El lector pensará que refiere al sillón del marqués Rafael de Sobre Monte, quién fuera Gobernador Intendente de Córdoba del Tucumán durante 14 años, y que dicho asiento se halla en el museo, pero no es así.
Un 2 de abril de 1982, los militares difundieron la noticia de que habían recuperado las Islas”, cuando en realidad comenzaba una Guerra por las Malvinas. Por entonces los argentinos teníamos la firmeza de que ganaríamos la batalla mágicamente con la ayuda del famoso y controversial Fondo Patriótico”; por entonces, el ebanista Eugenio T. Fiore se hallaba en La Rioja cuando pensó en realizar un sillón y bastón de mando destinados a la futura Gobernación de las Islas Malvinas.
La noticia se dispersó rápidamente y, en cuestión de meses, ya había realizado su obra gracias a la ayuda de Arche (su hermano), Juan José Luna y Don Domingo Fontañez, quienes tapizan y graban en plata, además del orfebre Juan Barrera.
Los medios locales difundieron la noticia, comentando que el taller estaba en la calle Pellegrini N° 955.
El famoso sillón había sido encajonado para ser transportado en un camión hacia la ciudad de Córdoba y, desde ahí, a las Islas, en donde estuvo reetenido siete días en el Puerto Argentino. Dicho asiento había sido entregado al coronel Cayetano José Florini, estando en la ciudad riojana.
Cuando era evidente que la guerra estaba pérdida, el sillón y el bastón volvieron a Córdoba, en donde fue guardado en la casa de Fiore.
Pasó el año, y volvió la democracia. En 1985 el ebanista empezó a trabajar en el Museo de Sobre Monte (no es Sobremonte). En tanto, expuso el sillón y el bastón en la Feria Mundial de las Naciones, celebrado en Buenos Aires en dicho año.
Comentaba el amigo cordobés Fiore, cuando lo entrevistaba, unos militares andaban preguntando sobre mi paradero y del sillón…” Preocupado, decidió llevar el bastón y el sillón al museo, y resguardarlo en algunos cuartos, hasta, finalmente, esconderlo en un cuartito escondido que da sobre la calle Alvear.
Su intuición estaba en lo correcto: aquellos soldados fueron hasta el museo para indagarlo y preguntar sobre el bastón y el sillón, pero él se negaba a decir en dónde estaba. Registraron el museo, pero no encontraron nada, pero Fiore decidió que allí se quedara escondido y así fue. El sillón y el bastón quedaron escondidos bajo llave, las pocas personas que sabían de su escondite hicieron voto de silencio.
Aquel asiento creado para un fin específico quedó escondido en el museo por largo tiempo. Fiore se retiró del museo en 1999, anteriormente, ya se había llevado su asiento y bastón nuevamente a su domicilio.
¿Qué querían los militares con el sillón?, entre muchas conjeturas, sospechaba que lo querían destruir, porque representaban la pérdida de las islas”.
Su hija, Karina, me había remitido unos papeles en donde comentaba la representación del sillón: Sus laterales son el perfil de un pingüino. La cabeza de éste, un círculo por el bloqueo naval. En el centro, el mapa de Malvinas rodeado por las olas del Atlántico. Estaría tapizado en rojo, por los héroes que combatían en el sur. Los apoyabrazos terminarían en puños cerrados, en señal de defensa.
Estos asentados sobre tres virolas torneadas, representando tierra, mar y aire. El apoyacabezas tendría el trébol de cuatro hojas en señal de suerte. El respaldo tapizado con los colores patrios todo esto sostenido en la geografía de su nueva provincia adoptiva, La Rioja. Con 1.300 centímetros de altura y 760 centímetros de ancho.
El ebanista falleció el 19 de abril de 2011, pasando al cuidado de sus dos hijas. Posteriormente (año 2012, y en calidad de préstamo) decidieron que se quedara en la Sala Malvinas, del Cuerpo de Cadetes de la Escuela de Aviación Militar, que es un museo en donde se hallan objetos relacionados con las islas, su historia y guerra. Ese fue un pedido de su amado padre.
Historiador