¡¡¡Hay backup!!!
En los últimos años se multiplicaron las investigaciones y los juicios con condenas por millonarias evasiones en el pago de impuestos a la Afip. La detección de estos fraudes fiscales significa un pequeño, pero muy importante progreso, en el maremágnum histórico, en el que no pagar los impuestos asegura un lugar en el podio de la viveza criolla. Además, una conducta premiada porque, en definitiva, pagar menos impuestos, o directamente no pagarlos «esta bueno» y hasta es lo justo en un país con una supuesta carga tributaria agobiante.
En los últimos tiempos se supo que, pandemia mediante, pruebas muy importantes de causas sensibles como Wolfel y Mengo, fueron destruidas o desaparecieron de los armarios de la Afip, en Córdoba. Vale suponer que la maniobra posiblemente haya contado con la complicidad de gente «de adentro y de afuera». Sólo como dato referencial, la publicación de estos hechos coincide con el ingreso a la causa Mengo del ex ministro de justicia macrista, Germán Garabano. Sin embargo, las acusaciones y las sentencias condenatorias, se sostuvieron no sólo por las pruebas de la Afip, sino también por testimonios y peritajes técnicos. El sentido común indica que la desaparición de pruebas debería favorecer a los acusados, y como nadie ensucia sus manos por diversión, podemos pensar que «alguien pagó, y alguien cobró». Es justamente lo que ahora tiene que investigar el juez federal Ricardo Bustos Fierro.
De todos modos, quienes robaron los expedientes, cometieron un «pequeño error». Posiblemente desconocían que había copias certificadas de esas pruebas y que por lo tanto estaban gastando pólvora en chimango, y exponiéndose inútilmente. Es más, lo ocurrido servirá para que se tomen mayores medidas de seguridad y que estas desapariciones no se repitan. Al menos en este chanchullo, a los malos, el tiro les salió por la culata. Por si no lo sabían, humildemente desde acá le avisamos: …¡¡¡Hay backup!!!
Bolsas de papas
Más allá de lo que digan las estadísticas, de los hechos denunciados y de los no denunciados, podemos afirmar que los robos callejeros cometidos por jóvenes que circulan en motos, la mayoría de las veces armados y entonados con sustancias ‘power’, han aumentado en cantidad y también en ferocidad. No es exagerado decir que lamentablemente hoy Córdoba se convirtió en una «ciudad de la furia» en donde de la nada aparecen delincuentes motorizados, ágiles y entrenados, pero fundamentalmente violentos. Apuntan mayormente a mujeres y adolescentes y se llevan celulares, billeteras, mochilas o lo que sea. Vale entonces repasar tres robos ocurridos en los últimos tiempos y en diferentes zonas de nuestra capital.
Hace un mes, en Alto Alberdi, una mujer de 48 años regresaba de su trabajo. Caminaba a las 15.30 por la placita de Achával Rodríguez y Ocaña, cuando arteramente fue atacada por dos motoladrones que no dudaron en pegarle y tirarla al piso. Muy dolorida y con un hematoma en el rostro, fue ayudada por los vecinos de un barrio que tiene alarma comunitaria, pero que en estos casos sólo sirve para contar otro robo que ya pasó.
Hace poco más de una semana, en Rosario de Santa Fe y Los Mártires, en barrio Yapeyú, una joven de 24 años y embarazada de 8 meses, fue golpeada en el vientre para que soltara su celular. De urgencia fue trasladada al Sanatorio del Salvador donde le tuvieron que hacer una cesárea para adelantar el parto. Afortunadamente, los golpes no dañaron a la bebita.
El domingo pasado, una jubilada de 75 años salió de su casa en Fructuoso Rivera y La Pampa para saludar a su nuera y mostrarle dos trajecitos que había comprado en una feria. De repente aparecieron dos delincuentes que no dudaron en empujarla y golpearla en el piso provocándole una fractura en la cadera.
Son sólo tres ejemplos de lo que está pasando. Ladrones sin códigos y desaforados que les importa nada si hieren, lastiman, fracturan o matan. Como dijo una de las víctimas: «No te dan tiempo a nada. Sólo nos golpean como si fuéramos bolsas de papas».