Sean Connery, el actor escocés reconocido por sus interpretaciones de James Bond, entre tantos otros personajes, falleció a los 90 años este sábado en su casa de Nasáu, en las Bahamas. La triste noticia fue informada por su familia a la cadena británica BBC.
Se habla mucho de la magia del cine”, ese efecto de fascinación que se produce en los espectadores cada vez que las historias logran traspasar la pantalla grande. El padre de Indiana Jones, Jim Malone, Guillermo de Baskerville y Bond, el primer agente 007, fueron personajes que llegaron a los corazones de millones de personas de la mano de Connery, convirtiéndolo en un emblema de la historia del cine.
El camino no fue fácil
Nacido el 25 de agosto de 1930 en Edimburgo, la vida de Connery no fue exactamente de película. Su madre, Euophamia Maclean, era empleada de limpieza y su padre, Joseph Connery, se desempeñaba como camionero. Con tan solo 15 años, el joven abandonó la secundaria para comenzar a trabajar y así poder ayudar a su familia.
El actor se desenvolvió en diferentes rubros que iban desde lechero y chofer, pasando por la albañilería y hasta lustrador de ataúdes.
Ya con 20 años, Connery quiso incursionar en el mundo del fisicoculturismo en el cual no tuvo éxito. Sin embargo, mientras transitaba ese ambiente, el adolescente se enteró sobre las audiciones para el musical South Pacific”, donde obtuvo un papel secundario. Este fue uno de los primeros pasos que dió en el universo de la actuación.
Años más tarde, se alistó en la Marina Británica, pero no pudo continuar por problemas de salud.
En la pantalla grande
Para 1954, ya había obtenido algunos papeles pequeños en diferentes obras de teatro. No fue hasta 1957, que el director Cy Enfield lo llamó para la película Hell Drivers”. Este filme fue la primera aparición del actor en la pantalla grande y marcó el comienzo de lo que sería su futuro legendario. A partir de esta presentación, obtuvo trabajos en la televisión estadounidense como lo fue el programa La gran aventura de Tarzán” (1959), con Gordon Scott.
En 1962 se estrenó El satánico Dr. No”, de Terence Young. Esta primera cinta fue la que le otorgó al actor la posibilidad de interpretar al agente James Bond, y aunque en esa oportunidad no tuvo éxito, para Connery fue el hito histórico que encabezó toda su carrera. El estallido de esta saga se produjo el año siguiente con De Rusia con amor”, y posteriormente continuó con Dedos de oro” (1964), Operación Trueno” (1965), Sólo se vive dos veces” (1967), Los diamantes son eternos” (1971) y Nunca digas jamás” (1983), su última interpretación del personaje después de 12 años.
Enfrentado con Bond
La popularidad y la fama de Connery llegó con el personaje de James Bond. El fervor que provocaba en la audiencia la figura del agente 007 dio lugar a que el propio actor diera un paso al costado y abandonara el papel que lo había llevado a ser reconocido públicamente, por miedo a que su carrera no pudiera crecer por estar relacionado directamente a un protagónico tan importante. Fue el punto en el que Connery decidió no volver a convervise en Bond jamás. Tiempo después, en una de sus últimas entrevistas, admitió que odiaba al agente al punto que lo mataría”.
El tiempo le daría la razón, ya que el artista supo readaptarse a nuevas y diversas propuestas laborales.
En la década de 1980 actuó como Guillermo de Baskerville en El nombre de la rosa” (1986), como Jim Malone en la trascendental Los intocables” de Brian De Palma (1987), por la que ganó el Oscar de mejor actor de reparto; e Indiana Jones y la última cruzada” (1989), como el padre del personaje de Harrison Ford.
En los 90’ participó en La caza al Octubre Rojo” (1990) y la cinta de acción La Roca” (1996), seguidas de Descubriendo a Forrester” (2000) y La liga extraordinaria” (2003). Esta fue la última etapa de su legendaria carrera, ya que luego se retiró del mundo cinematográfico. Para 2006, obtuvo un reconocimiento de su ciudad natal Edimburgo en las Islas Bahamas, lugar donde se encontraba viviendo, y donde falleció finalmente el 31 de octubre. Sean Connery sobrepasó los límites de la pantalla del cine y atravesó las fronteras del tiempo con actuaciones memorables, su gran profesionalismo, elegancia y la irradiación de un misterio que extendió a su vida privada, que mantuvo al margen de las marquesinas del espectáculo.