El mundo de las finanzas retomó en enero un concepto que había dejado de nombrar por un tiempo: el carry trade. Puede sonar ostentoso, pero no es más que el término técnico de la llamada bicicleta financiera. ¿Por qué se vuelve a hablar de carry trade ahora? Porque el dólar está “planchado” y las corridas cambiarias son el peor enemigo de la bicicleta financiera.
Vamos por parte. A principios de esta semana el Ministerio de Hacienda de la Nación, a cargo del Nicolás Dujovne, emitió Letras del Tesoro Capitalizables (Lecap) en pesos por un total de $ 50.000 millones y a una tasa de alrededor de 40%. De esta manera, consiguió los fondos necesarios para cancelar compromisos por la misma magnitud que debe afrontar el 31 de enero, en concepto de una colocación del mismo instrumento realizada en septiembre del año pasado.
Más allá del monto, el dato a destacar es otro. Se trata de la tercera renovación del 100% al hilo en lo que va del año por parte del gobierno nacional. Confirma, por un lado, que los inversores y financistas prefieren el peso que el dólar. Prefieren invertir en papeles que en comprar divisa estadounidense. Dicho de otra manera, continúan apostando al carry trade y a la especulación.
Para que la bicicleta financiera exista y produzca ganancias, deben darse ciertas condiciones en la economía de un país: un sistema de cambiario medianamente estable (como está ahora) y altas tasas de interés. Con el propósito de controlar la inflación y en medio de la corrida cambiaria del año pasado que elevó el dólar por arriba de los $ 40, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) elevó la tasa de interés de referencia con la que, entre otras cosas, se calculan los rendimientos de los instrumentos financieros. La intención fue que los pesos destinados a la compra de dólares, fueran a la adquisición de papeles (como las famosas Letras del Banco Central). La rentabilidad de estos instrumentos fue fenomenal, no sólo el año pasado, sino durante toda la gestión de Cambiemos.
La maniobra, en su versión simplificada, no es muy complicada. Al país ingresan dólares –gracias a las condiciones establecidas por la política monetaria del país– en calidad de “inversión”. Esos dólares se convierten en pesos. Esos pesos de destinan a comprar instrumentos financieros con altísimos retornos. Cuando el papel es cancelado, el capital invertido y el retorno vuelven a convertirse en dólares y se fugan del país. ¿Con qué paga Argentina el retorno de esos instrumentos si la economía está en franca recesión? Con los fondos que obtuvo al endeudarse, por ejemplo, con el Fondo Monetario Internacional. Ahora la bicicleta financiera se puso a punto. Corre bien y eso supone, nuevamente, ganadores y perdedores. Los especuladores de un lado y la economía productiva del otro.