Al cabo de más de cuatro horas de reunión en la sede central del partido, en Madrid, los jefes territoriales dispusieron que Casado siga al frente de la agrupación hasta el congreso extraordinario que se celebrará el 2 y el 3 de abril, según fuentes partidarias citadas por la agencia de noticias española Europa Press.
La decisión siguió a un intenso debate en el que la mayoría de los dirigentes postulaba la renuncia inmediata de Casado y su reemplazo por el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, parecía seguro al comenzar la reunión.
Los reclamos internos para la salida de Casado se multiplicaron el lunes último, cuando su mano derecha, Teodoro García Egea, renunció como secretario general del partido.
Acuciado por esta caída, Casado convocó para anoche a los líderes partidarios de las regiones de España y todo indicaba que Núñez Feijóo sería investido como nuevo jefe, aunque se dudaba si como un líder de transición o uno estable.
Por lo pronto, mientras Casado y Núñez Feijóo mantenían una reunión a puertas cerradas, los «barones» del PP anticipaban al ingresar a la reunión su disposición de encumbrar al dirigente gallego, que representa al ala tradicional del partido y tiene un fuerte prestigio interno.
Uno de esos dirigentes, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, defendió ante la prensa la necesidad de dar «tiempo y espacio» a Casado, quien trabajó «muy duro» en los últimos tres años y «se merece un reconocimiento, comprensión y cariño».
«Hay que tener humanidad, vamos a escucharle», dijo off the record otro de los «barones» del PP. «Depende de él», añadió otro dirigente fuera de las cámaras, y agregó que solo faltaba el cuándo, pero la decisión de relevarlo estaba tomada.
La idea que primaba por la tarde era llegar al congreso extraordinario de abril con la crisis resuelta, de tal forma de recomponer al PP antes de que tenga que medirse en elecciones.
Vox, el partido de ultraderecha, está en ascenso tras haber ingresado en 2019 al parlamento, donde ya es la tercera fuerza detrás del PP y del gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
Casado, que con 41 años fue el líder más joven de la historia del PP, compareció hoy más temprano ante el Congreso de los Diputados, en Madrid, para la sesión semanal en que los líderes de las bancadas hacen preguntas al jefe de gobierno sobre el estado de cuestiones públicas.
Ingresó a la cámara rodeado por una nube de periodistas para leer un discurso con sabor a despedida que también pretendía ser una declaración de principios, según señaló la prensa española.
«Entiendo la política desde la defensa de los más nobles principios y valores, desde el respeto a los adversarios y la entrega a los compañeros», dijo el diputado Casado, volviendo la mirada hacia sus colegas de bancada en el hemiciclo del parlamento.
El terremoto en el PP comenzó la semana pasada, cuando Casado se enfrentó a Isabel Díaz Ayuso, la política más valorada del PP, por un controvertido contrato de compra de barbijos por el que el hermano de la presidenta de la Comunidad de Madrid se benefició con una comisión de al menos 55.000 euros.
Casado llegó a sugerir que Díaz Ayuso podría haber incurrido en tráfico de influencias y le abrió un expediente interno, pero apenas horas más tarde lo cerró luego de conversar con ella y considerar que había resuelto sus dudas.
Pero desde entonces, Casado vio cómo buena parte de los líderes de su formación le retiraba su apoyo, sobre todo después de que la prensa denunciara que las autoridades partidarias quisieron espiar al hermano de Díaz Ayuso a través de una agencia privada de detectives.
Después de que el presidente del gobierno, el socialista Pedro Sánchez, le deseara a Casado -en lo que podría será su último cara a cara en el hemiciclo- “lo mejor en su vida personal”, el líder conservador abandonó rápidamente la sala antes de ejercer su derecho de réplica.
Sánchez también aprovechó la ocasión para reprochar a Casado su forma de ejercer la oposición, recordando que en los últimos dos años «se instaló en la descalificación constante», llegando incluso a negar «principios democráticos básicos» al sembrar dudas sobre la legitimidad del gobierno, según la agencia de noticias Europa Press.
Casado perdió dos elecciones nacionales ante los socialistas de Sánchez. Su control sobre el partido se hizo añicos por su rivalidad con Díaz Ayuso, quien el año pasado obtuvo una gran victoria en una elección local para la región que rodea la capital de España y busca un papel más importante.
La lucha interna estalló en los últimos días cuando Díaz Ayuso acusó a Casado y García Egea de “espiarla” con respecto al papel de su hermano en la negociación por el polémico contrato de los barbijos.
Casado respondió un día después diciendo que el contrato con su hermano era “casi ilegal” y digno de una investigación del partido. Tanto Díaz Ayuso como Casado negaron haber actuado mal.
Sánchez garantizó hoy que no aprovechará la crisis interna del PP para adelantar las elecciones generales, previstas para 2023.
«Les anuncio que el gobierno de España no va a adelantar las elecciones generales ni va a disolver de manera anticipada las Cortes Generales (parlamento); este es un gobierno con sentido de Estado que va a anteponer los intereses generales a cualquier otro tipo de intereses», dijo Sánchez en el Congreso de los Diputados.
Asimismo, hizo un llamamiento a «ensanchar el espacio de la centralidad» para que tanto el PP como el PSOE puedan habitar en él «sin necesidad de pactos con los que no creen en España», expresión que utiliza de forma habitual para referirse a las formaciones independentistas.