En su segunda novela, Donde no hago pie”, Belén López Peiró retoma la historia de abuso sexual cometido por su tío policía ,que narró en Por qué volvías cada verano”, para centrarse en las vicisitudes de quien debe atravesar el laberinto judicial después de hacer una denuncia contra su abusador: «Entendí que mi reparación no estaba en la Justicia porque me seguía revictimizando y que siempre estuvo asociada a la escritura», dice la periodista y escritora.
Apelando al cruce de géneros, con fragmentos de la crónica policial, pero también de las memorias de infancia, los retratos de personajes y otros textos ajenos a la literatura como las líneas de tiempo, los mapas, los mensajes de texto, las búsquedas de Google y los expedientes judiciales y administrativos, López Peiró le da una continuidad a su primer libro que, a pesar de haber sido editado por una editorial chica -Madreselva- se convirtió en una bandera contra el abuso sexual, después de que la actriz Thelma Fardín contara que su lectura la ayudó a decidirse a hacer la denuncia contra Juan Darthés.
”Desde la publicación del libro, me levanto cada día con el mensaje de una mujer. Todas ellas tienen algo en común: quieren contar su historia”, señala la autora en Donde no hago pie”, en el que también incluye el relato de la gestación de Por qué volvías cada verano”, en el taller literario de la escritora Gabriela Cabezón Cámara, además de los vericuetos del sistema judicial que retrasa el juicio y propone una instancia abreviada, pero con una condena mucho menor para el culpable.
López Peiró esboza las diferencias entre sus dos libros y da cuenta de su sorpresa por el protagonismo que tuvo su testimonio en la lucha contra el abuso sexual en la Argentina. También señala que concibe la escritura como uno de los mecanismos de reparación interior del abuso, junto al apoyo de la red que armó para sostenerse con su familia, sus amigos y varias mujeres que la acompañaron en su lucha.
– ¿El porqué del título está en una anécdota de la infancia ocurrida en una pileta, pero es también una metáfora del laberinto judicial al que te llevó la denuncia?
– Belén López Peiró: El título surge a partir de esa escena de la infancia en la pileta del pueblo de Santa Lucía pero sin dudas muy rápidamente se transformó en una metáfora también de cómo me sentía yo dentro del sistema judicial. Ese ámbito es un lugar donde no hago pie, donde siento ahogo o asfixia, donde me siento literalmente dentro de un laberinto y no encuentro una salida. Por eso es una metáfora que es transversal y atraviesa todo el libro que nace en esa escena.
– El componente de crónica de infancia es importante, pero también hay otros: la crónica judicial. ¿Buscaste experimentar con distintos géneros y discursos?
– B.L.P.: Hay una preocupación bastante importante de mi parte en relación a las formas. Me parece que el «cómo» a veces es igual o más importante que el «qué» se dice. En este segundo libro lo que intenté hacer fue mezclar. Por un lado, la columna vertebral es la crónica judicial que podría tranquilamente simular una novela policial, donde la trama son esas idas y vueltas a las audiencias del juicio por jurados y luego del juicio abreviado, de las visitas a la abogada a la Asociación de Juicios por Jurado de la Argentina y, por otro lado, están las crónicas de la infancia que, quizás son el momento de mayor respiro del texto, de mayor despliegue literario. Por otro lado están los perfiles que provienen del periodismo, y me parecieron una buena herramienta como para trabajar con cada personaje de forma individual. Después aparecen los otros recursos que me parece que lo que hace es darle cierta actualidad al texto: son los mensajes de texto, los mapas, los cuadros sinópticos, los fragmentos de las búsquedas en Google, los fragmentos del Código Penal. Lo que quise poner en escena son las herramientas con las que contamos al investigar, ya que en este segundo libro soy investigadora y soy el objeto investigado también.
