Especialistas y empresarios destacaron este sábado el «gran potencial» de la industria del cannabis y el cáñamo pero advirtieron sobre la necesidad de mayor claridad en materia de regulaciones para incrementar las inversiones y el desarrollo del negocio.
De acuerdo a proyecciones de un trabajo del economista Andrés López publicado por el Centro de Estudios para la Producción (CEP XXI), solamente el uso medicinal del cannabis generaría US$ 450 millones al año en el mercado interno.
Si además del uso medicinal la industria se expandiera a otros segmentos, podría alcanzar US$ 1.000 millones en exportaciones en el acumulado de 10 años, según estimaciones del presidente de la Cámara del Cannabis (Argencann), Pablo Fazio.
El mercado cannábico en el país se encuentra dando sus primeros pasos, aunque en los últimos tiempos hubo distintos hitos que marcan un sendero de crecimiento. En efecto, a partir de la ley de cannabis medicinal sancionada en el año 2017, se creó al año siguiente la empresa estatal jujeña Cannava, una planta industrial de procesamiento habilitada por la Anmat.
Avances importantes
En mayo de este año se produjo otro avance importante, con la sanción de la Ley 27.699 de Cannabis Medicinal y Cáñamo Industrial que obtuvo en Diputados 155 votos afirmativos, 56 negativos y 19 abstenciones.
La norma dispuso el marco regulatorio para el desarrollo de la industria, «abarcando la cadena de producción y comercialización nacional o con fines de exportación de la planta de cannabis, sus semillas y sus productos derivados afectados al uso medicinal, incluyendo la investigación científica y el uso industrial, promoviendo así el desarrollo nacional de la cadena productiva sectorial».
Un documento del Centro de Estudios para la Producción (CEP XXI) estimó que el sector en la Argentina podría generar un negocio de, al menos, US$ 450 millones anuales contemplando tan solo el mercado interno y su uso medicinal.
Uno de los autores del informe, el director del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) de la UBA y el Conicet, Andrés López, aseguró que, además del uso medicinal, hay otros potenciales «como aceite para uso humano alimentario en base a las semillas; para cosmética y bienestar a través de jabones y cremas. Además se podría repotenciar el viejo uso textil del cáñamo. O el uso del cannabis como aromatizante de bebidas, yerba, cervezas».
Como complemento, «es una industria que requiere muchos proveedores de servicios porque necesitas un montón de gente que certifique que lo que estás haciendo cumple con las reglamentaciones de seguridad, sanidad, composición. Eso generaría una industria de servicios muy interesante que también puede ser un exportador relevante. Servicios de testeo, de análisis, es un mundo que puede expandirse», explicó López.
Potencial exportador
En materia de ventas externas, el especialista señaló que la industria tiene a América Latina como «un mercado potencial muy interesante de exportación de productos (medicinales o no)».
En términos de empleo, en tanto, el negocio es intensivo en sus etapas primaria e industrial. Algunas estimaciones brindadas en forma oficial al momento de la sanción de la ley dieron cuenta de un potencial de generación de 10.000 puestos de trabajo.
«Esto recién arranca», matizó López, y advirtió que «en la medida que ingresemos antes a este mercado y generemos capacidades, vamos a tener más ventajas competitivas» respecto al resto de los países.
De acuerdo a datos de un trabajo de la Secretaría de Industria y Desarrollo Productivo, ya son más de cincuenta las naciones que avanzaron en la regulación para legalizar el cannabis de uso industrial o medicinal. A nivel regional se destacan Uruguay y Colombia, como los más avanzados.
En ese sentido, el economista precisó que «Colombia tiene capacidades industriales algo desarrolladas pero Uruguay es muy pequeño y no se destaca allí. Argentina podría competir ventajosamente contra ellos, quizá no en la producción de materias primas pero sí en la fabricación de derivados».
Desde el sector privado, Pablo Fazio, titular de Argencann, señaló a Télam que «desde que se promulgó la ley se ha avanzado poco, aunque en las últimas semanas empezaron a haber movimientos y estamos a la expectativa que se cree un organismo rector fuerte que ordene el desarrollo de la industria, de la mano de un plan estratégico».
Fazio explicó que los inversores privados aguardan definiciones regulatorias que fijen claramente los horizontes del negocio. Por ejemplo, si se habilitará el uso de cannabinoides en alimentos o la incorporación de cáñamo en el código alimentario argentino.
«La realidad es que cada una de esas decisiones va a disparar la posibilidad de generar una demanda agregada y en función de eso la industria va a planificar inversiones. Primero mostrame las condiciones en las que vamos a poder participar y competir en este mercado y luego yo voy tomando riesgo», indicó el empresario y pidió que el Estado «avance con audacia en esta agenda».
En materia exportadora, el dirigente estimó que en el acumulado de diez años se podrían alcanzar como mínimo los US$ 1.000 millones, siempre y cuando «podamos avanzar en la venta de derivados, productos veterinarios, cosméticos, medicinales, granos y fibra de cáñamo, harina de caña o proteína, aceite alimenticio».
En ese sentido, Fazio aseguró que la Argentina puede ser muy competitiva a nivel global, ya que «somos una de las principales potencias agrícolas del planeta, somos un país agroindustrial y que también tiene una industria farmacéutica muy potente. Y estamos hablando de una agenda que tiene que ver exactamente con eso».