La Conferencia de Naciones Unidas sobre Biodiversidad (COP 15) adoptó ayer un acuerdo calificado de «histórico» para revertir décadas de destrucción ambiental que amenaza las especies y los ecosistemas del mundo, que tiene como puntos claves la protección del 30% del planeta para 2030 y el «reconocimiento de los territorios indígenas», según especialistas.
Luego de una maratónica cumbre en Montreal, Canadá, los 196 países miembros del Convenio sobre la Diversidad Biológica aprobaron un marco de acción propuesto por China, el país que preside la cita, con la única oposición de la República Democrática del Congo.
Cuatro años después del último acuerdo y tras casi dos semanas de intensas negociaciones, parecía que la República Democrática del Congo bloquearía el acuerdo, argumentando que no podía apoyar el documento porque no creaba un nuevo fondo para la biodiversidad, separado del fondo existente de Naciones Unidas.
Sin embargo, tras una sesión extraordinaria que duró más de siete horas, en la madrugada el ministro de Medio Ambiente de China y presidente de la COP 15, Huang Runqiu, señaló que el acuerdo estaba aprobado y el anuncio fue recibido con una ovación.
El texto final para la preservación de la biodiversidad planetaria establece cuatro metas para 2050 y veintitrés objetivos para 2030 que requieren de una «acción urgente» porque los científicos advierten que el tiempo apremia: el 75% de los ecosistemas están alterados por la actividad humana y más de un millón de especies están en peligro de extinción.
Las metas incluyen mantener, mejorar o restaurar los ecosistemas naturales para 2050; gestionar la biodiversidad de forma sostenible dentro de los límites del planeta; compartir de manera justa y equitativa los recursos genéticos con los pueblos indígenas y los comunidades; y establecer medios adecuados de implementación, incluidos recursos financieros, para desarrollar plenamente la estrategia global post-2020.
Argentina participó de la COP 15 a través de una delegación encabezada por el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié, quien resaltó que «es necesario que se reconozcan los servicios ecosistémicos que brindan los ecosistemas de los países en desarrollo, porque sin nuestros bosques, humedales, glaciares y mares, el mundo no sería el mismo».
La Argentina cuenta con 18 ecorregiones (15 continentales, 2 marinas y 1 en la Antártida) y ocho de ellas han sido clasificadas como de las más altas prioridades para la conservación.
El acuerdo establece la protección de al menos el 30% de las tierras del planeta, aguas continentales, zonas costeras y océanos del mundo para 2030, mientras que busca reducir a casi cero la pérdida de áreas de gran importancia para la biodiversidad.
«Celebramos la inclusión de un objetivo general de revertir la pérdida de biodiversidad para el 2030. Eso refleja el nivel de ambición necesario para tamaña crisis que estamos atravesando de pérdida de biodiversidad y de cambio climático, dos crisis que se retroalimentan», declaró a la prensa Fernando Miñarro, director del Departamento de Conservación y Desarrollo Sustentable de la Fundación Vida Silvestre Argentina.
Entre los puntos clave del acuerdo, el biólogo destacó el reconocimiento de los derechos y territorios de los pueblos indígenas y las comunidades, que implica «no avasallar la tenencia de la tierra» que tienen estos pueblos para crear nuevas áreas protegidas.
El texto también contempla aumentar los flujos financieros internacionales de los países desarrollados a los países en desarrollo, a por lo menos 20.000 millones de dólares al año para 2025 y a por lo menos 30.000 millones al año para 2030.
A su vez, Miñarro remarcó la decisión de eliminar progresivamente o reformar para 2030 los subsidios que dañan la biodiversidad, como aquellos que financian la expansión de la frontera agropecuaria, en al menos $ 500 mil millones por año, mientras aumentan los incentivos positivos para la conservación.
Otros de los objetivos más importantes son reducir el desperdicio mundial de alimentos a la mitad; disminuir significativamente el consumo excesivo y la generación de desechos; y prevenir la introducción de especies exóticas invasoras prioritarias.
Desde la organización ecologista Greenpeace también celebraron el reconocimiento explícito de los derechos, roles, territorios y conocimientos de los pueblos indígenas como la forma más efectiva de proteger la biodiversidad.
«Los pueblos indígenas son los guardianes más capaces y conocedores de la naturaleza. Si los pueblos indígenas están en roles de liderazgo, hay mucho potencial para la protección de la biodiversidad», indicó An Lambrechts, responsable de la delegación de Greenpeace Internacional en la COP15, a través de un comunicado.
«La financiación directa a los pueblos indígenas será el siguiente paso crítico», continúo Lambrechts, y advirtió que el punto más negativo del documento es la «escasa financiación» que impedirá implementar todas las medidas necesarias para detener la extinción masiva.
Respecto a la implementación del acuerdo, Miñarro advirtió que «el desafío es que los países lo bajen luego a sus políticas públicas. Cada país debe tener su estrategia nacional de biodiversidad».
A nivel nacional, el especialista indicó que el reto es «revertir la pérdida de biodiversidad en relación a lo que ocurre por fuera de las áreas protegidas; tiene que ver con involucrar a las actividades económicas productivas en la conservación y entender que eso también trae beneficios para la propia actividad económica».
Y concluyó: «Si tenemos ecosistemas degradados, tampoco sirven para actividades productivas».