Si bien no hay cifras oficiales tras la pandemia, según los últimos datos de la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (ALUBA), Argentina es el segundo país del mundo con más casos de trastornos alimenticios.
Es el primer día de clases. Afuera del colegio, Paula y sus amigas comparten un cigarrillo y el malestar por volver al aula. Cuando suena el timbre de ingreso, una de ellas saca un perfume y un paquete de chicles, que lo reparte con el grupo para disimular el olor a nicotina. Así inicia el segundo largometraje de la realizadora cordobesa Florencia Wehbe, que busca rescatar más allá de la trama individual de fondo, la significancia de los lazos afectivos en la adolescencia -en este caso, de Paula- y cómo éstos tienen un papel fundamental, de sostén, en este proceso vital.
Paula tiene 14 años y se encuentra en los albores de su fiesta de 15. Tanto su familia -la madre, el padre y la hermana- como sus amigas acompañan ese tránsito, mediante conversaciones con ella acerca de la vestimenta que usarán en su fiesta y en otras que tendrán ese año, así como en el desarrollo de diferentes actividades en torno a su cumpleaños. Las intenciones guardan un sentido afectivo, aunque no sin peleas y discusiones, inherentes a todo vínculo humano. En este concepto se sitúa Wehbe para contar una historia que incluye a las trayectorias adolescentes en relación a los lazos sociales, describiendo todas sus complejidades.
La película se desarrolla, entonces, en dos direcciones: la noción de intersubjetividad, en esa relación con la alteridad, y en lo que refiere a los mandatos heteronormativos de belleza, mandatos que en la actualidad están más vigentes que nunca.
Por su parte, la protagonista convive con un proceso de retraimiento y angustia por la disconformidad que tiene con su cuerpo. El punto de inflexión se inicia en el baño cuando intenta probarse un vestido nuevo de su hermana. Allí, Paula se enfrenta a una realidad que la arrasa: el vestido no es de su talle. En un estado de profunda congoja, intenta quitárselo y escucha el sonido inconfundible de una rasgadura. El pequeño tajo en la prenda confirma su temor y produce una herida en ella, despertando una obsesión por verse más delgada. De ahí en adelante, Paula se enfrentará con un cuerpo y una balanza, objeto que expondrá un número frío, mercantilista y desangelado, que será el termómetro de su estado de ánimo y de su relación con los demás.
Una pieza clave que está presente en el film, que hace a la configuración del universo de las adolescencias actuales, es el uso de la tecnología. En su último libro denominado “La crisis de la narración” (2023), el ensayista surcoreano Byung Chul-Han acude a la metáfora de la marea para señalar un ahogamiento propiciado por el cúmulo de información, presente en el mundo digital. Paula, en un intento por obtener resultados inmediatos, busca en internet recetas y “tips” que la ayuden a bajar de peso de manera ágil y efectiva. Sumado a ello, se crea un perfil en una red social que funciona como una especie de alerta ante posibles “tentaciones”. En una de las escenas, previo a la cena y luego de una pelea con su mamá por el armado de su fiesta de cumpleaños, se encierra en la habitación y recibe un mensaje que dice: “es hora de la cena. Si tienes hambre ve a dormir”. Paula sonríe, aliviada, dando a entender que ha ganado la batalla contra las ganas de comer. Esta frase desubjetivante, sin cuerpo, no sólo cumple la función de alerta, sino que refuerza el enojo hacia su familia, engrosando esa rasgadura fundacional, esta vez, entre sus objetivos y las demandas de su círculo primario.
Pero su búsqueda desesperada la va sometiendo cada vez más a esta marea de información de la que habla Byung. En soledad y ante cualquier altercado con el mundo social en el que vive, Paula se refugia en lo virtual, leyendo frases de usuarios que la alientan a perseguir el objetivo final, cueste lo que cueste, ya sea realizando determinados ejercicios o tomando medicación, asfixiando el placer de comer e induciéndola a un estado de profundo malestar y tristeza. Todo en cuestión de días.
En una época proclive a la desintegración de los lazos afectivos, al odio polarizado y a la imposibilidad de tejer redes comunitarias, Wehbe disputa un sentido político en relación a los cuerpos, y rescata la importancia de lo colectivo, pilar fundamental en el armado de una subjetividad que en la adolescencia se pone en jaque. Al respecto, la psicoanalista Beatriz Janin sostiene que “se puede pensar la adolescencia desde la idea de caos, de indeterminación, de un juego de fuerzas que posibilitará nuevas construcciones, nuevas formas”. Sin embargo, para que esas nuevas formas se construyan, para que ese caos pueda ser ubicado en la historia, las adolescencias necesitan ser escuchadas. En el caso de Paula, el alojamiento a su malestar se da por momentos porque la rutina de cada integrante de la casa dificulta ese paso; sumado a la imposibilidad de observar que allí, en esa novela familiar donde todo parece transcurrir sin mayores sobresaltos, uno de sus miembros se encuentra entrampado en mandatos sociales imposibles de disuadir.
“Paula” (2022) está disponible en YouTube de manera gratuita, y cuenta con las actuaciones de Lucía Castro, Lara Griboff, Julieta Montes, Tiziana Faleschini, Belén Pistone y Beto Bernuez.