El Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA) presentó ayer un cuadro social terrible que quedará como fotografía final del gobierno de Alberto Fernández, al establecer que la “pobreza multidimensional” urbana ascendió en el tercer trimestre de 2023 al 44,7% del total de la población y al 62,9% de los niños y adolescentes, según su informe.
A diferencia del Indec, que mide la pobreza por ingresos, la medición del ODSA comprende seis dimensiones que incluyen alimentación y salud, vivienda y acceso educativos, entre otros. Los datos son concluyentes: al fin del tercer trimestre del año, el 44,7% de la población está en la pobreza y no logra cubrir la Canasta Básica Total (CBT) de bienes y servicios. El dato significa que casi 19.000.000 personas viven en esa situación social.
Asimismo, la indigencia alcanzó al 9,6% de la población, lo que implica que 4.000.000 de argentinos que no logran cubrir la Canasta Básica Alimentaria (CBA). De este modo, entre pobres e indigentes, se puede inferir que en el país unas 22.000.000 de personas tienen, por lo menos, algún tipo de carencia ya sea en la alimentación, en la asistencia social, en la educación o en la salud.
A su vez, la calidad de empleo cayó a los niveles más bajo de la serie que el ODSA mide desde 2004, con un 33,1% de la población económicamente activa mayor de 18 años en condición de desempleo (8,8%) o de subempleo inestable (24,3%). Las cifras reflejan también un crecimiento de los índices respecto al mismo trimestre de 2022, cuando la pobreza llegó al 43,1% y la indigencia al 8,1% de la población.
Sin embargo, la ayuda social ofrecida desde el Estado se ha convertido en el gran elemento de contención de la pobreza y la indigencia. De acuerdo al mismo informe, la tasa de indigencia treparía del 9,6% observado al 20,1% si no tuviera la cobertura de planes sociales como la Asignación Universal por Hijo (AUH) o las pensiones no contributivas u otros tipos de apoyos sociales. En lo que respecta a la pobreza, el 44,7% estimado se convertiría en un 49,1% si no tuviera la contención de los planes y programas sociales.
“La pregunta ya no es por qué aumenta la pobreza, más bien deberíamos preguntarnos cómo es que no aumentó aún más la pobreza”, consideró Agustín Salvia, director de ODSA, quien consideró que “estamos viendo un fin de ciclo socioeconómico que arrancó en los ´90 con la convertibilidad” aunque, tras la crisis de 2001, “hubo expansión del consumo mientras subió la inflación, pero en contrapartida no hubo generación de empleo ni inversiones” para mover el sistema productivo laboral, según explicó.
Críticas al presidente Fernández
“Poner en discusión la pobreza en este momento no solo parece raro o extraño, se acerca al ridículo”, consideró el director del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA), Agustín Salvia, al salir a responder las declaraciones del presidente Alberto Fernández, quien había cuestionado el índice de pobreza del 40,1% difundido por el INDEC.
“En todo caso, es un problema de políticas”, aseveró Salvia, que indicó que para 2024 “se abre un escenario en el que la pobreza va a seguir aumentando, no de manera explosiva, sino en niveles similares al crecimiento que tuvo en los últimos dos años”, en un contexto que, como anticipó el presidente electo Javier Milei, coexistirán “una dinámica de alta inflación con el estancamiento económico”.
“Si esto sigue así, aumentarán los pobres a costa de una reducción de las clases medias”, vaticinó Salvia, que indicó que “en el proceso (del inicio del Gobierno libertario), habrá una puja distributiva muy importante y los sectores más vulnerables deberán ser cuidados”.