Con más de 37 años en la música, el reconocido DJ cordobés Martín Huergo relata, en una entrevista con HOY DÍA CÓRDOBA, sobre la complicada industria de la música electrónica, los riesgos que se corren como productor y las experiencias que lo llevaron a estar donde se encuentra hoy.
En su carrera internacional pasó por 21 países e hizo 16 tours por Europa. Durante más de 20 años se coronó como el DJ argentino con más presentaciones anuales y los circuitos nacionales ya son costumbre en sus fines de semana, algo que lo convierte en uno de los DJs locales con más recorrido nacional de la historia.
A pesar de haber tenido una productora y haber organizado eventos, Huergo no se define ni como productor ni como empresario si no como un apasionado por la música. “Nunca hice absolutamente nada en base a ganar o no ganar plata. Siempre hice todas las cosas por algo que ya a nadie le importa, que es la música. De los que están en la industria a muy poca gente le importa de verdad la música”, aseguró.
“Creo que el éxito es saber realmente quién es uno y en base a eso poder encontrarte con vos y que te guste tu día a día, dedicarte a algo que te parezca honesto. En mi caso poner música honesta, creo que la plata y el negocio está muchísimo más atrás”, reflexionó el DJ.
Huergo nunca le tuvo miedo a ningún desafío, su carrera estuvo llena de logros y se muestra muy agradecido con su gente por eso: “El público argentino me da muchas muestras de respeto y lo tomo con muchísima humildad, es algo que me hace muy feliz”.
¿Cuál es la mejor discoteca de Córdoba? ¿Dónde se hacen los mejores eventos de electrónica?
No, hay distintas y hay un nivel muy alto, cada una tiene algo distinto para ofrecer. La experiencia de La Estación y La Fábrica son únicas y son experiencias mega. Fruta también es muy particular. Hay otros lugares donde la gente va a bailar y no son discotecas, son otros ámbitos como cuando hay fiestas en Los Aroza o en Studio Theater, son lugares muy lindos. Me parece que hay muchos espacios con personalidad en Córdoba, pero sobre todo bien producidos. Hay muy buena intención de fiesta. Hay buen nivel de clubes, de open air y de fiestas en Córdoba. Me parece que, en sí, respondo que elijo la movida de Córdoba, en general, a la de cualquier ciudad.
¿Que sea un nicho más específico hace que como industria de entretenimiento y movimiento económico no sea tan masivo?
Antes era un nicho muy específico, antes era más negocio y éramos pocos, pero hoy ya no es un nicho específico ni tan exclusivo. De hecho, las fiestas electrónicas están llenas de rockeros, de cuarteteros, de cachengueros. Yo creo que ya la gente hace pie, va a una fiesta de electrónica y tiene con quien estar, sabe hasta qué punto involucrarse y qué carta jugar dentro de ese paño. No creo que sea exclusivo. Cualquiera puede participar hoy de una fiesta electrónica. Y creo que ya todos fueron a una, de rebote, por acá o allá creo que todos están yendo.
Además en el mercado está habiendo mucha oferta multipalo, que está muy sólida, como el Lollapalooza. Incluso el primer nombre del Cosquín Rock era Claptone. Yo ya toqué en tres Bum Bum, por ejemplo. Creo que eso hizo que mucha gente que hubiese querido ir a un baile de La Mona y nunca se animó a ir lo hayan escuchado por primera vez en el Bum Bum y también hay miles de personas que nunca habían estado en un lugar donde la música era electrónica y la escucharon en un Bum Bum.
¿Qué inversión económica hay detrás de estos grandes eventos? ¿Hasta qué punto es responsable el productor?
Hay muchísima inversión y demasiado riesgo. ¿Sabés qué tiene esto? La gente solamente cuenta las buenas. Cuando ven que en un club hay 5000, 6000, 8000 personas, empiezan a calcular. Más o menos escuchan el precio de lo que sale la mesa VIP, saben lo que sale el precio de la entrada, calculan cifras monstruosas de los sponsors, que ya son una anécdota en Córdoba, en muy pocos eventos los sponsors tienen participación realmente significativa.
