Los cambios que se produjeron a partir de mayo de 1810 tuvieron consecuencias duraderas y transformaron la sociedad hispanocriolla de quienes, hasta entonces, habían vivido en el Virreinato del Río de la Plata. Como ya se ha dicho, la participación de las mujeres fue central en este largo proceso de la Revolución, y de las guerras de independencia, aunque no siempre fueron mencionadas por la historiografía. Hasta hace unas décadas solo algunas habían ingresado en el discurso histórico, aunque fueron mencionadas generalmente como meros complementos” de algún varón destacado del panteón nacional.
Remedios de Escalada, a quien se la conoce fundamentalmente por el rol de esposa de José de San Martín, fue mencionada por autores decimonónicos, aunque de manera estereotipada. Adolfo Carranza, quien publicó en 1910 el libro Patricias argentinas”, en el marco de las celebraciones del Centenario, le dedicó varias páginas. En su texto incluyó anécdotas que supuestamente protagonizó Remedios, y con ello contribuyó a la creación de una imagen que ha perdurado a lo largo de las décadas: una niña angelical, frágil, mimada, querible, enfermiza y luego, esposa obediente y sacrificada.
Dice Carranza en su libro: Creció entre goces y caricias del hogar, donde fue siempre la más distinguida por su carácter y sus bellas condiciones”; Cuenta la tradición, que su padre la mimaba de tal modo, que no vivía sino consagrado a su educación, tratando de agradarle hasta en sus caprichos”; El viejo Escalada, quizá entrevió en aquel soldado, la pasta de un gran general, y no tuvo inconveniente en aceptar los galanteos a su hija, a pesar de la diferencia de edad entre ambos, que era casi de veinte años. Ella, niña, no muy alta, delgada y de poca salud, él de edad provecta, estatura atlética, robusto y fuerte como un roble”; etc.
Arturo Capdevilla, en Remeditos de Escalada”, publicado en la Colección Billiken, que estaba dirigida a adolescentes, también contribuyó al sostenimiento de la imagen estereotipada de Remedios (atención al diminutivo, utilizado desde el mismo título), e incluso la planteó como ideal modélico: Con su interesante palidez, su linda boca y sus grandes ojos negros, era una hermosa jovencita… allá con sus trece años y sus catorce años. Bella y elegante, agregaba a la elegancia y la belleza otros dones: los de la simpatía y las virtudes”. Nadie más caritativa que ella. Nadie más amiga del afligido y del pobre: y ninguna más modesta”. Aunque siempre fue rica, nunca conoció el orgullo ni en la palabra ni en el gesto. Hablaba siempre con el fino comedimiento y en actitud sumamente cumplida y atenta, sobre todo cuando se dirigía a los humildes”; etc.
En el manual de Historia Argentina”, escrito por Ricardo Levene, que fue de lectura obligatoria en las escuelas del país durante gran parte del siglo XX, Remedios de Escalada de San Martín fue mencionada en su rol de promotora de colectas, en especial cuando donó sus joyas, junto a otras mujeres mendocinas, para dotar al ejército que cruzaría los Andes. Fue así como Levene remarcó el sacrificio” que hicieron estas mujeres al despojarse de un símbolo del status social que gozaban, en pos de la causa libertadora, e invisibilizó la participación del resto, que no gozaba de ese lugar social.
Una interesante versión de la biografía de Remedios y de su participación política fue escrita por Lily Sosa de Newton, en el Diccionario biográfico de mujeres argentinas”. En estas páginas, aparece como una mujer de su tiempo, comprometida con la causa revolucionaria, ya que pertenecía a una familia que se sumó tempranamente a ella. Conformó junto a su madre, hermanas y amigas la Sociedad Patriótica, en el año 1812, con el objetivo de comprar armamento y ropa, mientras pasaban por su casa los revolucionarios de entonces, asistiendo a innumerables tertulias. Ya casada con San Martín, y en Mendoza, se integró rápidamente a la sociedad local para liderar cuantiosas operaciones logísticas relacionadas con el equipamiento del ejército de los Andes.
En la actualidad, los estudios de género han permitido visibilizar la participación de muchas mujeres que transitaron la Revolución y las guerras de independencia. También podemos hacer el ejercicio de mirar críticamente a quienes ingresaron” al panteón nacional, a pesar de los estereotipos y silencios en los que incurrió el relato histórico decimonónico. Discursos que todavía se refuerzan con la construcción de monumentos, o algunas actividades que surgen de la gestión de museos, que han reducido la participación de miles por destacar a unas pocas. Y que, para colmo de males, lo siguen haciendo desde lugares estereotipados.