“Tender Puentes Intergeneracionales“ es un proyecto creado por un grupo de Personas Mayores integrantes del Centro de Espiritualidad y Cultura Judía de Ciudad de Buenos Aires, Amijai. Este proyecto nace en el marco del programa CONTÁ CONMIGO; una propuesta innovadora que nació en Pandemia con el objetivo de acompañar a las personas mayores que estaban más expuestas a sentirse solas. Gracias a Contá Conmigo Amijai logró consolidar un grupo de personas voluntarias que hoy son quienes tienden puentes entre las diferentes generaciones para achicar la brecha de los viejismos hacia la vejez y las vejeces.
Un puente es una obra, una construcción para unir dos puntos que, de lo contrario, estarían separados. Ayuda a acortar tiempos y distancias. Los puentes pueden ser de acero, de madera, de piedra o invisibles, como los que construyen este grupo de mujeres.
EL CLUB DE LA POROTA tiene un especial vínculo con esta gran propuesta (que además ganó el Premio Bienal de la Fundación Navarro Viola en 2021) y por eso hoy deseamos traer las voces de cinco de sus impulsoras y voluntarias: Sara, Diana, Silvia, Beatriz y Alicia.
“Tender Puentes Intergeneracionales” consiste en realizar encuentros en diferentes escuelas con jóvenes de entre 12 a 17 años para derribar mitos y los prejuicios acerca de la vejez; contar en primera persona qué cosas les gustan hacer, qué cosas pueden y disfrutan hacer, así como de qué forma eligen vivir su vida. “En los encuentros hablamos de lo que es la discriminación por edad, de los vínculos, de la soledad, de la soledad no deseada, de los cambios en el cuerpo y buscamos acercar a los jóvenes la noción de que todos envejecemos, que somos sujetos envejecientes. Cómo cuidarse pensando en su propia vejez, cómo cuidar sus vínculos, a sus abuelos, a sus padres y tener un poco más de conciencia de lo que pasa en otras generaciones”, advierten las líderes del proyecto. “Y lo mismo al revés. Nosotras buscamos nutrirnos sobre cómo es la juventud hoy en día. Buscamos propiciar el intercambio y lograr así un verdadero entramado intergeneracional”, advierten.
Escuchar los testimonios, el ritmo pausado y el tono de sus voces es conmovedor. “Yo aprendo mucho con mis compañeras, con el vocabulario que ellas tienen y cómo van expresando cada vez mejor todo lo que está sucediendo en este momento con respecto al envejecimiento saludable, a querer mostrarle a la juventud que nosotras seguimos activas a pesar de nuestra edad y que ya no es como era antes. Siempre recuerdo lo que mi mamá me decía: que su mamá (mi abuela) a los 40 años estaba sentada en una silla esperando la muerte. Mi mamá vivió hasta los 92 años y se quiso ir. Y ahora vemos gente de más de 100 años en perfecto estado de salud, moviéndose y valorando la vida. Y bueno, nosotras queremos llegar a eso y queremos sobre todo buena salud y que los jóvenes que en algún momento van a transitar seguramente estas edades, también sepan que esto es posible y que si nos cuidamos todos y todas lo podemos lograr, cuenta Diana.
Silvia detalló algunas cuestiones concretas acerca de las dinámicas propias de los encuentros y cómo se construye ese puente: “Tratamos de que la charla no sea una clase aburrida, sino que utilizamos diferentes medios, ya sean juegos, pequeños videos o dibujos sobre los distintos prejuicios, y de esa forma lograr un diálogo entre ellos y nosotros. Es allí, durante dichas charlas, que logramos tender el puente intergeneracional. Los chicos y las chicas manifiestan luego haber aprendido otro vocabulario, y a veces expresan a viva voz deseos de cambiar su actitud frente a las personas mayores, porque así como pudieron comenzar con nosotras, pueden hacerlo con sus abuelos u otras personas. Creemos que la mejor forma de cambiar los paradigmas es comenzando con la educación y es por ello que hacia ellos nos dirigimos”.
