Emilia Clarke, la actriz londinense que interpreta a Daenerys Targaryen en Game of Thrones (GoT) reveló haber sufrido dos aneurismas que casi terminaron con su vida. El primero de ellos fue al finalizar la primera temporada y el segundo fue al finalizar las grabaciones de la tercera en 2013.
En un ensayo publicado por la revista The New Yorker, la actriz escribió que “en los años que siguieron a mi segunda operación me curé mucho más allá de toda esperanza razonable, y ahora estoy al cien por ciento”. Y agregó: “Nunca había experimentado algo así, era una sensación de absoluta maldición que se cernía. Podía ver la vida que me esperaba, y que no valía la pena vivir. Soy actriz; necesito recordar mis líneas… y no podía recordar mi nombre. En mis peores momentos quería desenchufar: le pedí al equipo médico que me dejaran morir. Mi trabajo –el sueño de lo que mi vida debería ser- se centraba en el lenguaje, la comunicación. Sin eso estaba perdida”.
En el escrito, la Madre de Dragones cuenta que para despejarse comenzó a trabajar con un personal trainer, pero una mañana llegó al gimnasio con un fuerte dolor de cabeza que terminó con un desmayo que provocó su internación. En el hospital descubrieron que tenía un aneurisma subaracnoideo, que requirió una cirugía no invasiva pero que exigió una dolorosa recuperación y un par de episodios de afasia que le produjeron terror.
Clarke pudo continuar con las grabaciones pero recuerda que la segunda temporada de GoT fue la que más le costó realizar. “Cada día pensaba que iba a morir”, declaró en el artículo publicado por el diario neoyorkino.
La serie realizó varias veces cambios de intérpretes pero sin duda que casar al personaje de Daenerys Targaryen hubiera cambiado por completo toda la trama y la historia.“Hay algo muy gratificante, más allá de la suerte, en llegar al final de Game of Thrones. Estoy feliz de ver cómo termina y esperando el comienzo de lo que vendrá”, señaló Clarke, a quien se verá en los últimos episodios que HBO comenzará a emitir el próximo 14 de abril.