Las condiciones financieras de la economía argentina empeoraron en agosto por segundo mes consecutivo, al ser afectados tanto los factores locales como internacionales.
De acuerdo con un informe difundido ayer por el Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF), el denominado «Índice de Condiciones Financieras» (ICF) pasó de -29,9 a -31,6 durante el mes pasado, y casi volvió al nivel que tenía en mayo.
Según el desagregado del ICF, el subíndice argentino siguió en zona de stress por amplio margen, ubicándose en -65,4, es decir, 4 décimas peor que en julio y 2,5 puntos por debajo de junio, el mejor valor de la serie desde las PASO de agosto 2019.
Entre las variables que perdieron terreno, se destacaron la devaluación esperada, el riesgo de legislación medida por la diferencia de rendimiento de bonos ley de Nueva York versus ley argentina y, en menor medida, una baja de liquidez de corto plazo.
Del lado de las mejoras, la esperada baja en el nivel de inflación aportó 7 décimas, seguidos por la reducción en el riesgo país (0,5) y la pequeña baja en la brecha cambiaria, utilizando el Contado con Liquidación SENEBI como medida del tipo de cambio de mercado y no el contado con liquidación tradicional, que está sujeto a regulaciones e intervenciones.
La baja en el riesgo país estuvo motivada en dos factores: versiones sobre un acuerdo con el FMI y algunos pronósticos electorales que no eran favorables al Gobierno, puntualizó el IAEF.
Por su parte, el subíndice internacional cayó de 35,1 a 33,8, pero está en zona de confort desde hace un año.
Entre las variables que tuvieron un buen desempeño en agosto se destacaron la baja en la volatilidad de los precios de las materias primas.
También, mejoró la inflación esperada, tomada como la diferencia de rendimiento de los bonos de diez años tradicionales y los que ajustan por inflación.
En este marco, el IAEF señaló que la economía argentina lleva tres años operando en zona de stress financiero: la última vez que el ICF local estuvo en terreno positivo fue en agosto de 2018.
De todas maneras, los primeros 12 de estos 36 meses de sufrimiento el stress era moderado, mientras que ahora se han acumulado 24 meses de stress severo.
No obstante, desde el pico de stress de abril 2020 -con el surgimiento del Covid-19- la «malaria se redujo considerablemente», según el informe.