Concierto de Raúl Porchetto y banda. Auditorio Belgrano, Ciudad de Buenos Aires, 30 de septiembre de 2023.
“Este álbum es una suerte de culminación evolutiva de la etapa que Raúl Porchetto inició con la edición de ‘Metegol’. ‘Reina Madre’ es sin duda su mejor disco hasta el presente”.
Así resumía la célebre revista Pelo (número 206, febrero de 1984) el lanzamiento de Reina Madre, grabado entre setiembre y octubre de 1983 y publicado antes de terminar ese año, exactamente cuatro décadas atrás.
Entonces, el país se preparaba para retomar un sueño: alcanzar la democracia, procurar un nuevo orden de convivencia. La campaña electoral era intensa, en un marco muy diferente al que hoy nos toca. Su punto más alto fue el acto de cierre de campaña de Raúl Alfonsín, en la avenida 9 de Julio de Buenos Aires. Un reconocido sociólogo, como Juan Carlos Torre, definirá aquel encuentro de casi un millón de personas recitando pacíficamente el preámbulo de la Constitución como una experiencia extraordinaria, comunión de altísima magnitud, que compara con otras celebraciones masivas, trazando este paralelismo: “Las grandes comuniones políticas y los conciertos de rock tienen en común la vibración: sentir que uno es algo distinto de lo que es uno, al compás del otro”.
El rock había sido refugio, y en aquel momento de florecimiento social y cultural, era el lubricante indicado. Las canciones de Porchetto eran la banda de sonido de aquellos episodios de la Argentina.
Cuatro décadas después, en vísperas de una renovación de autoridades presidenciales, conmemorar aquel hito en su historia personal y artística es la excusa que ofrece este querido artista popular para encontrarse con el público. Elige uno de los mejores espacios que la Ciudad Autónoma ofrece en la actualidad para disfrutar de la buena música, el Auditorio Belgrano. Promete sorpresas.
El buen clima se palpita al entremezclarnos con la multitud que recoge el guante y se suma al convite. Los códigos son casi los mismos que otrora, cuando admiramos el paso triunfal de Raúl por festivales como BA Rock, La Falda y Chateau Rock, o lo disfrutamos en escenarios míticos como Estadio del Centro o Atenas. También, cuando lo encontramos en etapas minimalistas, como aquel show en El Pungo donde sin querer se selló una amistad eterna.
El público, donde predominan los que peinan canas, pero se cuelan muchos jóvenes, se ubica con expectativa. El escenario está pronto. Con puntualidad se apagarán las luces; casi sin respirar llegará una poderosa versión de “Centavos de Amor” (del disco homónimo, 2001). “Era como volar en un cometa” canta Porchetto, pletórico de energía, y fluimos en el hechizo. La atmósfera es la indicada.
Hablará poco el artista, entre canciones, quizá esquivando a la emoción que aflora y compartimos. Sabemos qué fuimos a celebrar y el motivo trasciende al pretexto. El arcón se abrirá con “Corazones Rotos” (de Sombras en el Cielo, 2018) para seguir con una renovada performance de “El fantasma de Canterville” -clásico de Charly García versionado, entre otros, por su compadre musical León Gieco-. Llegará el tiempo de “Cuando un hombre ama a una mujer” (del exitoso El Mundo puede mejorar, 1984) y “Sentado en el umbral de Dios”, canción nacida de un desgarro infantil, en las noches mercedinas (grabada en Porchetto, 1976), donde sobresale un remozado arreglo para banda (cuyo comandante es sin dudas el talentoso Daniel Porchetto y continúan Javier Torrecillas, Matías Hospital o Antonella Vinaccia, entre otros). “Metegol” (del disco homónimo, 1981, primer oro para Raúl) levanta de las butacas a los fans (el grupo suena realmente muy bien a esa altura de la noche).
Con un público vibrando, Porchetto saca otro as de la manga y todos cantan: “Pueden prohibirte mil canciones/ medirte las palabras por decir/ pero nunca podrán ni acercarse/ al poder que el universo guarda en vos (“El poder del Universo”, de Reina Madre, 1983). La fiesta es completa.
Hay enroques de canciones respecto al setlist que la banda ha preparado y Raúl intercambia bromas al respecto con sus músicos. Se rezuma la felicidad. El auditorio espera nuevas sorpresas. Porchetto retomará el piano y encara puntos muy altos del concierto: su más reciente “Alguien” (publicada digitalmente al editarse su libro Bebiendo el Universo, 2021) además de “Tan grande es tu amor” (de Noche y Día, exitazo de 1986), Mientras el mundo (recuperada del disco Porchetto) y, claro, solo acompañado por el piano, el himno que todos fuimos a escuchar: “Pero madre, ¿qué está pasando allá?/ Eran igual a mí/ Y aman ese lugar” suena como siempre, y diferente. La calidad está intacta; pero en medio transcurrió, ni más ni menos, que la vida de todos quienes estábamos allí: Raúl, sus músicos, nosotros. La Argentina, el continente, el mundo mismo.
Es difícil recuperarse de tanta intensidad, pero el mago tiene sus trucos, regalando picos y valles para conducirnos en virtuoso paseo. “Como el bien y el Mal”, “Me siento bien” (ambos de Televisión, 1981), “Honor y Gloria” (de Reina…) o “Bailando en las Veredas” (de Noche…) sonarán entre otras canciones para honrar a la belleza y la alegría. Para despedirnos con otro himno, “Noche y Día”, y enredarnos en un abrazo interminable con los centenares de personas que colmamos el Auditorio, aclamando al arte y la vida.
El concierto concluye, pero Raúl se queda un rato, formando, junto a la banda, un solo racimo con el público. Como antes, como después. Como siempre.
Me quedo pensando en aquella afirmación de Torre: “sentir al compás del otro”. Nos vamos felices por disfrutar la actualidad de un artista genuino y coherente, que marcó nuestra historia y nos vuelve a inspirar. ¡Que se repita!