A su turno Sara aporta su mirada: “Durante el encuentro se identifican gestos, posturas, expresiones orales y gráficas que dan cuenta que la actividad no ha sido en vano. Se observan efectos inmediatos y otros que serán procesados con el tiempo. Por ejemplo tras todo lo compartido escuchamos que nos dicen ‘me doy cuenta que tendría que visitar más a mi abuela’, ‘viéndolas a ustedes nos damos cuenta que algunas ideas que tenemos no tienen base ni fundamento’”.
Nos interesa mucho saber cómo era ese puente, en qué momento sentían que el ida y vuelta entre ellas, mujeres mayores, y los jóvenes, iban construyendo un canal de comunicación en el que las palabras transforman ambos universos de sentido. “Ví caras sorprendidas y noté risitas cuando nombramos el tema del amor y la vida sexual en las personas mayores. Cuando al principio de nuestra charla les preguntamos los prejuicios que tienen sobre las personas mayores y al terminar la charla salen diciendo: ‘No voy a decir viejos, lentos, débiles o que no entienden nada’ o ‘ahora entiendo más a mi papá de 80 años’. Nos ven mayores pero activas, con proyectos. Esas reacciones creo que son los primeros pasos que se dieron para ir construyendo el puente intergeneracional”, señaló Alicia.
La comunicación no es unidireccional, por ello creemos que la valía de este proyecto que impulsan estas mujeres con el apoyo del programa Contá Conmigo de Amijai es que ellas también se predisponen a la escucha buscando modificar sus propias narrativas del mundo. La participación es activa y dinámica. La que habla ahora es Sara. Su voz es segura y las palabras y conceptos que utiliza son muy precisos: “esta actividad nos convoca a activar en lo personal una mirada introspectiva y un reseteo de nuestras propias vidas. Nos sentimos protagonistas de un cambio que nos empodera y aumenta nuestra autoestima. Tomamos conciencia que es hora de desarmar los prejuicios y las ideas sin fundamento que atraviesan la sociedad en la que estamos viviendo”. Beatriz, puntualiza acerca del ida y vuelta: “cuando nos acercábamos a conversar con los chicos en los grupos, era el momento en el que empezábamos a interrelacionarnos. Ahí sentía que había una participación activa desde ambos lados. Creo que es una de las cosas que más me interesa, porque sé que a través de lo activo de esa actitud es que podemos de alguna manera hacer que modifiquen algo en sus conductas y entiendan qué nos lleva allí, cuál es la realidad que nos rodea y que los rodeará a ellos”.
La vejez es una etapa de la vida, pero no es un estadío definitivo, es un camino que se transita, se vive y también se disfruta.
Lo cierto es que esta experiencia siembra nuevos frutos que se multiplican. “Nos llevamos nuevos aprendizajes. Tomamos conciencia de que las emociones, sentimientos y experiencias no son privativas de la edad, sino que transcurren en cada de las etapas de una manera diferente. Nos damos cuenta que los jóvenes pueden construir una mirada, una escucha y generar un diálogo diferente con las personas mayores siempre y cuando esté dada la oportunidad de acercarnos para conocernos y reconocernos”, agregaron al unísono.
El proyecto
Puentes Intergeneracionales es una iniciativa coordinada por Agustina Melnitzki. Nació de la mano de una querida y entrañable amiga de El Club de la Porota: Laura Slafer. Hoy la llevan adelante cinco voluntarias del proyecto Contá Conmigo, de la Comunidad Amijai.
¿Quiénes son?
- Diana Beatriz Beraja, 71 años. Profesora de geografía jubilada.
- Silvia Hammerschlag, 76 años. Empresaria y humanóloga (carrera que no existe más desde 1974)
- Beatriz Flastersztein, 81 años. Licenciada y Profesora de Historia del Arte de la UBA.
- Alicia Weiss, 81 años. Profesora de inglés.
- Sara Epsztein Korin, 85 años. Docente. Lic. en Psicopedagogia y Gestión Educativa.
Porota Vida
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