Hay muchas reglas de donde vengo”, dice Esty sembrando un halo de interrogantes. Esty es el apodo de Esther Shapiro, la protagonista de la serie estrella de Netflix: Unorthodox, traducida al español como Poco Ortodoxa, tercera en el Top 10 en Argentina, esta última semana.
En clave de ficción, pero inspirada en las memorias que escribió Deborah Feldman, la miniserie alemana nos interpela: ¿en qué medida somos libres?, ¿cuál es el costo que se paga para lograr la libertad?
Poco Ortodoxa presenta la vida de Esther Shapiro, interpretada por la talentosa actriz israelí Shira Haas, una joven que creció sin aprender matemáticas o ciencias, que habla yiddish mejor que el inglés y que a los 18 años se casó con un hombre al cual había visto solamente una vez.
Esty nació y creció en el barrio judío de Williamsburg, en Brooklyn, Nueva York. Una comunidad donde dios se manifiesta en las más de 600 reglas que deben cumplir: ninguna casa tiene conexión a internet, no usan algodón y está prohibido leer libros laicos o ir a bibliotecas.
Los hombres visten largos sobretodos negros, llevan barba y unos extensos bucles que enmarcan sus rostros. Las mujeres usan faldas que no sobrepasan sus rodillas y cuando se casan, generalmente a sus 18 años, deben raparse y cubrir sus cabezas con pelucas o pañuelos. Una manera de preservar la belleza y exhibirla solamente al marido, explicaría una mujer judía jasídica. O, una manera de mostrar públicamente la no disponibilidad en el mercado de los sentimientos.
De la realidad a la ficción
Ahora bien, ¿cómo es posible que una comunidad tan cerrada habite en una de las ciudades más cosmopolitas del mundo? Los judíos de Williamsburg llegaron tras la Segunda Guerra Mundial y son originarios, principalmente, de Satmar. Esta ciudad está ubicada en el norte de Rumania, al límite con Hungría, en la región de Transilvania.
No es un dato menor y vale mencionar a Satmar, la capital de Satu Mare, donde la comunidad judía era muy numerosa hasta que el nazismo la diezmó. Los magyares como los rumanos fueron aliados de la Alemania nazi. La masacre generó una emigración masiva a los Estados Unidos.
Un personaje que trae el abismo del dolor y la angustia existencial es la abuela de Esty, sobreviviente del horror, quien suele perder su mirada en los recuerdos del alma. Esty fue criada por sus abuelos: estos sobrevivientes buscan en la descendencia reparar sus traumas.
Las y los niños son propiedad de la comunidad donde las mujeres ocupan un abrumador rol como madres: comienzan a tener hijos desde los 18 años a un ritmo de un nacimiento por año. No soy una máquina de hacer bebés”, denuncia la protagonista en la ficción.
Hay datos que impresionan: en Williamsburg la comunidad tiene su propia flota de ambulancias, policías voluntarios y asisten a sus escuelas privadas. La educación sexual es nula y hasta los momentos para tener relaciones sexuales son pautados previamente al matrimonio.
Mi familia solo espera que sea una buena madre y esposa”, describe la protagonista a sus nuevos amigos en Berlín, lugar al que llega tras escaparse. Una ciudad minada de recuerdos y monumentos del Holocausto.
Poco Ortodoxa nos recuerda que estamos hechos de cultura. Lo distintivo de esta comunidad ultraortodoxa es que no absorbió los valores y las normas estadounidenses. Al contrario, son la excepción a la globalización. Miran constantemente al pasado para orientarse en el presente, a diferencia de otras religiones como la cristina que ancla en la salvación personal más que en el bienestar comunitario. Por eso mismo, quienes saltan el cerco jasídico y buscan su camino, pagan un costo altísimo de segregación, aislamiento y acoso por los miembros, como le sucedió al personaje de Leah, la madre de Esty en la serie.
Hay vidas que son un continuo de luchas y movimientos, tesis y antítesis: buscar la síntesis de quiénes somos, a dónde vamos y de dónde venimos. Bajo esta manera de vivir, las decisiones toman otra dimensión para llegar a ser cruciales y trascendentales. Sin decisión, no hay riesgos. Tampoco hay cielos abiertos ni mares por descubrir.
Convertirse en un ex” religioso requiere de una gran dosis de coraje. ¿En qué medida somos libres? La sociedad tiene una enorme influencia en nuestra manera de pensar, sentir y actuar. Sin embargo, la historia de la humanidad está llena de personas que, con todo en su contra, se animaron y así, también, contribuyeron a transformar sus comunidades.
La vida de Deborah Feldman, interpretada libremente en la miniserie, es una invitación para recordarnos que no somos títeres. Toda persona, especialmente aquellas que se identifican como mujeres y disidencias, puede cortar los hilos o tirar hasta arrancarlos y comenzar a tejer una nueva trama para encontrar la propia voz y el camino hacia la paz. A veces, Dios espera mucho más de lo que podemos soportar y entregar.
APARTADO
En clave feminista y argentina
La miniserie creada por Anna Winger y Alexa Karolinski está basada en las memorias que escribió Deborah Feldman (UnOrthodox: el escandaloso rechazo de mis raíces jasídicas). Luego de abandonar Williamsburg, la escritora se radicó en Berlín donde conoció a Winger, también judía estadounidense, quien aceptó el desafío de llevar esta historia a la pantalla chica.
En la ficción, el tiempo está dividido en dos: el pasado con sus costumbres y normas está basada en la vida de Deborah, mientras que el presente es una adaptación libre de Winger y Karolinski.
Hay un par de presencias argentinas. El primero, la artista porteña Catnapp participa en uno de los capítulos. Esta productora, música y dee jay vive en Berlín, rapea en inglés sobre bases electrónicas de drum & bass y deslumbra con su estética futurista. En uno de los capítulos, es la figura central en una fiesta electrónica. El segundo, el instituto de música a donde va Esty está inspirado en la academia que fundó en 2015 el prestigioso pianista Daniel Barenboim con el intelectual palestino Edward Said. La Barenboim-Said Akademie es la continuidad de la gran orquesta West Eastern Divan que reúne a judíos, árabes y musulmanes para desarrollarse artísticamente en armonía.
Una perlita: otro relato de Netflix para conocer la comunidad de Williamsburg es el documental One of us”, dirigido por la genial dupla de Heidi Ewing y Rachel Grady.