Hezbollah, un actor clave en la política y la militarización de Líbano, intensificó sus acciones en la frontera con Israel desde el inicio de la guerra en Gaza, apoyando a Hamas. La reciente escalada de violencia se desencadenó tras la explosión de dispositivos de comunicación utilizados por Hezbollah, atribuida a Israel, que dejó 39 muertos y casi 3.000 heridos en bastiones de la milicia en Líbano. Irán, aliado de Hezbollah, advirtió sobre “consecuencias peligrosas” por los ataques israelíes, mientras Hamas calificó la situación de “agresión salvaje”. La comunidad internacional observa con preocupación: el presidente de EE.UU., Joe Biden, instó a sus ciudadanos a abandonar Líbano y prometió esfuerzos para evitar una guerra más amplia. La coordinadora especial de la ONU para Líbano, Jeanine Hennis-Plasschaert, afirmó que la región está “al borde de una catástrofe inminente”, mientras Egipto expresó su temor a una “guerra total” en Oriente Medio. Esta escalada podría socavar los intentos de alto el fuego en Gaza, donde la ofensiva israelí resultó en más de 41.000 palestinos muertos, según fuentes oficiales. La situación humanitaria es crítica y se teme que continúe deteriorándose.
Israel lanzó este lunes una serie de ataques aéreos sin precedentes sobre diversas zonas del Líbano, marcando el día más mortífero para el país desde la guerra de 2006 contra Hezbollah. Al menos 492 personas, incluidas decenas de niños, perdieron la vida y más de 1.600 resultaron heridas, según autoridades locales, mientras miles de residentes huían de sus hogares en busca de seguridad. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, afirmó que su país está reconfigurando el “equilibrio de poder” en su frontera norte, con el Ejército israelí atacando 1.600 objetivos relacionados con Hezbollah a lo largo del Líbano, sin descartar una posible invasión terrestre. La comunidad internacional expresó su preocupación por la intensificación de los ataques, advirtiendo que podría desencadenar una guerra regional más amplia. A pesar de la gravedad de los hechos, ninguna de las partes calificó la actual escalada como una guerra formal.
El pasado lunes, Israel acrecentó su ofensiva aérea contra Hezbollah, lanzando “ataques de gran envergadura”, lo que resultó en el día más mortífero desde 2006. Los bombardeos se concentraron en diversas zonas, especialmente en el sur y el este, cerca de la frontera con Siria, donde Hezbollah tiene una fuerte presencia. La identificación de las víctimas ha sido complicada, ya que muchos de los objetivos de Israel están en áreas residenciales, lo que plantea dudas sobre cuántas de las víctimas eran civiles y cuántas militantes. Israel justificó sus ataques alegando que busca destruir misiles de crucero, cohetes y municiones almacenadas en viviendas civiles. Ante la inminencia de los bombardeos, los residentes recibieron mensajes urgentes instándolos a evacuar, y algunos escucharon alertas en emisoras de radio locales que habían sido pirateadas.
Las comunidades comenzaron a huir en pánico, con poco tiempo para buscar refugio. Un residente de Tiro describió cómo desde las 5:00 am escuchó el estruendo de las bombas cayendo cerca de su hogar. En respuesta a la escalada de violencia, se cancelaron clases en escuelas y universidades, y muchos vuelos hacia y desde Beirut fueron suspendidos, mientras algunas escuelas se convirtieron en refugios temporales. Israel afirmó que su objetivo era la infraestructura de Hezbollah, pero la devastación visible en zonas residenciales y el elevado número de víctimas mortales evidencian la magnitud de los ataques. Este lunes, casi 500 libaneses perdieron la vida, cifra que representa aproximadamente la mitad de los fallecidos durante los 34 días de guerra entre Israel y Hezbollah en 2006. El ministro de Sanidad del Líbano, Firass Abiad, informó que los convoyes destinados a evacuar a la población han sido atacados, junto con ambulancias y un centro médico, resultando en la muerte de dos socorristas. La situación humanitaria se agrava a medida que más familias buscan desesperadamente un lugar seguro en medio del caos.
Hezbollah e Israel han estado en conflicto durante décadas, pero la tensión se ha intensificado desde octubre, cuando estalló la guerra en Gaza tras el ataque de Hamas a Israel el 7 de octubre. Hezbollah, parte de una alianza respaldada por Irán que incluye grupos en Yemen, Siria e Irak, incrementó sus ataques a Israel, prometiendo seguir golpeando objetivos israelíes mientras dure el conflicto en Gaza. La situación se volvió más crítica, llevando a la región al borde de una guerra total. La semana pasada, un ataque israelí devastador causó la explosión de dispositivos de comunicación utilizados por Hezbollah, seguido por un bombardeo en un área densamente poblada de Beirut que dejó al menos 45 muertos, incluidos altos mandos del grupo y civiles. Estos eventos provocaron intercambios de fuego intensos, con Hezbollah disparando más profundamente en territorio israelí y Tel Aviv respondiendo con un bombardeo masivo en el sur del Líbano. Netanyahu declaró que el país está reconfigurando el “equilibrio de seguridad” en el norte y eliminando las amenazas de cohetes y misiles dirigidos contra sus ciudadanos.
La escalada de violencia entre Hezbollah e Israel llevó a la región de Medio Oriente al borde de una guerra total, con graves repercusiones humanitarias y políticas. La intensificación de los ataques resultó en un número devastador de víctimas y un desplazamiento masivo de la población civil, lo que agrava una crítica situación humanitaria en Líbano y Gaza. A medida que las tensiones continúan aumentando, la comunidad internacional enfrenta el desafío urgente de promover la desescalada y buscar soluciones diplomáticas que eviten una conflagración más amplia. Sin un alto el fuego efectivo y un compromiso real por parte de todas las partes involucradas, el riesgo de un conflicto regional se convierte en una amenaza cada vez más inminente.