– A diferencia de tu libro anterior en la que hay una multiplicidad de voces, esta es una novela del yo…
– B.L.P.: Sucede que en Por qué volvías…” la forma es como el quid de la cuestión. Es la polifonía lo que me permite a mí dar cuenta de ese coro de voces, de ese contexto en el que se da el abuso sexual, complicando un poco más la cuestión. Esto me permitió ir más allá de la víctima y el victimario, para no reducir el abuso al hecho en sí. Me pareció que en esta historia había una voz fuerte para narrar los hechos. Una primera persona que es esta investigadora que escribe a la par que va avanzando su investigación en relación a su propia causa. Una investigación que ella hace para poder entender los hechos que la estás atravesando y que atraviesan también a una cantidad enorme de mujeres en todo el país y que va a avanzar porque la idea de los juicios por jurados es que cada vez se implementen más en todo el país y especialmente en casos de violencia sexual. Entonces la voz en primera persona, la voz de la narradora cobró una autonomía que en Por qué volvías…” no existía.
– ¿Cómo definirías el género de la novela? ¿es literatura? ¿es crónica periodística? Vos no solo investigás los hechos sino que estás inmersa en ellos y sos la protagonista…
– B.L.P.: Creo que se trata de una novela que está dentro de los parámetros de la non fiction”. Pero sin dudas se da ese cruce tan fuerte con la ficción o literatura porque aparecen sueños, recuerdos, fragmentos de memoria, más allá de la narración judicial. Es una non fiction” que nace a través de la tradición local que inicia con Rodolfo Walsh, con la impronta argentina y latinoamericana que está tan asociada a la denuncia, desde Operación Masacre”. Desde Por qué volvías…” hasta Donde no hago pie” creo que estoy muy influenciada por ese género y trato de indagar permanentemente en cuál es mi impronta personal porque creo que es ese sello el que hace la diferencia.
– ¿Cuán importante es la sororidad” en la trama y en la llegada del caso a juicio? Hubo una comunidad de mujeres que te acompañaron tanto en las instancias judicial como en la misma escritura ya que el texto nació en el taller de Gabriela Cabezón Cámara…
– B-L.P.: Sí. Está esa sororidad”, pero yo quise poner de manifiesto la red que se tejí y se tejió detrás de mí para que yo pudiese avanzar en esa causa judicial, para que pudiese seguir escribiendo. Hablo mucho de todo el tema de la institución familiar, de ausencias, de abandonos, de descreimiento, de hipocresía. En este texto me parecía importante poner sobre la mesa cuáles fueron esas otras redes que tuve que construir para poder seguir adelante y cómo también podemos atravesarlo de forma colectiva. Así que por eso están la escritura con Gabi Cabezón y Carolina Covello y mis compañeras del taller de escritura a la abogada y otras profesionales penalistas, periodistas, que me fueron acompañando en esta comisión de trabajo, dispuestas no solamente a creerme y alentarme sino también a sentarse y pasar horas trabajando para ver cómo avanzamos dentro del sistema penal que es tan agobiante.
– En algún momento dijiste que la reparación pasa más por la escritura que por la condena, ¿seguís sintiéndolo así?
– B.L.P.: Lo que digo en relación a la reparación es que no concibo una única reparación. El sistema penal lo que hace es ofrecernos un veredicto, una condena, en el caso de que llegues a juicio. Ni siquiera está garantizada esa reparación y yo lo que entendí muy tempranamente y seguí cuestionando a partir de este libro que mi reparación no estaba en Justicia porque me seguía revictimizando y que no siempre la reparación está ahí. Hay tantas reparaciones como mujeres que denuncian, como personas que atravesaron una situación de violencia. Para alguna, la reparación si puede estar en la condena, para otra la reparación es sentirse acompañada por una abogada y dejar de ser revictimizada. Para otra puede ser la escritura, para otra puede ser acompañar a víctimas de violencia. Reparaciones hay muchas. Por mi lado la reparación siempre estuvo asociada a la escritura y a esta red que tejí y que me ayudo de alguna manera a seguir adelante.