Cada 11 de diciembre, Argentina celebra el Día Nacional del Tango, instituido para homenajear los nacimientos de Carlos Gardel (1890) y Julio De Caro (1899), dos pilares del género que dieron forma a la historia musical del país. El reconocimiento fue impulsado por Ben Molar, quien en 1965 propuso oficializar la fecha. Finalmente, en 1977, el Decreto Nacional 3781 convirtió esta jornada en símbolo de identidad cultural.
Pero el tango, declarado por la Unesco como un proceso vivo de “sedimentación cultural” y “transformación social”, no solo se celebra en Buenos Aires. También late con fuerza en las sierras cordobesas, especialmente en La Falda, ciudad declarada Capital Nacional del Tango, que este año conmemoró la 41ª edición del Festival Nacional del Tango.
La Falda, una ciudad donde el tango se respira
El invierno faldense enmarca una postal única: el café humeante, el bandoneón que se desgrana en las confiterías y el abrazo milonguero que vibra en cada esquina. Las Milongas Callejeras, los talleres, las galas en el Auditorio “Carlos Gardel” y la Expo Tango convierten julio en un mes de plena mística tanguera.

Desde su primera edición en 1965 —un sueño impulsado por vecinos visionarios y declarado de interés nacional por el presidente Arturo Illia— el festival creció hasta convertirse en un faro cultural que proyecta el 2×4 a todo el país.
Entre sus figuras, una brilla de manera especial: Osvaldo Piro.
Los 15 pliegues de una vida: Osvaldo Piro, el hombre que eligió La Falda
Bandoneonista, director, compositor y una de las últimas voces de la edad de oro del tango, Osvaldo Piro (1937-2025) encontró en La Falda no solo un escenario, sino un hogar. “Para mí La Falda es un lugar muy especial, súper especial, tanto es así que elegí vivir en esta ciudad”, dijo alguna vez.
Ver esta publicación en Instagram
Una publicación compartida por 41° Festival Nacional de Tango (@lafaldatango)
Su vida puede leerse como los 15 pliegues del bandoneón tradicional: cada uno abre una etapa, una sensibilidad, un retorno, una herida y una celebración. El sonido de su instrumento —heredado de su padrino artístico Aníbal Troilo— respiraba “patios con glicinas”, esquinas porteñas, pasiones nocturnas y también, desde hace años, el viento serrano.
Una carrera que comenzó a los 15 con la orquesta de Ricardo Pedevilla, que continuó junto a Alfredo Gobbi y Fulvio Salamanca, y que luego lo llevó al mundo con su propia agrupación. Fue premiado, celebrado, admirado: Palma de Oro en La Falda (1965), Premio Konex, Ciudadano Ilustre de Buenos Aires, director de orquestas nacionales y provinciales.
Su camino unió Buenos Aires, Europa, Japón… y La Falda. Allí su música se convirtió en pertenencia.
El tango como temblor, abrazo y regreso
Escuchar tango es, para muchos, un pequeño terremoto en la garganta: una emoción que pugna por salir del pecho. En la danza, es un abrazo que sostiene, que contiene y dice sin palabras. Una manifestación intensa, magnética, que convoca cuerpos, biografías y territorios.
El investigador Hernán Morel, en Antropologías hechas en la Argentina (Conicet), sostiene que el resurgimiento del tango como práctica bailable desde los años ’80 se explica en parte por relatos que lo muestran como un ritual identitario, revitalizado internacionalmente por el espectáculo Tango Argentino. Este hito devolvió al género un brillo que en el país se encontraba apagado.
Y quizá por eso sigue vigente la línea de la canción “Se llama Tango”:
“Tango es la emoción de regresar al punto cardinal…”
Una frase que condensa lo que ocurre cada julio en La Falda y cada 11 de diciembre en todo el país: un retorno profundo al origen.
Un legado que sigue sonando
Osvaldo Piro, fallecido en agosto de este año, fue despedido como lo merecen los artistas que dejan huella, con gratitud, con respeto y con música. Dejó obras memorables como Azulnoche, Octubre y Será una noche, composiciones que, como su vida, se expanden en pliegues de sensibilidad y madurez.
Hoy, en el Día Nacional del Tango, su figura vuelve a unirse a Gardel, De Caro y a esa tradición que lo formó. Vuelve también a La Falda: su ciudad elegida, su escenario irremplazable.
Porque el tango —como la vida de Piro— se abre y respira en múltiples pliegues. Y cada uno de ellos sigue latiendo.
Celebraciones en capital
En la ciudad de Córdoba, el Día Nacional del Tango tendrá su festejo central hoy, desde las 20, en la vereda del Teatro Real (San Jerónimo 66). Bajo la conducción de Silvio Soldán, la histórica fachada del coliseo será el marco de un espectáculo que reunirá al Octeto de Bandoneones, la Orquesta Provincial de Música Ciudadana junto a actores de la Comedia Cordobesa, la Orquesta Tango5 y siete parejas de bailarines. El cierre estará a cargo de una milonga al aire libre, musicalizada por el DJ Armando Pastorino. Bares y comercios de la zona extenderán su horario para acompañar la jornada.
También en las sierras: celebraciones en La Falda y Capilla del Monte
En el Valle de Punilla, la agenda por el Día Nacional del Tango incluye una velada especial en La Falda. Esta noche, a las 21, el Salón Marechal (Sarmiento 92, La Falda) será escenario de una propuesta que reúne a Medianoche Tango, Vanesa Katopodis, Liliana Álvarez, Daniel Simmons y Leandro Ponte, junto a talentos locales que mantienen viva la tradición del 2×4. Las entradas se adquieren en el espacio y habrá servicio de buffet.
Ver esta publicación en Instagram
Una publicación compartida por 41° Festival Nacional de Tango (@lafaldatango)
“Rovira 100”, el acto de justicia para el otro genio de la vanguardia









