Pocas figuras son más potentes para graficar el recambio generacional, de lo que sea, que aquella que imagina al otrora adolescente emprendiendo la no siempre sencilla tarea de descolgar el póster” de su ídolo. De manera paradójica, la renovación y el cuestionamiento a los cánones impuestos, que tan bien musicalizó el rock desde su inicios, no ha sido (ni es) fácil en… el rock mismo. Y cuando se habla de rock argentino”, la tarea es mucho más difícil.
O al menos eso se creía.
En el último lustro, esa semilla que siempre estuvo a punto de germinar, floreció a pasos agigantados. Así, a caballo de los cambios culturales, tecnológicos y de consumo, de los cuales se alimentó y alimenta, el rock argentino vive una enésima y necesaria resurrección.
A contramano de lo impuesto, ya sea de manera consciente o inconsciente, las nuevas” tendencias chocan, discuten y problematizan a los bronces, haciéndolos quedar como lo que nunca quisieron ser: los viejos vinagres de los que hablaba Luca Prodan.
Algo de eso hay en el libro Pos-Crucifixión, la última resurrección del rock argentino” (Hiedra Editora y El Servicio Postal, 2019), donde el periodista cordobés César Pucheta le cede la palabra a los protagonistas de la renovada escena musical argentina.
El nombre un poco se condice con esa especie de renacer que necesitaba el rock argentino que estaba siendo cuestionada por una situación generacional”, expresa Pucheta en diálogo con HOY DÍA CÓRDOBA.
El texto es «una foto de la escena del rock argentino en tiempos previos a la pandemia. Es muy posible que en el futuro todo se divida así”, indica el autor, dando cuenta de la futura nueva normalidad”.
Sin dogmatismos, siendo ésta la primera acción para descolgar el póster, artistas como Juan Ingaramo, Marilina Bertoldi, Barbi Recanati, Lo’ Pibitos, Valdes y Louta muestran sin tapujos el significado artístico de sus trabajo, reconociendo influencias y pero también tomando posturas políticas críticas ante la realidad musical que les (nos) toca vivir.
Las nuevas formas de consumo y producción están presentes a lo largo de todo el texto. Hace rato que el CD le dejó el paso a Spotify y Youtube, por lo que ya no se hace necesario tener un trabajo discográfico completo para poder alcanzar la masividad, como ocurrió con Salvapantallas, el dúo que formaron Zoe Gotusso y Santi Celli, o el mismo Paulo Londra, por citar algunos ejemplos.
Lógico, las condiciones materiales y de los tiempos actuales, tienen su cuotaparte en las nuevas producciones, resignificando el concepto del rock como género, acercándolo a otras vertientes artísticas y posibilitando cruces y colaboraciones sorprendentes, como ocurrió con WOS y Teresa Parodi.
Quizás como nunca antes, la perspectiva de género se hace fuerte en esta nueva oleada rockera. El protagonismo, largamente reclamado, de las mujeres ocupa los primeros lugares, algo que no necesariamente se ve reflejado en los lineups” de los festivales masivos.
La sanción de la ley de cupo para artistas mujeres movilizó reclamos que no sólo llegaron desde las propias intérpretes sino también desde un público que se mostró activo y exigente, que interpela a los capitanes de la industria del entretenimiento.
Sin embargo, se trató de un tardío acto reflejo que no hizo otra cosa que terminar de aceptar la emergencia de nuevos festivales y encuentros artísticos donde las mujeres ocupaban el rol central, como el GRL PWR, nacido en Córdoba y exportado” al resto del país. En este aspecto, el recuento no hace otra cosa que mostrar la histórica centralidad cordobesa en el rubro, que reconoce antecedentes en La Falda Rock, Chateau Rock, el Nuevo Rock Argentino el festival LNG entre otros.
Uno, dos, mil festivales
Otro de los puntos en los que Pos-Crucifixión…” hace hincapié es la aparición de nuevos polos rockeros” a lo largo del país, incluso en lugares con distinta tradición musical.
La mención de Santiago del Estero, asociado a la chacarera, o de Mendoza, con Usted Señálemelo o Perras on the beach, da cuenta de la preexistencia de una movida que desde la autogestión logró hacerse su lugar en el centro de la escena.
En este contexto, cobra por demás necesidad escuchar la palabra de los artistas, que en su mayoría dejan de lado las respuestas prefabricadas, algo necesario para una primera aproximación a la mentada resurrección.
En palabras del autor, por cuestiones políticas y sociales, el rock había quedado entrampado en sus propias prácticas y quedado a contramano de movimientos sociales relevantes de la actualidad, como el feminismo», indica Pucheta, quien entiende que «en todo ese mapa, hubo un conjunto de artistas que supo renovar los mensajes, las formas de hacer y organizarse».
Fue así que en un lapso de cinco años construyeron una escena donde se representó eso. El plus, no menos importante, fue que las generaciones se volvieron a encontrar con una propuesta que los interpelaba. Por esa aparición se dieron los fenómenos que muestra el libro: dejan de ser experimentales para ser masivos y, ahí sí, recibir el reconocimiento de la industria, como lo muestra el Gardel de Oro a Marilina Bertoldi», finaliza uno de los encargados, junto a Gonzalo Puig, de www.otracancion.com.ar
A futuro, la lectura del libro puede llegar a servir para entender el contexto en el que se erigió un nuevo mojón en la música argentina antes de la pandemia.
Pero, como dice el Indio Solari ¿desde una pared o descolgado?, el futuro llegó, hace rato”.