En la localidad de Caminiaga, al norte de Córdoba, una historia muestra el valor de la empatía en el ejercicio de la función pública. Durante una noche en la plaza del pueblo, Naevia, una niña de 5 años con diagnóstico de TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad), atravesaba un momento de crisis. Su abuela intentaba calmarla sin lograrlo, hasta que Franco Quiroga, cabo 1° de la Policía de Córdoba, se acercó a intervenir.
Sin protocolos ni despliegues, Quiroga entabló un vínculo directo con la niña: le habló con tranquilidad, jugó un rato y logró que se sintiera contenida. A partir de ese encuentro, cada vez que Franco patrulla por el pueblo, se toma un momento para pasar a saludarla. Naevia lo reconoce como alguien de confianza y para ella, Franco es “Quidoguita”, un apodo que refleja la cercanía que pudo construirse desde una actitud atenta y respetuosa.
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Franco Quiroga es padre de dos hijos y, más allá de su experiencia personal, su intervención demuestra la importancia de que los agentes del Estado, en este caso, un miembro de la fuerza de seguridad, puedan reconocer y actuar ante situaciones que requieren sensibilidad y cuidado, especialmente cuando involucran a infancias.
En fechas como el Día del Padre, historias como esta permiten visibilizar otras formas de ejercer roles de acompañamiento, donde la autoridad puede coexistir con la escucha activa y la comprensión. Sin heroicismos ni idealizaciones, el gesto de Quiroga invita a pensar en una cercanía posible entre la comunidad y quienes cumplen funciones públicas cotidianas.