La historia de amistades entre futbolistas y cantantes famosos parece venir desde el principio del siglo XX. Carlos Gardel, por ejemplo, fue amigo de Ricardo Zamora, El Divino”: arquero considerado el primer crack del fútbol español. Y de José Samitier, El Sami”. Tanto que, estando en Paris, en 1931, viajó junto a un grupo de argentinos a Londres solo para ver un partido. Viajó en barco. Es que, por entonces, les tenía terror a los aviones.
Los españoles lo querían de verdad. Y cuando, en 1931, viajaron a Londres para un histórico partido con los ingleses, Carlos, que estaba en París, decidió ir a verlos. Yo fui con él. Él se consideraba una mascota del Barcelona, pero la cosa no anduvo bien”, cuenta Edmundo Guibourg, amigo de la infancia de Gardel, en el Primer diccionario gardeliano”, de José Barcia.
César Tiempo, poeta, periodista y escritor, aborda la misma anécdota en su libro El último romance de Gardel”: Cierta vez que iba a disputarse un encuentro de fútbol en Londres, entre un equipo español y el Arsenal, Gardel, que se encontraba en París y era íntimo amigo de Zamora y una especie de mascota para el team” hispano, sintió que no podía faltar al encuentro (…) lo fue a buscar a Guibourg suplicándole que fueran por agua”.
Antes del partido, Gardel paso a saludar a sus amigos por el hotel. Después, junto a Guibourg y otros argentinos se fueron en taxi a la cancha. Tuvieron que caminar más de quince cuadras para llegar al viejo estadio del Arsenal, en Highbury. Con Gardel como mascota, el partido resultó un desastre. Su amigo Ricardo Zamora nada pudo hacer frente a los delanteros ingleses: les hicieron siete goles.
Dice Guibourg: Mientras caminábamos ese kilómetro y medio de regreso, Gardel me decía: «Pero qué goles sonsos hicieron esos yonis… ¡Y nada menos que 7 a 0, solo voy a volver a Londres cuando juegue un cuadrito de los nuestros!»”.
Patadura”. Ese es el título del tango que grabó Gardel en Paris en 1928. Sus autores son José López Ares y Enrique Carrera Sotelo. Cita a manera de homenaje a Domingo Tarascone, Luis Monti y Pedro Ochoa, su amigo, campeón con Racing en 1925. Todos fueron integrantes de la Selección Argentina que obtuvo la Medalla de Plata en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam, en 1928.
La grabación llegó después de haber compartido con los planteles argentinos y uruguayos sus travesías europeas. Cuenta la historia que, después de la final que ganaron los uruguayos, ambas delegaciones viajaron a Paris en tren, en vagones separados. Y Gardel los unió en el cabaret El Garrón”, que estaba a cargo de Manuel Pizarro, un violinista anclado en París tras dejar la orquesta de Francisco Canaro. El plantel argentino llevaba en sus filas a otro ex violinista de Canaro: Raimundo Mumo” Orsi, quien iba a ser campeón del mundo con Italia en 1934. Esa noche, lo acompañó a Gardel. Le prestaron un violín de un músico que estaba en el lugar. Era un Stradivarius.
Claro que hubo una segunda versión de Patadura”. Y ahí el homenaje de Gardel es para sus amigos españoles. Querés jugar de forward y ser como lo es Piera,/ pa hacer como hace Satre, de media cancha un gol/ querer hacerle goles al colosal Zamora/ y ser como lo es Sami, el mago del balón”.
Noventa años después, el partido de Londres se pierde en las inexactitudes de las memorias. Zamora apenas jugó en Barcelona dos años, y en 1931 defendía los colores del Madrid Football Club.
Samitier seguía con los blaugranas. Pero ni culés ni merengues visitaron Londres en aquel año para jugar con el Arsenal. Sí hubo un amistoso entre las selecciones de Inglaterra y España. Se jugó en el mítico estadio del Arsenal, el miércoles 9 de diciembre de 1931. Y jugaron Sami y Zamora. Pero el resultado no fue 7 a 0 como dice Guibourg que decía Gardel, sino 7 a 1. Faltando tres minutos para el final del partido, Guillermo Gorostiza convirtió el gol del honor para los españoles. ¿Acaso Gardel se fue antes?
En 1936, cuando estalló la Guerra Civil, Zamora era campeón con el Madrid. Habían vencido al Barcelona de Sami en la final. Terminó en la cárcel: colaboraba con la página de deportes del diario cristiano Ya”. Del fusilamiento lo salvó el escritor Pedro Luis de Gálvez. Se marchó a Niza. Ahí jugó dos temporadas junto al otro gran amigo de Gardel, Sami.
A esa altura la tragedia de Medellín era letras de molde en papel amarillento. Versiones dispares. Son las 15:00 horas del 24 de junio de 1935 en el aeropuerto de Olaya, Medellín. Gardel y Le Pera toman un whisky en la cabina del avión. El piloto, Ernesto Samper, charla con dos jóvenes. Le piden que lleve una película mexicana que debe estrenarse esa noche en Cali. Se llama Payasadas de la vida”. Mirá si la película es pesada y nos venimos abajo”, cuentan que dijo Gardel. Faltaban cinco minutos para el desastre. ¿Y si acaso se hubiera ido antes?