Estos nuevos andares de nuestra tan entrañable poeta me llevan, en la fluencia de sus aguas palabreras, a la antigua figura heraclitiana para nadar en la metáfora del tiempo, en el río que es la vida. Ese irse yendo de uno mismo y de los que amamos en continuo movimiento, pues todo va cambiando hasta el momento final, en la quietud de lo perecedero. Es esa fluencia en sus diversas formas, nombradas una a una en el comienzo de este recorrido la que, en la pequeña mismidad de la palabra, aproxima fragmentos de memoria de lo que vinimos siendo en la larga historia de este mundo. Es que esa palabra pobrecita, agua, lleva en sí la potencia de hacer presentes, para compartirlos, los caminos, las mujeres y los hombres (esos “ellos”) en/con los que se ha vivido.
Esos “ellos” traídos en el fluir de la palabra pequeñita, ese tener aquí otra vez todas las manos tocadas por la brisa /menos las tuyas en la intimidad de los adentros y, en un continuum, la de todos con la vergüenza / del paso de la historia… esa que hicimos en común, en este hoy, y que reconocemos con esta lluvia de penar cuando ya el tiempo nos habita. Es la necesidad de salvar el cuerpo por la ley del agua, esa balsa cargada de memoria de lo fasto y lo nefasto como lo sabemos todos, atados a sus flujos que a veces traen devastación con su miseria y otras es único soporte para que la Pacha que nos involucra siga floreciendo en cada primavera. Reiteración de ciclos de la vida planetaria, como parecen también reiterarse esos otros, los de los idearos que nos rigen. Tiempos ahora en los que llueve óxido en las calles, en los que la vida se parece a un bote viejo un fantasma varado / en un Agua Negra. Tiempos oscuros que aproximan la presencia de otras voces en poemas que nos hablan en paridad de sensaciones, con esta voz, en este ahora: Hablo de la intemperie / Hablo de jugar a los dados con la peste / ciudad de las barbaries.
Todas esas marcas –fastas y nefastas- va dejando el agua que brota de estos versos, en los que permanece la infancia en la memoria de la niña que busca la música del agua en ritmo que reaviva la memoria de las nanas infantiles. En las muchas figuras perfiladas de lxs que ya se han ido, pero están fluyendo todavía en la sonoridad de esta fluencia, en la que unx a unx, convocadx, renace figuradx según su personal perfil, tal como en la poeta se han ido conformando.
En ese nadar de revivicaciones, el agua fluye en todos los puntos cardinales: tanto entre las manos lavanderas que estrujaban sus ropas en el Sena, como en la de los oscuros cuerpos pescadores que se desplazan día a día por al barroso Pilcomayo, buscando el “pan de cada día”. En las de aquellas que en el Mexica mojadas por bendición de Chac Mool, recibieron la devastadora presencia de los hombres de lata, que todavía reinan en este mundo arrodillado. Y, más aún, en el amor que fluye desoladamente por las mujeres palestinas, a las que habla inconsolable / del oasis que no podrá ser. Y de las “paseras” que en la frontería están condenadas a traficar sus vientres para regresar a …contar los pesos / a cuidar a los gurises / a amasar pan de mandioca / a fabricar de nuevo / los sueños.
Territorios éstos y todos aquellos de los pueblos en los que el tiempo del “progreso” se llevó la belleza [que] se fue / como se fue el aburrimiento de la siesta.
Territorios nuestros en los que, sin embargo, aún persisten viejas y muy bellas creencias resguardadas en la ancestral memoria de mujeres, trazadoras de cruces de sal para detener las lluvias desmadradas como en esa apenas dibujada que se deshace en los charcos. Persistente memoria ancestral, memoria de mujeres, ancestralidad, al mismo tiempo, de sujeciones, humillaciones y violencias, es la de aquella que siempre ha padecido a ese patrón que ha de golpearla ha de empujarla a la calle con sus guaguas. De esa que, desde muy niña ha sabido que no habrá de ser feliz y, sin embargo, como la anciana criolla …sostiene / como si fuera una Venus / su felicidad basada / en un espacio de lucha inexpugnable. Por eso, tal vez, la voz de la mujer se escucha como un agua que tiembla en medio de todos los desastres mientras los hombres se esconden o se guardan.
Escucho y vuelvo a escuchar la fluencia de las marcas que me van dejando estas palabras, a sabiendas de que esto -y mucho más- es lo que voy sentipensando en el fluir de este Mar de palabras, de estas Marcas de Agua.