Y hay algo muy importante sobre los productores que está bueno mencionarlo, y es que en toda la cadena, desde la agencia número uno del mundo que tiene a los artistas más famosos, a lo mejores DJs, traperos o reguetoneros, la única persona que corre riesgo en toda esa cadena es el productor.
El dueño de la agencia no corre riesgo, la agencia no corre riesgo. El manager del artista no corre riesgo. Abajo está el tour manager que tampoco corre riesgo. La publicidad que hacés, el sonido, los policías, todo lo que hay que pagar burocráticamente, los impuestos, toda esa cadena desde el más alto al más bajo nadie corre riesgo, excepto el productor.
A veces sale bien y otras mal… Cuando sale mal, ¿se pierde mucho?
Muchísimo, a veces necesitas hacer dos buenos eventos para recuperar lo que se perdió. Es un trabajo difícil.
¿La crisis económica representa un desafío a la hora de llevar adelante un evento así?
Tengo 49 años y no recuerdo no estar en crisis, creo que eso también nos marca. El productor argentino tiene mucha espalda y los que no la tienen desaparecen. Pero de las productoras que se mantuvieron en el tiempo y que son de alguna manera importantes, que hicieron cosas grandes y siguen vigentes, toda esa gente es digna de respeto, porque hicieron mucho por la industria, se la jugaron y se bancaron muchos palos, muchos ‘haters’. Es muy fácil escribir y hablar mal de alguien.
¿Qué te diferencia de otros DJs?
Me diferencia la cercanía que tengo con la gente, hace 37 años pongo música y capaz que uso mucho todos los recursos de los años que tengo de carrera, y hay gente que le gusta y hay gente que no. Antes, cuando íbamos a las disquerías, llegaban 40 discos de Buenos Aires a Córdoba y elegía los 3 o 4 que más me gustaban y los metía dentro de un set. Ahí mismo habían muchos subgéneros, los llevaba el sábado a un club y agarraba todos los buenos discos y entre todos esos buenos discos había que plantear un viaje que tenga una coherencia. No era poner un disco tras otro, tenía que haber una imagen de set, que haga que la noche sea coherente, y después se especificó mucho todo. Ahora los DJs son de un solo estilo, lo defienden a muerte, tocan eso y tratan de que salga perfecto el set. Yo tengo muchas imperfecciones y eso también hace que mucha gente me quiera y a otra por ahí no le gusta lo que hago. En ese sentido, entiendo las reglas del juego y que no podemos hacer que les guste a todos.
¿Entonces, no te encasillas en un único estilo?
Para nada, y toco muchos estilos. Me gusta moverme dentro de eso, de una manera coherente pero también me gusta plantear un viaje que no tenga que ver con la imposición de los límites que plantea un estilo de música. Tengo mis límites, pero dentro de eso intento no limitarme y hacer lo que me parezca bien más allá de las reglas y creo que eso también atrapa mucho. A mucha gente le gusta la dinámica de mis sets. Yo pensaba que a mis 40 la gente iba a dejar de venir a los shows, y ya estoy muy cerca de los 50 y acá sigo.
¿Cómo innovás con la electrónica? ¿Probás cosas nuevas o vas a lo seguro?
Creo que todo el tiempo hay una posibilidad de innovar y todo el tiempo tenemos herramientas con las que aseguramos el trabajo. Generalmente planteo dar un mensaje y todo el tiempo intento que sea con herramientas nuevas y estoy en permanente búsqueda.
A veces hay herramientas que no son tan fáciles de reemplazar. Entonces hay alguna parte de un show que se puede sentir reiterada o por ahí una canción que suene en casi todos los sets durante dos o tres meses. Pero generalmente intento tener mucha regularidad en el mensaje. Creo que tiene que ser siempre el mismo y tiene que tener solidez, clima, potencia, limpieza, tiene que plantear un viaje fundamentado. Entonces, priorizo que el viaje que planteo vaya por la ruta que imaginé y que quiero transitar. Tengo el mensaje blindado pero a la vez estoy innovando todo el tiempo.