Recuerdo que hace casi veinte años, allá lejos, cuando tenía mi despacho en la facultad de Arquitectura de la Universidad Católica de Córdoba, realicé una experiencia que fue bastante llamativa: todas las mañanas, mientras preparaba el mate, le daba una mirada al diario; comenzó a llamarme la atención la cantidad de accidentes automovilísticos. Todos los días o casi todos los días, había un muerto, o varios.
Una de esas mañanas recorté del diario una foto y la escueta nota sobre el accidente, y la pegué con cinta en la pared exterior de mi despacho. Hice lo mismo al día siguiente. Algunos estudiantes me preguntaron que qué era eso. Les comenté que me llamaba la atención que hubiera tantas notas de accidentes y que me parecía que había que poner las cosas “negro sobre blanco”. Los animé a unirse a esta campaña de recorte y pegue.
Esa misma semana, varios estudiantes comenzaron a acercarme recortes de accidentes. Diarios locales, diarios de los pueblos y ciudades de donde provenían los alumnos. A veces se repetía el mismo accidente en distintos matutinos. La mancha en la pared, comenzó a crecer y ya había gente que se paraba en el pasillo a mirar el extraño fenómeno. Recuerdo que un viejo profesor, abrió la puerta de mi oficina para decirme: “che, sacá eso de ahí, para qué ponen eso, es espantoso”. Le respondí que la idea, era justamente esa, que pudiéramos constatar qué espantosa es nuestra sociedad al volante. Dio un portazo y se fue. La mancha siguió creciendo. El decano, que desde el primer momento había apoyado esta pequeña intervención, se involucró aún más, y se realizaron otras actividades de toma de conciencia que concluyeron con una instalación fuera de las paredes de la facultad, junto a la ruta que da al campus. Los alumnos marcharon con banderas negras que fueron izadas en tacuaras al costado del alambrado. (Hasta hubo nota en el diario, con foto y todo).
La mancha siguió creciendo en la pared exterior y lateral de la oficina, pero también comenzó a convivir entre nosotros. Fue naturalizándose: ya no molestaba a nadie y, con el paso del tiempo, quedó ahí. Meses más tarde, no recuerdo si fui yo mismo, se decidió que la pared volviera a su blancura.
Hace veinte años de este suceso, en parte colectivo. Hoy pareciera que no hemos avanzado mucho. La última noticia de un coche cruzando el semáforo en rojo, colisionando contra un colectivo que, por el efecto del choque, desvía su rumbo y cae del puente para quedar en pie al lado del Suquía, nos pareció una escena de película. Más aún si no hubo víctimas fatales. Sin embargo, detrás de este accidente rimbombante, captado además por las cámaras, lo cierto es que los accidentes y víctimas se multiplican día a día.
Si tomamos los datos actuales del ministerio de Transporte, vemos que, para 2021, el número total de víctimas fatales es de 3.870.
Si observamos la provincia de Córdoba, el número de víctimas es: 381 muertos en 2021.
Una mirada general y retrospectiva nos dice que habría un descenso de la cifra respecto de otros años, pero, claro, el descenso que se puede ver, me parece que es debido a los años de pandemia, donde la circulación ha sido menor. De todos modos, del 2020 al 2021 la tendencia aumentó, y seguramente seguirá aumentando.
Si tomamos el número de víctimas fatales del país y lo dividimos por la cantidad de días, encontramos que Argentina percibió, durante 2021, 10 muertos diarios por accidentes viales.
Muertes que son evitables.
El 40% de esas muertes se ubica en un rango de edad de entre los 15 y 35 años.
Córdoba no está entre las provincias catalogadas con mayor siniestralidad vial, pero ocupa un segundo grupo denominado “de siniestralidad moderada pero estable”, junto con Santa Fe, San Luis, Catamarca, Entre Ríos, La Pampa, Formosa, San Juan y Neuquén.
Otras instituciones no pertenecientes al gobierno hablan de 17 muertos por día en Argentina, llegando casi a duplicar la estadística vial oficial.
Retomando la noticia del colectivo que cae del puente, se sabe (por el registro fílmico) que el automóvil cruza a gran velocidad el semáforo en rojo, y que, al parecer, el conductor se encontraba en estado de ebriedad. No hay mucho que explicar. El hecho es flagrante.
Lejos de hacer valoraciones morales ni apuntar con el dedo autoritario, la cuestión es preguntarnos qué nos pasa como sociedad. Haga este ejercicio: olvídese de la nota, de todo lo escrito. Retenga solamente esto: 10 muertos por día por accidentes viales. Accidentes evitables. Usted se levanta como todas las mañanas, desayuna y sale. En el transcurso del día 10 personas dejarán de existir. Pueden ser familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, podemos ser nosotros mismos. Podemos ser nosotros al volante quienes ocasionemos tal siniestro.
Hay desgracias que no podemos evitar: enfermedades terminales, catástrofes naturales, etc. Los accidentes viales pueden evitarse. Es urgente tomar conciencia de que la mancha crece y no deja de crecer.