Charly García cumplió el pasado sábado 70 años y decidió celebrarlo junto a su público en el auditorio del Centro Cultural Kirchner, donde artistas de diferentes estilos y generaciones se reunieron durante la tarde del sábado para repasar las canciones inmortales del artista en cuatro bloques temáticos. En el auditorio nacional, además de los bloques musicales, se presentaron diferentes muestras y conversatorios vinculados a la obra y la figura del gran músico. En los intervalos, los protagonistas del evento contaron sus diferentes experiencias en torno a Charly García.
Vestido de blanco, y para sorpresa de todos, con brazalete y sombrero negros y una remera con un escorpión en su pecho, García dijo presente en su propio cumpleaños.
Pasadas las 18:40 se subió a cantar en el primer escenario, arrancando con Cerca de la revolución”.
Junto a él, sus históricos compañeros Hilda Lizarazu y Rosario Ortega en voces; Zorrito Von Quintiero en teclados, Fernando Samalea en batería; sumados a ex GIT Pablo Guyot y Alfredo Toth en guitarra y bajo respectivamente. Como broche de oro: Fito Páez.
A continuación llegó el himno, Promesas sobre el bidet”, con el coro del auditorio fluyendo desde el alma, y acompañados por cada persona que siguiera de manera virtual el concierto. La seguidilla imbatible continuó con Raros peinados nuevos”, y a esa altura todo era un viaje en el tiempo, con una banda ajustadísima y Charly cantando como en sus buenos tiempos.
Continuó la intro inequívoca de Demoliendo hoteles”, y como intervalo emotivo, los músicos empezaron a entonar el Feliz cumpleaños” desde el escenario y continuado desde las plateas.
Para finalizar, y como un golpe directamente a la nostalgia, cantó Canción para mi muerte”, el tema que empezó todo desde el primer long play de Sui Generis. La canción que me lanzó al estrellato”, admitió García desde el escenario.
Cuando cantamos a García nos cantamos a nosotros, cantamos a la Argentina que nos duele y que nos hace felices y nos resulta inexplicable, pero se hace más habitable porque su cultura tiene a tipos como él. Indiscutiblemente genial. Volcánico, a veces intratable. Capaz de restarle notas a un acorde y conseguir una suma. Dueño de una pobre antena que transmitió pura riqueza. Un nombre propio que despliega un mapamundi. Un apellido común para alguien nada común”, expresa el periodista y musicalizador Eduardo Fabregat.
El show fue un cierre simbólico y circular para festejar con sus amigos y fanáticos, y dejar la puerta abierta a lo que pueda ocurrir de aquí en adelante.