes éxitos, como «Beso a beso», «La huella», «Ramito de violetas», «La Mona es un muchacho de barrio», «El marginal» o «El renegado», entre otros.
A la hora de versionar, el cordobés se despachó con «Por qué te vas» y «Me mata», de Kapanga, en un vendaval que también tuvo cambios de vestuarios, llamativas gráficas y fuegos artificiales.
Hacia el final, cuando debía concretarse el homenaje de manera explícita con la participación de Juanse como invitado especial, algunas desprolijidades opacaron un poco el desenlace.
Los otros convidados al cierre con «¿Quién se ha tomado todo el vino?», que fueron el ex Los Piojos Micky Rodríguez y el organizador del festival José Palazzo, ambos en el bajo, se amoldaron al momento, pero el líder de Los Ratones Paranoicos no logró congeniar su toque rockero en la guitarra con el espíritu cuartetero de la canción, lo que provocó alguna zozobra, que empeoró con la efusividad mostrada por Juanse.
La escena final, con Juanse corriendo con el torso desnudo por el escenario y La Mona sorprendido por la situación, no tuvo nada que envidiarle a otros momentos límites con carácter de leyenda que se vivieron en la historia del Cosquín Rock protagonizados por Charly García.
Así concluía la jornada de cierre del histórico encuentro musical, que durante el día había continuado haciendo gala de variedad estilística, aunque los shows más rockeros fueron los que más se hicieron notar.
El primer gran responsable de esto fue Divididos, que no bien llegada la noche, renovó el titulo de «la aplanadora del rock» a base de un demoledor set lleno de clásicos y homenajes a figuras históricas del género.
La reconocida potencia del trío llegó a niveles superlativos en un set que preanunció el show de cierre del festival al abrir con «Sobrio a las piñas», la canción que cita la canción ¿Quién se ha tomado todo el vino?».
Entre clásicos y clásicos de la banda, desfilaron homenajes al rock argentino, con paradas en La Pesada a través de «Salgan al sol», a Pappo con «Sucio y desprolijo» y, por supuesto, a Sumo, con el incendiario final con «Crua Chan» y «El ojo blindado».
Ricardo Mollo explicitó esta devoción por los iniciadores del género local al confesar su gusto por la canción «Amapola del 66», inspirada en esa etapa. La presentación de Divididos no tuvo respiro al repasar «Ala delta», «El 38», «Rasputín», «Qué tal?», «Paisano de Hurlingham» y «Haciendo cosas raras», entre otras.
Otro punto alto de la jornada se dio casi en simultáneo en el extremo opuesto, en el Escenario Sur, cuando en pleno crepúsculo Fito Páez tuvo su regreso triunfal al festival. Su esperado y feliz retorno se produjo con un luminoso show que confirmó el gran momento que atraviesa este artista.
«Vamos a lograrlo» y «Lo mejor de nuestras vidas», los temas que se perfilan como futuros clásicos de su último trabajo «Los años salvajes», se pusieron a la altura de inoxidables como «El chico de la tapa» y «11 y 6».
«¡Qué hermoso ver a todas las tribus juntas! ¡Qué orgullo que me da!», expresó el rosarino al reconocer la variedad de géneros musicales que conviven en el festival.
Comunicativo y emocionado por el marco, Fito también recordó a Charly García y Luis Alberto Spinetta, cuando accedió de inmediato a cambiarse la remera que tenía puesta por una arrojada desde el publico que contenía la imagen de ambas figuras.
«Si no fuera por ellos, no seríamos nada nosotros», reconoció, poco antes de emprender su seguidilla de hits conformada por «El amor después del amor», «Circo Beat», «Ciudad de pobres corazones», «A rodar mi vida» y «Mariposa Technicolor».
Así como el sábado Skay Beilinson mantuvo viva la llama ricotera, ayer tuvo esa misma misión la Kermesse Redonda, el espectáculo montado por los exRedondos Sergio Dawi, Semilla Bucciarelli, Tito Fargo, el baterista Hernán Aramberri y el Gonzo Palacios, como invitado especial.
Con notable precisión y una gran calidad sonora, se sucedieron «La bestia pop», «Roto y mal parado», «El infierno está encantador», «Ñam fri fruli fali fru», «Música para pastillas», «Todo un palo», «Unos pocos peligros sensatos», «Vamos las bandas» y el infaltable «Ji ji ji», en las voces de Jorge Cabrera, Ale Kurz de El Bordo y Franco Ronchetti de Cuatro al HIlo.
La programación de este concierto en un escenario y horario central se dio de manera casi azarosa, debido a que ese espacio estaba reservado para Rata Blanca, que canceló su participación por casos de Covid en la banda.
Más temprano, en el Escenario Sur se produjo el buen debut en el festival del grupo español Love of Lesbian, con un rock cancionero al estilo de Héroes del Silencio, pero más elegante.
Por su parte, en el Escenario Norte, a lo largo de la tarde, Airbag desplegó su conocido estilo inspirado en las bandas rockeras de los ´70, con largos y pirotécnicos solos de guitarra; mientras que los uruguayos de La Vela Puerca una vez más dieron rienda suelta a su rock arengador.
El pop, en sus distintas vertientes, también pisó fuerte en este cierre de la mano de Miranda!, Bándalos Chinos, María Becerra y Natalie Pérez, por mencionar casos bien disímiles.
Por su parte, así como el sábado el indie estuvo presente con Él Mató a Un Policía Motorizado, este lugar lo ocupó en la última jornada Los Espíritus, que sufrió cambios de horario a último momento y de actuar a las 22.10 pasó a cerrar uno de los escenarios, pasada la medianoche.
En «La Casita del Blues» se destacaron Javier Malosetti & La Colonia, Déborah Dixon & Patán Vidal, y Sarco; mientras que Viticus hizo lo propio en el Escenario Córdoba, al igual que La Franela.
Los ritmos urbanos sonaron en el Escenario Nueva Tinta con Bardero$, Lara91K y Fidel y Los Traperos, entre otros.
Los organizadores informaron que este domingo circularon por el predio unos 40 mil espectadores, por lo que sumaron 85 mil en las dos fechas.
De esa manera, el Cosquín Rock tuvo su regreso a la presencialidad, tras el único parate en 20 años, obligado por la pandemia de coronavirus; con más de 160 artistas de diversos estilos en cinco escenarios cada noche.