Reseña de Espeluznante. Antología de cuentos de terror”, (Postales Japonesas editora, 2020).
Lo primero para decir de este libro es lo que está antes del libro: hay que armar, imprimir y publicar en estos tiempos. Y esto vale para todas las editoriales pequeñas, medianas, independientes, que siguen haciendo su trabajo en estos contextos tan complicados. Lo segundo, es que Postales Japonesas tiene cierto modo de trabajo con las antologías que ha ido publicando (Esperando el 600, Esperando el 601) y que se reitera en esta edición: una selección abierta de textos a cargo del editor, quien elige los que se reunirán en la antología, de la que de antemano se sabe el nombre y la temática.
Vamos al libro. Espeluznante” es un recorte y recorrido por cierto costado pesadillesco que alimenta un terror atávico. Y digo pesadilla porque en varios cuentos hay sueños entrometidos en la constitución argumental (Proklet”, de Panero, La cueva”, de Ñañez, Asesino de muñecas”, de Rey, y La rosa de Charaz”, de Novek), unidos a otro puñado de relatos donde las ensoñaciones y experiencias que permean y rasgan la realidad de los personajes, traen consecuencias funestas e inexplicables.
Las transacciones con los mundos de ultratumba tienen un lugar importante en la Antología. El cuento de Wielikosielek, que abre el libro, manifiesta un episodio cotidiano que luego se tornará entre sádico, sangriento y eterno. A su vez, el de Cortéz asume ese pasaje por lo demoníaco y una pregunta candente que sobrevuela en todo el proceso de lectura. Cezary Novek escribe uno de los mejores textos del libro; allí el pacto viene de antaño e involucra a una madre y a su hijo con la oportunidad de un trabajo que promete y un deja vú que será el factor desencadenante. Virginia Ventura ingresa en este registro con un cuento titulado A la enemiga”, donde el odio -con un cierto sesgo detectivesco- hacen de la historia una venganza que atraviesa la muerte.
Seres de otros lados también hacen su aparición en Espeluznante”. En Proklet”, de Carolina Panero sencillamente no hay escapatoria”; no diré más. Daniel Teobaldi escribe La prueba”, un breve relato en un lenguaje llano y parejo, donde las abducciones pedagógicas” de la especie humana y los intercambios transitan en la voz y conciencia del narrador de un modo límpido y letal. Una reescritura o versión de ese cuento (y al revés también) es el breve La vieja que vivía al lado de mi casa”, de Gustavo Borga. El cuento de Sofía Puertas puede leerse en un doble registro: como una invasión de algo previsto, o un asalto imprevisto que modifica el orden y el statu quo político imperante. El cuento tiene igualmente una vuelta de tuerca al final final que trastoca lo que veníamos pensando y elucubrando. Guillermo Bawden, por su parte, escribe de frente esos denominados encuentros cercanos del tercer tipo. Siempre se habla de que la próxima guerra será por elementos vitales para nuestra supervivencia; bien, el cuento orbita alrededor de este trasfondo.
Párrafo aparte en mi opinión, junto al de Novek, es el relato de Juan Revol, titulado Cómo divertirse sin drogas ni alcohol”. Aquí el terror está trabajado desde la condición humana y el paso del tiempo, con la excusa de un espejo circular y la juventud que se piensa interminable. Las descripciones -secretas y engañosas- del cuento son un acierto, como cuando dice, refiriéndose al baile de una chica, que tejía y destejía el aire con las manos” y que masticaba el tiempo con el cuerpo entero”. Los caminos de la fiesta son misteriosos, agregará el autor en medio de esa diversión donde todo funciona bien.
La investigadora y docente María Teresa Gramuglio dice sobre el género de terror y/o fantástico (apostilla: hay para hacer dulce de debate sobre esta división, justo ahora lanzadas las inéditas bases del concurso literario del Fondo Nacional de las Artes) que uno de los primeros textos del género El diablo enamorado”, de Jacques Cazzote, en el siglo XVIII, ostenta una capacidad de indagación propia del género, ya que la pregunta que el lector se hace al transitar la novela es: ¿existe o no existe el diablo?; pues bien, esa duda sostenida es la que habilita a pensar otros modos de concebir el -a decir de Saer- espesor” de lo real.
Quince cuentos para disfrutar y para, como sugiere Andrés Nieva en la contratapa, dejarse fascinar por los fantasmas, lo sobrenatural y los diablos. Aunque los leamos a través del ángulo de nuestras manos. El terror que nos capta no deja de volvernos esos especiales y pequeños seres cuya paradoja se ilustraba tapándonos con la frazada para disimular no ver lo que más queríamos ver en la pantalla. La literatura fantástica y de terror, según Tzvetan Todorov, presenta una zona indeterminada en la que no es posible establecer si su origen parte desde una objetividad sobrenatural o de una subjetividad morbosa. Un atributo y condición del artificio literario, por cierto, espeluznante.