Tal como se esperaba, la conducción del Fondo Monetario Internacional (FMI) aprobó el viernes el acuerdo por 30 meses con la Argentina para refinanciar la deuda por más de 44.000 millones asumida por el gobierno de Mauricio Macri, aunque con un pronunciamiento que dejó más dudas que certezas, ya que advirtió sobre los riesgos “excepcionalmente altos” del plan económico y la fragilidad del respaldo político interno al programa sellado.
“Los riesgos para el programa son excepcionalmente altos y los efectos secundarios de la guerra en Ucrania ya se están materializando. En este contexto, la recalibración temprana del programa, incluida la identificación y adopción de medidas apropiadas, según sea necesario, será fundamental para lograr los objetivos del programa”, indicó la propia directora Gerente del FMI, Kristalina Georgieva, en un comunicado que sugirió la posibilidad de que el organismo exija “reformas estructurales” a la Argentina en el futuro inmediato.
La advertencia no resulta en efecto inocente e incluso el organismo se manifestó a favor de adelantar la primera revisión de las cuentas públicas argentinas para mayo en lugar de junio, como estaba previsto originalmente, a fin de revisar los coletazos en la inflación que trajo la guerra en el Mar Negro, a la vez que enfatizó la necesidad de “transparentar el gasto público” y “reducir los subsidios energéticos para que no se dispare el déficit”.
“Los directores dan la bienvenida al acuerdo con las autoridades (argentinas) para adelantar la primera revisión del programa y los instan a recalibrar las políticas, de ser necesario, para asegurar los objetivos fiscales y contener los efectos inflacionarios de segunda ronda de la suba internacional del precio de los commodities”, señaló el board del Fondo en un comunicado oficial.
En efecto, los representantes de los principales países en el FMI (Estados Unidos, Francia, Alemania y Japón) “hicieron un llamado por mejoras en la estructura del gasto, incluyendo la reducción de costosos e inespecíficos subsidios energéticos por la expansión del gasto en infraestructura. Subrayaron la necesidad de proteger programas de asistencia social bien enfocados y de un manejo prudente de los salarios y las jubilaciones”, agregó el documento.
Por lo pronto, la aprobación del acuerdo le da un aire al gobierno de Alberto Fernández, que el mismo viernes recibió un desembolso de US$ 9.656 millones -que elevaron las reservas del Banco Central a US$ 43.321 millones- y ahora tendrá cuatro años y medio de gracia para empezar a pagar la deuda heredada de Cambiemos, con la posibilidad de estirar el repago hasta 2034.
Fernández: «No vamos a hacer un ajuste»
“Lo que está diciendo (Kristalina) Georgieva es que nadie conoce los efectos que puede tener la guerra en Ucrania”, aseveró anoche el presidente Alberto Fernández al comentar las advertencias de la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre el acuerdo aprobado con Argentina.
“La palabra ‘recalibrar’ no sólo es en contra (de Argentina), sino que puede ser a favor: puede ser que no nos pidan lo que está pautado en el acuerdo por las restricciones que implica la guerra”, aseveró Fernández en una entrevista donde consideró que ve a la posición del FMI “como algo realista: si el mundo está viviendo lo que está viviendo y nadie sabe adónde pueden llegar los efectos de la guerra, tenemos que estar abiertos a las modificaciones” del pacto.
Respecto a las críticas internas a la negociación, aseveró que “la verdad es que tuvimos una firmeza inusual con el Fondo: es la primera vez que se firma un acuerdo donde no hay condicionamientos” para el país deudor, algo que “es consecuencia de que nos pusimos firmes”, completó y enfatizó que “no vamos a hacer un ajuste”.