Producto de una serie de discursos efectuados por el Presidente de la República Popular China, Xi Jinping, con frecuencia se observa la constante aparición del concepto de confianza cultural”. El mismo remite a una originalidad y excepcionalidad sobre la cual descansa la civilización china. Para entender el significado de la confianza cultural y su valor, es necesario recurrir al pasado.
China cuenta con casi 5.000 años de historia, contribuciones esenciales en el campo de la ciencia y tecnología, el desarrollo de vastas doctrinas y escuelas de pensamiento equiparables a las del antiguo mundo griego y una singularidad en toda su realidad política, social y cultural que imprime todo bajo un patrón de características chinas”. Todos estos indicadores dan cuenta de la grandeza de un país que, de la mano del Partido Comunista e integrando el marxismo-leninismo a su idiosincrasia local, ha logrado posicionarse como la segunda economía mundial, sacar a millones de la pobreza y constituirse en la próxima potencia global dominante.
De acuerdo al reconocido periodista especializado en Asia, Poch De Feliu, una característica distintiva y hasta única al momento de hablar de China es su condición de Estado-civilización, esto es, una continuidad civilizatoria que pese a las rupturas dadas por el devenir de los siglos se ha mantenido hasta nuestros días. En sus propias palabras, es como si el Egipto Faraónico hubiese conservado su identidad cultural hasta la actualidad.
Xi Jinping, el gran artífice
Los discursos de Xi Jinping evidencian una fuerte convicción sobre una identidad singular china, que ha permeado toda la historia del país. En este sentido, por ejemplo, podría citarse la Segunda Conferencia Internacional Entendiendo a China”, en la cual Xi enfatizó el fortalecimiento de la confianza cultural y la consolidación del socialismo en base a los profundos antecedentes históricos y la incomparable determinación del pueblo chino para avanzar. En 2016, en el 95 aniversario de la República Popular, el primer mandatario recordó que las naciones que han abandonado o traicionado su propia historia y cultura no han logrado desarrollarse y por lo tanto, son propensas a sufrir escenarios de tragedia.
A partir de esto, se desprenden una serie de conclusiones. En primer lugar, el valor central que Xi asigna a la historia como motor y columna vertebral de un país. Segundo, el orgullo desencadenado del punto anterior y sobre el cual proyecta el glorioso futuro”. Tercero, la creencia en una excepcionalidad única de la civilización china. Por último, la construcción de la confianza cultural como herramienta política estratégica a desarrollar en cada uno de los ciudadanos.
Pero no solo se trata solo de sus discursos. Una revisión de su obra, El Gobierno de China”, revela la introducción de un importante elemento extranjero en la vida política social y cultural: el socialismo. Junto al marxismo, fue adoptado en el siglo pasado por el Partido Comunista Chino, ajustándose bajo el sistema de características chinas”. Desde la lógica de Xi, el socialismo es el camino indicado para alcanzar el desarrollo y las mejoras en la calidad de vida tan esperadas. En otras palabras, solo así se logrará el Sueño Chino”, que no es otro que construcción de una China prospera, moderna y armoniosa. La confianza cultural, entonces, se vuelve indispensable para el socialismo, un agregado fundamental en los planes de gobierno.
Desafíos y cuentas pendientes
No obstante, no todo se resume en la importancia de cultivar una confianza cultural. Existen diversas incógnitas en torno a los objetivos propuestos por Xi Jinping. Para ahondar en ellas, es necesario apelar a factores internos y externos.
Para comenzar, una de las principales preocupaciones en el ámbito domestico es asegurar la estabilidad nacional, asociada, a su vez, directamente con la estabilidad del Partido. En esta misma línea, la lucha anticorrupción también conocida como caza de zorros”, encabezada por el Presidente, ha removido más de un millón de funcionarios del gobierno, y le valió tanto meritos como enemigos. Este éxito ganado le concedió la legitimidad necesaria para establecer asimismo en un mando indefinido, alcanzando un rango de personalidad política cercano al de Mao o Deng Xiaoping. De esta manera, el segundo interrogante: los límites y excesos en torno a la figura y culto de Xi Jinping.
Desde una perspectiva internacional, por otra parte, la primera problemática reside en el soft power”. De acuerdo a Joseph Nye, por soft power” se entiende el mecanismo internacional para obtener objetivos específicos mediante atracción, cooptación en lugar de amenazas y coerción. Según el ranking Soft Power 30” ofrecido por Portland PR, China se localiza en la posición 27, superando solo a Hungría, Turquía y Rusia. Mientras que países como Francia, Alemania y Japón se encuentran en los primeros puestos. Por lo tanto, China posee dificultades severas al momento de implementar soft power”. Algunas de estas barreras son: el conflicto con los Uigures, la tensión entre Beijing y Hong Kong, la cuestión taiwanesa”, detenciones arbitrarias de ciudadanos sin la debida protección legal correspondiente, la complejidad de su lengua y el establecimiento de una dictadura del proletariado” (art. 1 de la Constitución de la República Popular China).
La última incertidumbre gira en torno a la denominada Nueva Guerra Fría”. Surgen incógnitas sobre el destino de estas dos grandes naciones: ¿están condenadas a la guerra? ¿China lograra desplazar finalmente a EEUU? Y en caso afirmativo, ¿cómo sería un nuevo orden internacional bajo la hegemonía china?
Como puede verse, la confianza cultural es un concepto que invita a mirar el pasado para encontrar respuestas al presente. Un país que logre consolidar su confianza cultural será un país fuerte y seguro. En el caso chino, es un elemento estratégico dentro del liderazgo de Xi Jinping para avanzar en sus planes de engrandecer nuevamente su nación. Sin embargo, aún subsisten problemas estructurales que amenazan con poner en jaque el futuro prometido. Estos desafíos son visibles para toda la comunidad internacional, por lo que China deberá afrontarlos valiéndose de la confianza cultural.